Elecciones 26-J

El debate no decantará el voto de muchos indecisos pero deja a Sánchez tocado

El debate no decantará el voto de muchos indecisos pero deja a Sánchez tocado por su indefinición

Ibon Uría

El primer lunes de la campaña para las generales del 26 de junio estaba marcado en rojo en el calendario de los cuatro principales candidatos a la Presidencia del Gobierno. Mariano Rajoy (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Unidos Podemos) y Albert Rivera (Ciudadanos) se vieron las caras en el primer y único debate con el objetivo de exprimir más de dos horas de televisión para movilizar a sus electorados y arañar todos los votos posibles.

¿Pero realmente animan los debates a acudir a las urnas? ¿Sirven a los indecisos para decantarse por una u otra opción? Máriam Martínez-Bascuñán, doctora en Ciencia Política por la Universidad Autónoma de Madrid;Lluis Orriols, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford; Gema Sánchez Medero, doctora en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense, y Pablo Simón, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Pompeu Fabra, analizan los datos de las encuestas, el desempeño de los candidatos en el debate y su posible efecto sobre los indecisos.

Hay indecisos, pero no tantos

Un primer dato a tener en cuenta es que hay menos indecisos que en la campaña previa a las elecciones del 20-D o, al menos, eso es lo que se desprende de las encuestas del CIS. De acuerdo con el sondeo preelectoral anterior a los comicios de diciembre [ver en PDF], entonces había un 86,9% de ciudadanos que iban a votar "con toda seguridad" o "probablemente" y, de ellos, un 41,6% aún no había decidido su voto. Del cruce de ambas cifras se desprende que el 36% de los ciduadanos no sabía a quién votar a pocas semanas del 20-D.

Ahora la situación es la siguiente: un 82,2% de los encuestados responde en el sondeo preelectoral del CIS [ver en PDF] que irá a votar "con toda seguridad" o "probablemente" y, de ellos, está indeciso el 32,4% de los electores. El resultado es que los indecisos representan ahora el 26,6% del total. "Tuvimos elecciones hace muy poco, y es lógico que los electores tengan sus preferencias claras. El grado de incertidumbre es menor cuando se vota unos pocos meses después en lugar de cuatro años después de las últimas elecciones", razona Orriols.

"Estas elecciones son muy importantes, pero las del 20-D fueron mucho más excepcionales. La situación de partida ahora es distinta, Podemos y Ciudadanos ya han conseguido representación parlamentaria y la volatilidad –el porcentaje de votos que se van a otro partido– será más reducida. En diciembre la ganancia de los dos partidos emergentes era neta, mientras que ahora su estrategia debe centrarse especialmente en reforzar lo que ya han conseguido. En ese terreno, por ejemplo, son Podemos y PP los partidos que presentan mayor fidelidad de voto, frente a Ciudadanos y PSOE que tienen más indecisos", dice Martínez-Bascuñán.

Los movilizados y los que no votarán

En efecto, si se observan los datos de esa última encuesta en función del partido al que se voto en diciembre de 2015 [ver en PDF], la principal conclusión es que los electorados de PP y Unidos Podemos están más movilizados que los de PSOE y Ciudadanos. De acuerdo con el sondeo del CIS, el 92,1% de quienes el 20-D eligieron la papeleta de Podemos irán a votar "con toda seguridad" o "probablemente", un porcentaje que es similar en el caso de los votantes de IU-Unidad Popular (91,7%) y PP (91,3%), y que baja algo más entre las bases de Ciudadanos (89,2%) y PSOE (88%).

En cuanto al grado de decisión sobre el sentido de su voto, la situación se repite: los votantes conservadores y de Podemos tienen más claro a quién votar el 26 de junio que los ciudadanos que el pasado diciembre apostaron por las listas de Sánchez o Rivera. El 33,4% de quienes tienen previsto votar y en diciembre apostaron por Ciudadanos tienen dudas, una cifra incluso superior a la de los votantes del PSOE (29,2%). La cifra cae al 28,5% entre los de IU-Unidad Popular y al 22,6% entre los de Podemos. Los más fieles son los del PP: sólo duda el 19,5%.

