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Elecciones 26-J

Los debates y los pactos marcarán la campaña para el 26-J

Debate electoral

Ibon Uría

A menos de dos meses de las elecciones generales del 26 de junio, los partidos diseñan sus estrategias de campaña y tienen pendientes de determinar otras cuestiones como, por ejemplo, los debates electorales a los que asistirán sus candidatos. Las condiciones inéditas en las que afrontarán los comicios –salvo sorpresas presentarán a los mismos líderes, programas prácticamente idénticos a los de diciembre y candidaturas muy similares– y el escaso tiempo disponible obligan a acelerar todos los debates internos y decidir con rapidez.

Los expertos señalan que, en esta ocasión, las propuestas "ideológicas" tendrán menos efecto entre los electores a la hora de decidir el voto. Al fin y al cabo, comentan, los programas de los partidos ya son conocidos y es improbable que demasiados votantes cambien de opinión en los pocos meses transcurridos desde diciembre. En las semanas previas a la repetición de las elecciones, por tanto, se hablará sobre todo de las negociaciones de los últimos meses y de los posibles pactos postelectorales, toda vez que parece evidente que ninguna formación logrará la mayoría suficiente para gobernar en solitario.

También aflorará la batalla entre los principales partidos por no aparecer como los culpables de que no se haya formado Gobierno y por señalar a sus rivales como los responsables del bloqueo. A juicio de politólogos y sociólogos, puede ser otro factor que marque la campaña, como también el desánimo de buena parte del electorado, que no ha visto satisfechos sus deseos de cambio y que puede tener ahora menos incentivos que en diciembre para votar una segunda vez, de modo que las estrategias de campaña estarán destinadas, también, a movilizar a las bases.

Votar en clave de pactos

Para Gema Sánchez Medero, doctora en Ciencias Políticas y de la Administración y profesora en la Universidad Complutense, muchos electores elegirán a quién votar en clave "menos ideológica" y "más utilitarista". "Ahora ha sido imposible alcanzar un pacto, y habrá gente que al acudir de nuevo a las urnas piense más en la utilidad de su voto –añade–, porque lo que nadie quiere es que vayamos a unas terceras elecciones dentro de unos meses".

Sánchez Medero cree que el PP puede salir "favorecido" de la repetición de los comicios, porque hubo electores conservadores que en diciembre se fueron a Ciudadanos y que ahora "podrían volver" tras ver que el partido naranja ha pactado con el PSOE y no con el partido de Rajoy. "A muchos votantes de Rivera ese pacto no les gusta", comenta. Jordi Muñoz, doctor en Ciencia Política e investigador en la Universidad de Barcelona, también cree que "el votante medio de Ciudadanos es de centro-derecha y puede volver al PP". El riesgo para los de Rajoy, según Muñoz, es que el PP sea percibido como un partido "poco operativo" al haber rechazado su candidato la posibilidad de intentar ser investido.

El acuerdo Sánchez-Rivera también "puede pasarle factura", a juicio de Sánchez Medero, al PSOE, que en la campaña de diciembre acusó a Ciudadanos de ser "la derecha" y sin embargo acabó pactando con ella. Coincide con esa opinión Kerman Calvo, doctor en Sociología y profesor en la Universidad de Salamanca, que advierte de que muchos votantes socialistas se sentirán "traicionados" por ese acuerdo con el partido naranja y que podrían quedarse en casa el 26-J. "El PSOE se enfrenta a un severo problema de abstencionismo", pronostica.

Calvo apunta que Pedro Sánchez tendrá "problemas" para transmitir la idea de que "su alma sigue siendo de izquierdas" tras el acuerdo con Rivera, y añade que debe esforzarse en convencer al electorado de que ese acuerdo se alcanzó por una cuestión de "gobernabilidad". "Pero es que, además, Pedro [Sánchez] tampoco puede ponerse muchas medallas por pactar, porque no ha conseguido pactar lo suficiente [como para ser investido presidente]", subraya. Muñoz también cree que los socialistas pueden ganar algunos votos de electores "moderados", pero que han dejado desprotegido su perfil "más de izquierdas".

Más a la izquierda, precisamente, la principal duda estas semanas es saber si se formará una alianza a nivel nacional entre Podemos e Izquierda Unida-Unidad Popular. Sánchez Medero dice que "lo lógico es que en coalición logren más escaños" que la suma de ambas candidaturas el 20-D, especialmente porque si concurrieran unidas estarían en disposición de robar los últimos escaños "a Ciudadanos e incluso al PSOE" en algunas circunscripciones pequeñas y medianas en las que en diciembre no lograron representación por separado.

Los culpables del bloqueo

La imposibilidad de formar Gobierno también marcará la recta final hasta la repetición de las elecciones. Calvo considera que la situación de bloqueo vivida estos meses afectará de distinta forma a los partidos de izquierda y los de derecha, e implicará diferencias en el modo en el que afrontarán la campaña. "A la derecha le va a venir bien hablar de la seriedad, la estabilidad, de pactos... especialmente al PP le viene bien no hablar de recortes o del programa eletoral. La izquierda, el PSOE y Podemos, pueden ser percibidos en mayor medida como culpables del bloqueo, así que no hablarán tanto de la gobernabilidad".

