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Andalucía

A Susana Díaz le salen las cuentas con Ciudadanos

La presidenta de la Junta de Andalucía en funciones, Susana Díaz, y el líder de Ciudadanos, Juan Marín.

Olivia Carballar | Sevilla

El acuerdo entre PSOE y Ciudadanos para aprobar los presupuestos andaluces ha llevado calma a lo que comenzó siendo una tormentosa legislatura para Susana Díaz. Era muy difícil prever que en la primera comunidad donde los nuevos partidos irrumpieron con fuerza en unas elecciones, con un Gobierno en minoría y después de casi tres meses para ser investida presidenta, Díaz fuese a conseguir, incluso antes de las generales, no sólo tener amarrada la ley más importante para encarar el próximo año sino lo que parece que será un apoyo incondicional para gobernar con tranquilidad y estabilidad en la primera parte de la legislatura. “No es fruto de unas conversaciones de cinco días. Este acuerdo es fruto de un intenso proceso de negociación entre el PSOE andaluz y Ciudadanos Andalucía en el que ambas formaciones anteponemos el interés general de los andaluces y andaluzas a los intereses propios y legítimos de ambos partidos”, explica a infoLibre el secretario de Organización del PSOE-A, Juan Cornejo.

Lo menos difícil de prever era el aliado con el que los socialistas intentarían llegar a acuerdos y que hace que el dibujo de alianzas en Andalucía sea muy distinto al del resto de comunidades. Desde antes de las elecciones andaluzas, la presidenta de la Junta fue clara en su rechazo a un Podemos que vinculaba de manera negativa a los históricos dirigentes del SAT Juan Manuel Sánchez Gordillo y Diego Cañamero. Acababa de romper con Izquierda Unida, y con el PP cualquier diálogo siempre ha resultado imposible en Andalucía. En este escenario convulso, Ciudadanos, con quienes ya venían gobernando en un ayuntamiento gaditano, emergió como la formación con la que el PSOE podía entenderse. Fueron ellos quienes posibilitaron la investidura de Díaz y, hoy por hoy, son su único socio posible, lo que otra parte encarece las condiciones para los pactos.

De todo el arco parlamentario y por las actuaciones realizadas hasta el momento, el partido dirigido en Andalucía por Juan Marín es probablemente el menos ideológico, el más práctico y mantiene la equidistancia. Un ejemplo: el propio Rivera, que ha llegado a acuerdos con el PP en otros Gobiernos, ha viajado a Andalucía a apoyar los presupuestos, pero ha pedido a la vez la comparecencia de Susana Díaz en la comisión de investigación del fraude de los cursos de formación. Otro ejemplo: piden que declare la presidenta, pero también que lo haga la ministra Fátima Báñez.

Repercusión de las alianzas en las generales

El PSOE no teme que las alianzas de Ciudadanos con el PP en otros Gobiernos y su definición por muchos votantes socialistas como de derechas le vaya a perjudicar en las generales: “Hemos demostrado en los comicios recientes que estamos avanzando en la recuperación de la confianza ciudadana desde nuestros valores socialistas y de izquierdas, de igualdad, de libertad y de solidaridad. Susana Díaz lo ha dicho claro: los socialistas estamos en las mejores condiciones para ocupar la centralidad, con vocación mayoritaria y con responsabilidad para dar respuesta eficaz y realista a la ciudadanía”, insiste Cornejo.

¿Le perjudica a Ciudadanos ser vistos como una posible muleta de Susana Díaz? “Los andaluces no son tontos. ¿Cuándo se ha visto que un partido socialista bajaría impuestos? La bajada en el tramo autonómico en el IRPF la prometió Chaves y no la cumplió, la prometió Griñán y no la cumplió y la prometió Susana Díaz en su investidura y no la hubiera cumplido si no es por nosotros. Y otro ejemplo: las medidas de regeneración que aplicamos aquí las aplicamos también en el ayuntamiento de Málaga con el PP. Por tanto, esas acusaciones de muleta son muy peregrinas”, reflexionan en el partido. Ciudadanos, de hecho, permitió con su abstención que el PSOE no lograra aprobar por primera vez en su historia un decreto ley.

