Elecciones generales

La realidad demográfica condiciona el resultado electoral del 20-D

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados.

La crisis económica y, con ella, la crisis de desafección hacia la clase dirigente han estallado como un terremoto que ha removido el sistema tal y como lo conocíamos hasta la fecha y del que aún quedan por ver algunas réplicas. Entre ellas, y atendiendo a criterios electorales, cada vez toma más forma la hipótesis de que existe un cambio generacional en la actitud de los votantes que llegará para quedarse.

La parte más joven del censo –los que tienen menos de cuarenta años– miran cada vez con más recelo a los que hasta ahora habían sido partidos hegemónicos. Y la creencia es que cuando la crisis amaine tampoco las cosas volverán a su sitio. Los expertos ven probable que los votantes jóvenes que se estrenan dando apoyo a los nuevos partidos o los que ya habiendo votado alguna vez cambian de opción, no regresen nunca a los partidos tradicionales. Y que eso acabe propiciando un cambio en el sistema. 

Para verlo, sin embargo, habrá que esperar. El análisis general es que en los próximos comicios los españoles no van a expulsar del escenario político a PP y PSOE, aunque sí les van a aplicar un severo correctivo y, por tanto, van a reducir seriamente su presencia dentro de él. Ambos todavía conservan una base apoyo importante en las franjas de edad mayores en las que suele haber más estabilidad en el voto y más propensión a hacerlo. 

Entre tanto, la gran novedad será que la pérdida de la mayoría por parte del partido gobernante no va a ir en exclusiva en beneficio del principal partido de la oposición, sino en beneficio de terceros de ámbito nacional. Es decir, de nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos.

01. La pirámide poblacional 

En España –así lo define el geógrafo Jaime Miquel en su último libro, La perestroika de Felipe VI (RBA)– hay cuatro grupos generacionales. En la parte más alta de la pirámide están los que tienen más de 76 años y que suponen el 12% del censo. Ellos son los últimos supervivientes de la guerra, los padres de las clases medias urbanas configuradas en los años sesenta y los que más recelan de los programas más radicales. A continuación están los que tienen entre 57 y 76 años y que integran el 25% de los electores. Están "desmoralizados" y miran con recelo y curiosidad el nuevo tiempo. 

En el piso inferior se encuentran los que tienen entre 42 y 56 años, que representan el 27% del censo. Aunque con los años se han vuelto conservadores –asegura Miquel– siguen abiertos al cambio y comienzan a sentir simpatía por las nuevas propuestas. Y en el último escalón electoral están los que tienen entre 18 y 40 años y que suponen el 35% del censo. Ellos son los "ciudadanos nuevos". Criados en democracia, se mueven en la era de Internet y comienzan a liderar la opinión pública. 

Pues bien, esos cuatro grupos generacionales, explica Miquel, corresponden a vivencias personales diferentes que correlacionan fuertemente con los niveles de instrucción. Asegura que la población sin estudios o con estudios primarios se ha extinguido entre los menores de 45 años. Y es precisamente este "cambio educacional", que tiene que ver con la edad de las personas, el que está explicando antes que cualquier otro factor el comportamiento electoral. Para ellos, el bipartidismo, en términos generales, es cosa del pasado. 

A juicio de este geógrafo experto en comportamiento electoral se ha producido una fractura de la mitad más joven del censo que puede hacer cambiar todo el panorama. "Veo irreversible que la población de 45 o años o menos vote al PP o al PSOE. Eso se ha terminado. Los más jóvenes han roto profundamente y liberan a las generaciones precedentes en esa ruptura. Estamos en un proceso de transformación de la estructura de comportamiento electoral", añade. 

Aunque con menos rotundidad, sostiene una tesis similar Juan Rodríguez Teruel, profesor del departamento de Derecho Constitucional y Ciencia Política de la Universitat de València. "Si algo ha dejado esta crisis económica que luego ha derivado en crisis de desafección política es una transformación brutal de las actitudes políticas de la gente afectada, especialmente de los menores de cuarenta años", señala. A su juicio, esto ha dado lugar a un cambio generacional entre los votantes que va más allá de lo que hasta ahora eran los cambios o efectos propios de la edad. Es decir, que los jóvenes están más dispuestos a votar a nuevos partidos, pero que se hacen más conservadores con los años y acaban volviendo a los partidos tradicionales (PP y PSOE). Eso es lo que ahora está en duda. 