El analista predice que socialistas y morados tratarán de centrar el debate "en sus programas": "Podemos querrá hablar de que sus propuestas son las que más convienen a la mayoría de la gente", añade. Calvo recuerda, además, de que el "desánimo" del electorado por una repetición de las elecciones afecta tradicionalmente a la izquierda en mayor medida. Muñoz señala que la formación que logre imponer "su relato de por qué vamos a elecciones de nuevo" puede tener mucho ganado: "El debate de la culpa es un factor potencialmente importante que puede influir en el trasvase de votos, toda vez que las candidaturas y propuestas son las mismas que el 20-D", dice.

Debates para movilizar

Sobre la cuestión de los debates y su posible influencia, Sánchez Medero dice que "muchos electores" tiene ya "claro de antemano" su voto y que, por tanto, "no les afectan" los debates. "Pero hay votantes que fluctúan, que no son los fijos, y un buen o un mal papel en un debate puede facilitar los trasvases de voto entre partidos ideológicamente próximos", añade. En resumen,"perder un debate" puede elevar los niveles de abstención del electorado de un determinado partido y ganarlo, por contra, puede significar arañar un puñado de papeletas al rival.

"No mueven montañas, pero tienen efecto sobre los electores indecisos y los desmovilizados", coincide Kerman Calvo, que añade otro perfil de votante especialmente sensible a los debates en televisión: "Los votantes ilustrados, los que necesitan mucha información para decidir el voto y quieren ver a los candidatos confrontar propuestas", comenta. Para Calvo los debates "no son un capricho de nuestro sistema", sino que tienen una "importancia creciente".

El analista, además, apunta que suelen funcionar mejor en las discusiones en público "los partidos de izquierdas": "Quien más necesita hacerlo bien es Pedro Sánchez, que necesita hablar de promesas y volver a su programa original, revitalizar sus propuestas. El segundo más interesado debería ser Pablo Iglesias, para revertir la idea de que son los culpables de que no haya Gobierno. Y, por último, Ciudadanos y PP tienen probablemente menos interés en debatir".

Muñoz, finalmente, considera que "en contextos de mucho cambio político" los debates "son más importantes", y recuerda que varios estudios apuntan que en 2008 "el PSOE arañó hasta seis puntos" gracias a los debates electorales. Sobre el formato "cara a cara", el politólogo dice que los socialistas deben valorar si les conviene o no, porque es una apuesta "arriesgada". A favor tiene que presentaría a Sánchez como única alternativa a Rajoy y el PP, apunta, pero el riesgo es que presenta un "relato bipartidista que no cuadra con la realidad" y que se les podría "vovler en contra, porque es poco creíble para muchos votantes" tras la irrupción en diciembre de Podemos y Ciudadanos.

El precedente del 20-D

Antes de las elecciones de diciembre hubo cuatro grandes debates. El primero, en la Universidad Carlos III de Madrid, se celebró el 23 de noviembre y acudieron los líderes de Podemos y Ciudadanos, Pablo Iglesias y Albert Rivera. Aunque también estaban aunque estaban invitados los candidatos de PP y PSOE, Rajoy y Sánchez declinaron la invitación y ofrecieron a cambio a Pablo Casado –vicesecretario de comunicación– y Antonio Hernando –portavoz en el Congreso– respectivamente. La asociación de estudiantes que organizó el evento lo rechazó.

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Apenas una semana más tarde, el 30 de noviembre, Sánchez se unió a Iglesias y Rivera en el segundo debate, que organizó El País. El diario también invitó a Mariano Rajoy, que rechazó también esta invitación. El presidente en funciones tampoco acudió al debate a cuatro en Atresmedia el 7 de diciembre. Fue el primer encuentro en el periodo de campaña, y junto a los cabezas de cartel de PSOE, Podemos y Ciudadanos, asistió en representación del PP la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. El presidente en funciones se reservó para el cara a cara con Sánchez emitido el 14 de diciembre.

Al margen de estos debates, hubo otros cuatro en TVE con representantes de PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos, IU-Unidad Popular, UPyD, Democracia y Libertad, Unió y PNV. El primero se centró en la economía y el empleo, el segundo en las políticas sociales, el tercero en las medidas de regeneración democrática y el último, celebrado el 9 de diciembre, apenas diez días antes de la celebración de las elecciones, fue un debate global entre Pablo Casado (PP), Antonio Hernando (PSOE), Íñigo Errejón (Podemos), Marta Rivera (Ciudadanos), Alberto Garzón (IU-UP), Miguel Puig (DL), Montse Surroca (Unió), Aitor Esteban (PNV) y Andrés Herzog (UPyD).

Sánchez Medero opina que el peor parado en el debate a cuatro fue Albert Rivera, líder de Ciudadanos, y que su mal papel en aquel enfrentamiento explica parte de la diferencia entre lo que las encuestas pronosticaban para su partido –muchos sondeos calculaban que la formación naranja obtendría entre 50 y 60 escaños– y las 40 actas con las que finalmente tuvo que conformarse. "A Podemos, en cambio, le pasó justo al revés", apunta la experta, que destaca que el buen papel de Pablo Iglesias en los debates televisados fue una de las claves de la "remontada" del partido morado en la recta final hacia las urnas. Fuentes socialistas señalan a este diario que, por ahora, no hay ningún debate cerrado. "Es pronto", comentan en el PSOE, que está a la espera de recibir propuestas de los medios.

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