De cara al 20-D, el partido de Rivera, que ha visto cómo las encuestas lo han ido situando incluso por encima de Podemos, no quiere dejar escapar un importante caladero electoral donde el PP sigue hundido. Frente a la incapacidad histórica de los populares de cambiar lo que ellos califican como "régimen" o "cortijo", Albert Rivera puede presumir ahora de haberse anotado varios tantos en muy poco tiempo, entre otros, la marcha de Chaves y Griñán, la bajada de impuestos, la reducción de empresas públicas y la creación de la comisión de investigación presidida por ellos mismos. Es decir, asuntos que el PP lleva reclamando años y años sin ningún éxito. “En seis meses, recién llegados y con nueve diputados hemos conseguido mucho más que la oposición en treinta y tantos años y hemos ocupado ese espacio de centro que estaba vacío”, añaden desde Ciudadanos. Ambos, PSOE y Ciudadanos, que niegan una posible entrada de la formación naranja en el Gobierno, creen que pueden vender ya, en esta primera parte de la legislatura, hechos. “Nuestros temas están marcando el debate en Andalucía, a diferencia de los de Podemos, como los desahucios o la renta básica”, afirman en el partido de Rivera.

La estrategia de Podemos en Andalucía

Podemos, que hubiera sido el aliado natural del PSOE como ha ocurrido en otros Gobiernos para desbancar al PP, tiene mucho más complicado rentabilizar electoralmente su trabajo. En primer lugar, porque sus medidas para ayudar a la gente aún no se han visto materializadas. Una de sus propuestas, la de cuentas abiertas, ha estado semanas paralizada en la mesa del Parlamento –será debatida la próxima semana–, mientras en Valencia, presentada después, ha pasado el trámite con el respaldo de los socialistas sin mayor problema. “El bloqueo provocado por PSOE y Ciudadanos ha sido similar al que provocó durante años el PP en Valencia”, denuncian. En segundo lugar, puede resultarles más difícil porque este Podemos llegó a una comunidad gobernada por una coalición de izquierdas que había sacado adelante medidas del calado de la ley antidesahucios. La primera pregunta que Teresa Rodríguez planteó a Susana Díaz tras la vuelta de su permiso de maternidad estaba relacionada con un recorte de becas. Independientemente de si se había producido o no, la prueba de que Andalucía no era Valencia o Madrid es que esas becas fueron creadas para paliar los recortes de Rajoy.

Desde el momento de la investidura, el partido liderado por Teresa Rodríguez eligió el camino del “no” a las siglas socialistas, como ocurrió con el rechazo al decreto que reconocía la antigüedad de 23.000 funcionarios contabilizando sus años como interinos. El PSOE aprovechó esta circunstancia para acusarles de restaurar la pinza que el PP mantuvo en los 90 con IU. “La pinza es un viejo recurso desempolvado que ya no funciona, que ya no cuela. Todo el mundo sabe que Podemos ha nacido para derrotar al PP y a quienes implementan sus políticas. El PP y nosotros somos el agua y el aceite”, afirma Rodríguez. ¿Se ha equivocado Podemos con esa estrategia y se le ha colado Ciudadanos en un momento, además, en el que las encuestas pronostican un descenso a Pablo Iglesias? En el partido no admiten error alguno. “Creo que la firmeza en la investidura fue bien valorada por nuestros votantes y entendida de forma meridiana por el conjunto de los andaluces y andaluzas. La coherencia y la claridad en política se agradecen siempre”, explica Rodríguez. El secretario de organización, Sergio Pascual, calificó a Ciudadanos en una entrevista como el “tonto útil”. Unos segundos después matizó: “El listo útil”.