Que los jóvenes suelan estar más dispuestos a votar a nuevos partidos no es, por tanto, una novedad. Sí lo es el hecho de que los expertos consideren que los efectos de la crisis económica –y también de la crisis política– mantengan un impacto lineal que acabe confirmando la hipótesis de cambio generacional en las actitudes de los votantes. "Existe un cambio cultural en esta generación que les lleva a decidir su apoyo electoral de una forma distinta a como lo hacían sus padres dando, por ejemplo, mucho menos peso a la lealtad de partido, siendo más volátiles, estando más dispuestos a cambiar de partido de una elección a otra… y entre un nivel y otro de elección y decidiendo más tarde su voto", señala Rodríguez Teruel.

Belén Barreiro, directora del Laboratorio de la Fundación Alternativas y ex presidenta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), añade algunos matices. A su juicio, los dos grandes partidos no están sufriendo de la misma manera ese desenganche generacional. Eso, por tanto, modificaría las perspectivas para el futuro. "La ruptura es desigual. El PSOE tuvo dificultades entre 2011 y 2014, pero en el último año sí ha conseguido recuperarse de una forma más transversal. Quien realmente está en apuros es el PP, que tiene en Ciudadanos un competidor que sí está teniendo éxito en las franjas de edad de entre 18 y 65 años. Esa fractura no se ve igual entre el PSOE y Podemos", subraya. 

02. Lo que dicen los datos

Pero, ¿qué dicen realmente las encuestas? A ojos del CIS es el electorado más envejecido el que, en la actualidad, sostiene a socialistas y conservadores. La intención directa de voto a ambas formaciones (lo que los españoles responden de forma espontánea cuando se les pregunta por su comportamiento electoral más probable, sin cocina previa) sumaba el 33,3% de los votos el pasado julio, fecha del último barómetro del CIS. Los datos demuestran que ese apoyo viene principalmente de determinados sectores de mayor edad. De hecho, la intención directa de voto a PP y PSOE es del 50,2% entre los mayores de 65 años.

Mientras, entre los que tienen entre 55 y 64 años, el 37,9% asegura que daría su apoyo a uno de estos dos partidos. Entre los que tienen de 18 a 24 años apenas uno de cada cuatro (el 24%) dicen que les respaldarían. Los porcentajes son similares (rondan el 28%) entre los dos grupos de edad en los que el CIS divide a los electores que tienen entre 35 y 54 años. Por otra parte, son los ciudadanos de 25 a 34 años los que menos respaldan a PP y PSOE. Sólo uno de cada cinco (20,6%) se muestran dispuestos a darles su apoyo. 

El sesgo generacional es, por tanto, innegable. Es en los grupos de edad de personas más jóvenes donde se dan porcentajes de apoyo a PP y PSOE más bajos, si bien los dos partidos –como comenta Barreiro– sufren el desgaste de manera desigual. Por ejemplo, el PP es cuarta fuerza entre los electores que tienen entre 18 y 24 años (8,3%), franja en la que el PSOE (15,7%) está prácticamente igualado con Podemos (16,7%). La formación de Pablo Iglesias, por su parte, es clara líder entre los que tienen entre 25 y 34 años (19,7%), donde le saca 8,3 puntos al PSOE y 10,5 al PP. 

Es cierto también que el PSOE ha experimentado una cierta recuperación en el último año en todas las franjas de edad, incluidas las que integran a los menores de cuarenta años. Por ejemplo, entre los más jóvenes –los que tienen entre 18 y 25 años–, ha pasado de tener una intención directa de voto del 7,4% en julio de 2014 al 15,7% en el mismo mes de 2015. 

¿Por qué ocurre eso? A juicio de Barreiro -responsable también de MyWord, la empresa que realiza las encuestas electorales de la SER- tiene que ver con el hecho de que en la izquierda la crisis ha producido una fractura entre los más azotados –que son los que más posibilidades tienen de irse a Podemos– y los menos. Y entre esos más azotados está esa generación de treintañeros que tiene unas malas condiciones laborales y quiere probar otras opciones. Mientras, el PSOE, con el 14,7%, lidera la intención directa de voto entre los que tienen entre 35 y 44 años, franja en la que el PP cae a la tercera posición tras Podemos. 

Por otro lado, tanto el partido de Pablo Iglesias como Ciudadanos sufren una fractura generacional pero en sentido inverso al PP, que les puede perjudicar a corto plazo. Entre los mayores de 55 años ambas formaciones recogen apoyos casi residuales. De los mayores de 65, Podemos sólo obtendría el apoyo del 4,3% y Ciudadanos del 2,9%. Mientras, al partido morado votarían el 11% de los electores de entre 55 y 64 años y al naranja el 6,2%. 

