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Talento a la fuga

“Quienes dicen que somos aventureros nunca han emigrado y viven en una burbuja”

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Miguel Ángel Castillo ha logrado zafarse del miedo y la inquietud social que vive París, la ciudad en la que reside y trabaja como enfermero desde hace ya más de cuatro años y que sufre ahora las secuelas de los brutales ataques terroristas perpetrados el pasado 13 de noviembre. Con el tono sereno, este malagueño de 27 años reconoce a infoLibre sentirse abrumado por las medidas de seguridad y la ostentosa presencia militar y policial impuesta en la capital europea, aunque, asegura, no renunciará a la estabilidad laboral que todavía España le sigue negando y que logró encontrar en el país galo. “Tras los atentados mi tía me dijo ‘¿Por qué no te vuelves?', y yo le respondí: ‘¿Para qué, para cruzarme de brazos y ver cómo pasa el tiempo?’”.

Los atroces atentados del pasado 13 de noviembre y el clima de terror social que han generado, no han logrado frenar las ganas de continuar con el proyecto personal y profesional de este enfermero que se marchó a la capital francesa en septiembre de 2010 huyendo de una España asediada por los recortes en el sistema de salud público. Como tantos otros compañeros de promoción, Miguel decidió entonces labrarse un futuro fuera de las fronteras de su país natal. “Yo aquí soy funcionario, algo que allí no es tan fácil. Podría quedarme en Francia hasta que me jubile, si quiero”, explica al tiempo que destaca su agradecimiento al país vecino: “Los españoles que vivimos aquí tenemos mucho que agradecer a Francia, Francia porque en cierto modo, ellos nos han dado el trabajo que nuestro país no ha querido ofrecernos. Y a veces nos asalta la misma pregunta: ¿Qué pasa, este país me quiere pero el mío no? Es un poco raro”, asevera.

Miguel, que insiste en destacar la hospitalidad francesa, reconoce que tras pasar su primer año en el país vecino, intentó reemprender su carrera como enfermero en España, un objetivo del que, tras siete meses de búsqueda incesante, tuvo que desistir ante la escasez de unas ofertas laborales que, en todo caso, lo destinarían a algún lugar remoto de la geografía española. “Podría haber optado a plaza, pero lo rechacé porque eran de las últimas que quedaban y ninguna eran de mi especialidad [pediatría]. Y la verdad es que para irme a un sitio perdido de la mano de dios, preferí buscarme otra vez las habichuelas y marcharme”, explica.

Miguel Ángel Castillo junto al Sena.

Español de nacimiento, pero parisino de adopción, Miguel dice haber sido tratado siempre “como un igual”. Integrado plenamente en la sociedad del país que lo acoge, reconoce haberse sentido presa de la psicosis colectiva que enrarece ahora la convivencia en una de las capitales más cosmopolitas y multiculturales de Europa. “La gente está asustada, los ves en el metro con miradas de sospecha y, tengo que admitirlo, te acabas contagiando”, reconoce este andaluz que se resiste a dejarse arrastrar por el estado de alarma social generado tras los ataques. Un estado de alarma social lógico, en su opinión, pero que se ha visto reforzado, tanto por la inusual presencia militar, como por el papel de la mayor parte de medios de comunicación que no dejan de repetir incesantemente las más crudas imágenes de los ataques. “Creo que los medios de comunicación son excesivamente morbosos. No hay filtro en las imágenes de los noticieros, y me parece que fomentan el miedo”, asevera.

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Abrumado por una presencia militar que ya ha empezado a despertar recelos entre los ciudadanos y los poderes públicos, Miguel intenta mantener la cabeza fría para sustraerse del ambiente de estado de excepción que parece haberse implantado en las dos capitales europeas. “Yo digo que a mí no me parece bien que el ejercito esté en la calle, no me parece normal. Tenemos a la policía y ellos hacen esa labor”, explica. Tampoco puede evitar ponderar el papel de las fuerzas de seguridad españolas tras los ataques del 11 de Marzo. “Después de nuestros atentados en Madrid, es la única vez que he visto a los militares en la calle, y fue porque pensaban que podría haber algún atentado en el tren que va de Málaga por la costa”, recuerda.

¿Regresará a España? “Nunca digas nuca”, responde este enfermero que, aprovechando la estabilidad profesional que le garantiza el país galo, se plantea ahora planificar un futuro que amplíe su vocación sanitaria. “Puede ser que el año que viene me pida una excedencia para estudiar en Francia un máster de Coordinación de proyectos internacionales a nivel humanitario. Espero meter un poco de cabeza en organizaciones como Acción contra el hambre, Acnur o Médicos del Mundo para acciones de coordinación y cooperación, aunque no me importaría empezar como enfermero”. Pese a ello, Miguel no se reconoce en el perfil de aventurero que algunos, interesadamente, conceden a la emigración española: "La mochila de Dora la Exploradora está bien, pero no va conmigo. La emigración no es ningún camino de rosas. Los que dicen que somos aventureros nunca han emigrado, viven en una burbuja y no saben lo que es esto".

Con su familia en España, a Miguel le esperan unas navidades que, afirma, serán especialmente "complicadas": “En esas fechas, por ejemplo, no podré bajar. Soy una persona familiar y sé que esos momentos se me harán duros”. Que la emigración “no es un camino de rosas”, es algo que, como explica a infoLibre, le ha demostrado el día a día. El mal trago que supuso para su familia vivir los atentados de París desde España y las navidades alejado de los suyos son solo algunos de los malos momentos que ha tenido que vivir este malagueño que ahora se plantea salir de una Europa cuyos valores, advierte, están en caída libre: “Estamos en un momento en cuanto a lo que es Europa en el que se ha perdido un poco el rumbo de las cosas. Con la respuesta a las crisis migratorias y la crisis económica, sus valores parece que se han perdido. Ya se regalan o se venden, así de claro. En muchos aspectos no me identifico con lo que está pasando en la sociedad europea, por eso quizá, también tengo la idea de ir a otros sitios, de meterme en proyectos humanitarios para ver qué ocurre fuera de aquí”.

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