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La nueva legislatura

La espantada de Rajoy siembra dudas sobre el papel del rey y deja en mal lugar al presidente del Congreso

La espantada de Rajoy ofrece dudas sobre el papel del rey y deja en mal lugar al presidente del Congreso

La inesperada decisión de Mariano Rajoy de “declinar el ofrecimiento” del rey para someterse a la primera votación de investidura ofrece a distintos expertos constitucionalistas serias dudas sobre el rigor con el que se han aplicado los preceptos constitucionales. Destacan el hecho de que la Casa del Rey comunicara oficialmente ese “ofrecimiento” y el rechazo de Rajoy, lo cual ha dejado al Presidente del Congreso (que es quien tiene constitucionalmente la potestad de realizar esa oferta) en una función de “mero burócrata o recadero”. Es discutible, además, la posición en la que la espantada de Rajoy ha colocado al propio Felipe VI, que afronta una prueba de fuego como jefe del Estado en este complejo proceso de formación de gobierno. Fuentes de la Casa del Rey, consultadas por infoLibre, sostienen que se actuó en todo momento de acuerdo a lo que estipula la Constitución.

Para situar los hechos en su orden: Mariano Rajoy acude el viernes por la tarde al palacio de la Zarzuela para el último de los contactos que el rey ha mantenido durante toda la semana con los dirigentes de las fuerzas políticas representadas en el Parlamento. La misma noche anterior, ante ciertos rumores que recogían la posibilidad de que el presidente del PP renunciara a presentarse a la investidura por no tener los apoyos suficientes, el propio Rajoy proclamó que “evidentemente” se presentaría a esa investidura, en coherencia con lo que lleva defendiendo tanto antes como después del 20-D: el ganador de las elecciones es el candidato de la lista más votada, y debe ser por tanto quien intente en primer lugar ser investido.

El único factor novedoso en las siguientes veinticuatro horas es la propuesta que lanza el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ante el rey y después ante las cámaras de televisión, que consiste en un gobierno de coalición con PSOE e IU presidido por Pedro Sánchez y con el propio Iglesias como vicepresidente. Sánchez, que conoce esa información de labios de Felipe VI, se declara dispuesto a negociar pero mantiene su intención de no dar ningún paso hasta que Rajoy sea rechazado como candidato en la primera sesión de investidura.

Rajoy acude por tanto a su cita en la Zarzuela y regresa después al Palacio de la Moncloa, en lugar de citar a la prensa en el Congreso de los Diputados como han hecho todos los demás candidatos para informar de sus reuniones con el rey. El presidente del Congreso, Patxi López, es convocado por Felipe VI y, tras una hora de espera, la Casa del Rey emite un comunicado que, en el punto 2, dice literalmente: “En el transcurso de la última consulta, celebrada con Don Mariano Rajoy Brey, Su Majestad el Rey le ha ofrecido ser candidato a la Presidencia del Gobierno. Don Mariano Rajoy Brey ha agradecido a Su Majestad el Rey dicho ofrecimiento, que ha declinado”.

Al menos dos interrogantes

A juicio de los expertos en derecho constitucional consultados, ese comunicado plantea al menos dos interrogantes:

1.- ¿Puede el rey ofrecer directamente al candidato someterse a la investidura o debe limitarse a “consultar” con los posibles candidatos antes de proponer a través del presidente del Congreso el nombre del que estime oportuno?

El artículo 99.1 de la Constitución dice expresamente: “Después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno”.

Cabe suponer que la consulta, dirigida a que el rey se haga una idea de quién tiene más opciones para formar gobierno, puede incluir preguntar al representante del grupo político concreto para saber la propia opinión del candidato sobre si él se ve con posibilidades o no para ser investido por la Cámara. Como infoLibre ha publicado, varios de los interlocutores del monarca han relatado que Felipe VI reiteraba la pregunta “¿a quién cree usted que debo proponer?”.