03. Qué pasará el 20-D

El análisis general es que en los próximos comicios los españoles no van a expulsar de la arena política a PP y PSOE, aunque sí les van a aplicar un severo correctivo y, por tanto, van a reducir seriamente su rango dentro de ella. No en vano desde 2011 socialistas y conservadores han perdido gran parte de su electorado. Ambos partidos sumarían ahora el 53,1% de los votos, según el CIS de julio de 2014. En las últimas generales recibieron el apoyo del 73,39% de los electores. La caída es, por tanto, de 20,29 puntos.

"El cambio generacional, no obstante, no lo vamos a ver el 20 de diciembre. Lo que sí vamos a ver es que se va debilitar mucho la base electoral de PP y PSOE. Se está dando un auge de los partidos nuevos de forma continuada gracias sobre todo al apoyo de los jóvenes", señala Rodríguez Teruel. Esto fue muy claro en las europeas, donde tanto la encuesta preelectoral como la postelectoral señalaban un cambio generacional no sólo en cuanto a intención de voto en favor de Podemos, Ciudadanos y otros partidos menores. 

Sí va a haber cambios en el sentido de que la legislatura que ahora se cierra ha estado dominada por un partido, el PP, que no ha necesitado pactar con otros para tomar decisiones. La gran novedad, sin embargo, según analiza Rodríguez Teruel, es que la pérdida de la mayoría por parte del partido gobernante no va a ir en exclusiva en beneficio del principal partido de la oposición, sino en beneficio de terceros de ámbito nacional. "Eso sí es novedoso. Hasta ahora IU o UPyD siempre se habían quedado por debajo del 10% y con una posición parlamentaria tan débil que otros partidos de ámbito territorial (CiU o PNV) acababan siendo más influyentes", asevera.

Jaime Miquel sí cree que el "fenómeno electoral que rompe con el orden preexistente" se va a plasmar este 20-D en los resultados de Podemos y Ciudadanos "bajo un mismo estímulo". "Unos, los votantes de Ciudadanos, lo van a hacer con el objetivo de merecer la confianza de la UE, para gestionar las políticas en curso...; otros, los de Podemos, para oponerse a ellas", explica. A su juicio, lo que sí que se terminará en las próximas elecciones es una forma de gobernar "avasallando, ya sea desde la izquierda o desde la derecha". 

04. ¿Y en el futuro? 

A juicio de Belén Barreiro, quienes realmente están en apuros son los conservadores. "El PP es el partido que más está sufriendo esa ruptura generacional. Además, hay una marca joven, de centro, o centro-derecha, que está teniendo éxito en esas franjas de edad de 18 a 65 años. La derecha o centro-derecha se está dividiendo entre los mayores de 65 que se van al PP y el resto que, obviamente, se dividen entre PP y Ciudadanos, pero donde Ciudadanos tiene más éxito", señala. Y ahí lo que puede ocurrir es que los jóvenes que voten a Ciudadanos como primeros votantes o los que no hayan votado nunca fidelicen ese voto. 

¿Y con Podemos y el PSOE puede pasar lo mismo? Barreiro cree que no. "En la derecha se ha producido una ruptura generacional que tiene que ver con la sociedad digital, la forma de hacer las cosas del PP… en la izquierda esa ruptura ha tenido que ver más con cómo les está afectando la crisis. Los treintañeros que sienten que lo están pasando peor son los que se han alejado del PSOE. Eso no ha ocurrido ni con los más jóvenes ni con los que están entre los 35 y los 44", subraya. 

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Jaime Miquel está convencido de que la llegada de Podemos y Ciudadanos no es un soufflé que se vaya a desmoronar con el paso de los meses. Y vuelve a la pirámide poblacional. "Es un cambio cierto, real... la mitad del censo es convergente, su ámbito de expresión es la UE, quiere soluciones definitivas y duraderas, no entiende la situación de Cataluña. Se haga lo que se haga se va a hacer puestos todos de acuerdo en parámetros europeos, dialogando y encontrando los lugares con otra forma de hacer política desconocida hasta ahora en España". 

Rodríguez Teruel, por su parte, cree que se está forjando un cambio cultural en los más jóvenes que van a participar en política y que van a decidir su apoyo electoral de una forma distinta a como lo hacían sus padres dando, por ejemplo, mucho menos peso a la lealtad de partido, siendo más volátiles, estando más dispuestos a cambiar de partido de una elección a otra… o decidiendo más tarde su voto. Eso, asegura, contribuirá a forjar una nueva dinámica electoral. 

En el aire queda, por tanto, saber si se producirá o no –y en ese caso, cuándo– esa sustitución que acabaría dejando a PP y PSOE como formaciones no hegemónicas o incluso (una o ambas) residuales, que contarían solo con el apoyo de su núcleo duro de votantes, y que se impongan ante ellas nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos.

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