En el PSOE preferirían no tener como único socio a Ciudadanos y contar también con Podemos de vez en cuando, pero la situación entre ambos partidos está tan enrarecida que hoy resulta imposible. Ambos insisten en que les gustaría entenderse, pero el acuerdo no llega por ninguna de las dos partes. “La presidenta y los socialistas andaluces estamos dispuestos al diálogo y a la negociación con todos y cada uno de los partidos políticos. Hemos tendido la mano a todos los grupos y la seguiremos manteniendo tendida, pero parece que a Podemos en Andalucía no le interesa el diálogo, prefiere seguir la estela de oposición destructiva y crispada que practica el PP andaluz desde hace décadas con escaso éxito y se queda en el ruido permanente, en el conflicto y en el inmovilismo”, sostiene Cornejo. Teresa Rodríguez responsabiliza al PSOE: “Prefiere hablar de medidas cosméticas con Ciudadanos que de vivienda, sanidad, educación y servicios sociales con Podemos. Ciudadanos es un socio cómodo por dos motivos: por sus bajos niveles de exigencia (el acuerdo de investidura ya se ha incumplido con cinco altos cargos imputados) y porque en momentos de recortes no ofrece ninguna resistencia, nada a favor de la austeridad y eso a un Gobierno como el del PSOE de Andalucía le facilita mucho las cosas. Por otra parte el PSOE de Andalucía sabe que gran parte de nuestro electorado son exvotantes socialistas mientras que Ciudadanos se alimenta del descalabro del PP en Andalucía, somos la principal amenaza para un partido que es más que un partido, que es un régimen en Andalucía”.

La visualización de la ruptura se produjo en la rueda de prensa que Rodríguez ofreció tras su última reunión con Díaz sobre su investidura, cuando ya se había dado por hecho que la presidenta había cerrado un acuerdo con Ciudadanos. En esa comparecencia de prensa, Rodríguez mostró un gesto duro, congestionado, propio de alguien verdaderamente dolido. La entrevista entre ambas fue tensa, con bastantes y agrios reproches de la dirigente socialista a la nueva líder de Podemos. La ruptura no parecía sólo política, sino también personal. Ahora la desconfianza entre ambos partidos es tan absoluta que ni siquiera disponen de un cauce extraoficial de comunicación que permita tantear al otro y explorar posibilidades de acuerdos puntuales.

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Izquierda Unida reivindica su espacio

En Izquierda Unida, que bajó de 12 a cinco diputados, tampoco ven con buenos ojos el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos. Según su líder en Andalucía, Antonio Maíllo, los socialistas caminan ahora a sus anchas con la “derecha guay”, libres del marcaje de IU cuando gobernaban juntos. “Ha habido un viraje en las prioridades políticas del nuevo Gobierno, que se ha derechizado y ha abandonado el debate de cuestiones como la pobreza infantil o un modelo de producción sostenible”, sostiene Maíllo. Los presupuestos pactados con Ciudadanos son, desde su punto de vista, “una apuesta electoralista, vaporosa, que vende humo y que no se cree nadie”. “La bajada de impuestos apenas repercute en las familias y no se aumentan a los ricos”, añade.

La estrategia de su grupo en el Parlamento será, por tanto, la reivindicación de las políticas de izquierdas y presentarán todas las propuestas que se quedaron sin ejecutar en el Gobierno, como la banca pública y la ley de agricultura. “Al PSOE le cabe todo. Lo que antes eran galgos ahora son podencos”, concluye. Sobre su relación con Podemos tras el portazo de Pablo Iglesias a Alberto Garzón, Maíllo asegura que en Andalucía seguirá todo como hasta ahora: “Igual. Ni bien ni mal”. Considera que a quien más puede perjudicar es a Podemos, que ha dejado claro que “no tenía interés en constituir una lista de unidad popular”.

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