La delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, guarda silencio ante
las numerosas críticas y peticiones de dimisión o cese de las que ha sido objeto
tras tumbar el juzgado número 11 de lo Contencioso-Administrativo de Madrid la prohibición de exhibir banderas independentistas catalanas –esteladas– en la final de la Copa del Rey de fútbol que se celebrará este domingo en el estadio Vicente Calderón (Madrid).
A preguntas de este diario, fuentes de la
Delegación se limitaron a expresar que el auto "se acata" y que "no se va a recurrir".
Sobre si Dancausa se plantea abandonar su cargo, no hubo respuesta oficial. Fuentes del departamento añadieron, informa Europa Press, que "independientemente del auto la Delegación sigue compartiendo el criterio estrictamente técnico" que había adoptado, porque "es un debate de seguridad ciudadana, no de símbolos".
El auto conocido este viernes
[ver en PDF] subraya que la no adopción de la suspensión cautelar "haría perder la finalidad legítima del recurso por razones obvias, dada la prontitud de la celebración del evento" y argumenta que "en ningún caso ha resultado probado" que la exhibición de esteladas "pueda incitar a la violencia, el racismo, la xenofobia o cualquier otra forma de discriminación que atente contra la dignidad humana", sino que está
amparada por "la libertad ideológica".
Petición de dimisión
El presidente de la Generalitat,
Carles Puigdemont, pidió la dimisión o el cese de Dancausa: "Cuando un poder público intenta impedir un derecho democrático como la libertad de expresión,
en un país normal se exigen responsabilidades: la dimisión o, si no hay dimisión, el cese", explicó en rueda de prensa desde la Generalitat. Puigdemont también exigió "explicaciones y rectificaciones" a los ministros que habían avalado la prohibición de ir con esteladas al campo.
El portavoz adjunto del PSOE en la Asamblea de Madrid, José Manuel Franco, también pidió la dimisión de Dancausa. En declaraciones a los medios, señaló: "Nos parecía desproporcionada la medida porque en democracia toda restricción de la libertad de expresión
hay que hacerla de una manera justificada y esto no estaba justificada". "No se puede echar gasolina al fuego como se pretendía con esta medida. Sería bueno que asumiese la responsabilidad y presentase la dimisión o que la cesase el Gobierno", recomendó.
José Manuel López, portavoz de Podemos en el parlamento madrileño, acusó por su parte a Dancausa de utilizar la Delegación como "plataforma para la campaña electoral". "La Ley del Deporte entró en funcionamiento en 2007 y hasta ahora no se han prohibido ninguna estelada y curiosamente se prohíbe en este partido. El PP de nuevo intenta
utilizar las instituciones a su servicio porque está en campaña electoral. ¿Qué es lo que ha cambiado de 2007 a aquí? Dancausa ha utilizado su puesto para hacer campaña", dijo.
A pesar de que la argumentación del juez se fundamenta en el hecho incontestable de que la bandera estelada nada tiene que ver con un símbolo violento, sería tremendamente insensato e irresponsable no extremar al máximo las medidas de seguridad en el partido de este domingo. La prohibición y el levantamiento de la misma, y también el actual clima electoral, crean un contexto diferente al de cualquier otro partido. Y no hace falta ser un sesudo politólogo ni un fino adivino, sino contar con algunos años, algo de memoria y algunas lecturas críticas, para calificar como delicada la situación actual. A nadie, pero menos a las autoridades encargadas de velar por nuestra seguridad, debería pasarle desapercibida la siniestra tendencia, fácilmente constatable, de que es precisamente en épocas electorales cuando suelen ocurrir acontecimientos luctuosos que acaban condicionando las votaciones. Evitar preguntarse “a posteriori” si se hizo o no todo lo posible o a quién beneficia este tipo de acontecimientos carecería de sentido si la seguridad de todos estuviera en todo momento garantizada. Algo al parecer imposible. Por esta razón, sería bueno que, sin caer en infundados alarmismos, pensemos en las veces en las que como ciudadanos rasos somos utilizados como peones sacrificables en el tablero de siniestras estrategias globales o locales, ejecutadas por oscuras fuerzas para las que el fin justifica los medios. Unas fuerzas oscuras que en ocasiones parecen manejar los hilos y, a veces, el destino de las personas y de los pueblos.
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