Lo que resulta más que discutible, a juicio de los juristas consultados, es que, como afirma el comunicado, el rey “ofrezca” ser candidato, “un verbo [ofrecer] que sugiere una 'disponibilidad' o discrecionalidad que excede del cometido del monarca”. En este caso concreto, ese exceso se demuestra además en el hecho de que, finalmente, el rey ofrece a Rajoy –y propone a Patxi López– ser candidato, algo que este rechaza de modo formal (y que obviamente Felipe VI supo antes del comunicado), cuando lo que se espera (aunque es cierto que la Constitución no lo establece expresamente) es que proponga al candidato con más posibilidades de formar gobierno.

2.- ¿Puede el rey comunicar su propuesta antes de que lo haga el presidente del Congreso?

Desde un punto de vista estricto, el comunicado de la Casa del Rey no contradice la exigencia de que su propuesta se haga a través del presidente del Congreso. Una cosa es proponer algo y otra comunicar públicamente esa propuesta. El rey es formalmente escrupuloso convocando previamente a Patxi López para proponerle el candidato (un candidato que sabe ya que no acepta). Así, sostienen los constitucionalistas, “será a través del presidente del Congreso que esa propuesta será substanciada formalmente”. Sin embargo, al comunicar su propuesta antes de que lo haga el propio Patxi López, la Casa del Rey consigue “anular el efecto institucional parlamentario en favor del efecto monárquico”.

Tal como se resolvió esta primera fase de contactos del rey en su misión de buscar un candidato para la investidura, lo cierto es que Mariano Rajoy ha puesto en un brete a la Corona, y esta a su vez ha dejado en muy mal lugar al Parlamento. En esto coinciden también los expertos consultados. Al “ofrecer” a Rajoy la investidura, el rey traslada sin duda el mensaje de que lo considera el mejor situado o el que debe someterse en todo caso al primer intento de investidura. Rajoy se permite “declinar” el ofrecimiento, y explica después que no lo hace de forma definitiva, sino a la espera de mejor ocasión, atento a la posibilidad de que otros se desgasten en el intento y le dejen paso. Se trata de un “win-win” en toda regla, un pícaro “gano o gano” pase lo que pase.

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En este sentido, Mariano Rajoy ha utilizado a su favor el papel arbitral de la Corona. El presidente del Gobierno, que ha repetido hasta la saciedad que su obligación era intentar ser investido por ser cabeza de la lista más votada, decide apartarse al conocer la propuesta de Iglesias y la disposición de Sánchez a negociar. Pero quien mejor y antes se supone que conoció esa misma propuesta y la reacción de Sánchez fue el propio Felipe VI, que es quien pulsa en los contactos las opciones y decide cuál de ellas es idónea para trasladarla al presidente del Congreso. Y sin embargo el rey persiste en “ofrecer” a Rajoy la candidatura y es éste quien la rechaza. “Es difícil substraerse –comenta una de las fuentes consultadas– a una doble interpretación: o el rey ha hecho mal su papel o Rajoy se ha comportado de forma desleal institucionalmente”.

Por su parte, fuentes de la Casa del Rey sostienen que en todo momento se cumplió con lo que establece la Constitución. "Por eso se llamó a Patxi López, para decirle que el rey propuso un candidato pero que declinó, y por eso también lo comunicamos nosotros y no el presidente del Congreso. Cuando hay candidato que acepta se elabora un escrito que va ratificado por el presidente del Parlamento. No lo había, y López fue informado el primero de la conclusión de la ronda de consultas".

Lo cierto es que según los expertos quien tiene sin la menor duda el encargo constitucional de proponer directamente la candidatura a la presidencia del Gobierno para someterse a la investidura es el presidente del Congreso de los Diputados. Tal como se actuó este viernes por la tarde, esa institución, ahora encabezada por el socialista Patxi López, realizó aparentemente un papel burocrático, de escuchante a posteriori de lo decidido entre Rajoy y el monarca. Habría tenido que ser la presidencia del Congreso quien informara del fracaso de esta primera ronda de consultas para la formación de nuevo gobierno.

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