Los electorados fieles y los que dudan

Sánchez Medero apunta que Ciudadanos es el partido con más votos "prestados" de otros partidos y subraya que no ha conseguido "fidelizarlos". "El PP, en cambio, tiene claro su público y fideliza a sus votantes" o, en otras palabras, logra que repitan elección tras elección. Sobre el PSOE dice que sus bases "dudan de qué pasará con su voto" y que su "indefinición" le perjudica. Simón, por su parte, resalta que los trasvases se producen en múltiples direcciones y casi siempre "a tres": "Hay votantes del PP que pueden dudar en pasarse a Ciudadanos o al PSOE, votantes del PSOE que pueden optar por la abstención o por Unidos Podemos...", ejemplifica.

Según el CIS, estas son las dudas más frecuentes [ver datos en PDF]: entre quienes votaron al PP el 20-D y ahora tienen intención de acudir a las urnas, un 37,4% baraja pasarse a Ciudadanos y un 18,8% al PSOE; entre las bases socialistas, un 24,2% contempla votar a alguno de los partidos integrados en Unidos Podemos, un 21,3% a Ciudadanos y un 15,4% al PP; entre los votantes de Podemos en diciembre, un 19,7% podría votar ahora al PSOE y un 10% a Ciudadanos; y finalmente, entre los partidarios de Rivera hace seis meses, un 24,1% duda si votar a Rajoy y un 21,8% no descarta votar a Sánchez

La influencia del debate

Y con ese escenario como telón de fondo se llegó al debate de este lunes, que fue seguido por más de 10,5 millones de espectadores, un 57% de quienes en ese momento estaban frente al televisor. Sobre su posible influencia sobre los indecisos, Orriols comenta que "ningún evento" de la campaña mueve por sí sólo a "gran cantidad" de electores, "pero si alguno puede hacerlo –subraya–, ese es el debate". El experto apunta que hay dos posibles efectos del enfrentamiento a cuatro: "Puede animar a los tuyos o generar ambivalencia, dudas, y hacer cambiar el voto de algunas personas".

"Los debates básicamente sirven para reforzar el voto, y en menor medida para cambiar la orientación del voto o para movilizar –ahonda Martínez-Bascuñán–. Según una encuesta de Metroscopia, sólo el 5% de los consultados admite que el debate les puede hacer cambiar su voto. Quizás pueda ser importante para movilizar un pequeño porcentaje de votantes que pensaban abstenerse, o a ayudar a decidir el voto a otro pequeño porcentaje, pero la importancia de estos debates en términos de movilización es muy relativa y aún queda mucha campaña: el debate quedará muy lejos como para jugar un rol decisivo". 

Simón, en esa misma línea, dice que el efecto del debate sobre los indecisos no será "grande". Además, subraya que en esta ocasión el enfrentamiento ha tenido lugar "muy al comienzo de la campaña" y que la gente "cada vez decide el voto más tarde". Según el CIS, en diciembre el 9,3% de quienes votaron decidieron el mismo día de las elecciones y otro 17,6% durante la última semana de campaña. "Pero las campañas importan, eso sí, y el debate es una herramienta más de campaña que, además, da líneas maestras de cómo se mueve cada partido", concede Simón.

Mal papel de Sánchez

Sánchez Medero dice que "ningún candidato destacó demasiado", pero si tuviera que elegir un ganador situaría en la primera posición a Iglesias. "Estuvo hábil al lanzar a Sánchez el guante para una futura coalición, dijo que no es el enemigo del PSOE... Mucha gente va a votar en clave de pactos postelectorales e Iglesias quiere robar claramente votantes al PSOE", apunta. Orriols coincide: "Daría como vencedor a Iglesias, pero con un menor margen que en diciembre, y es pronto para decir si generó ambivalencia" o, dicho en otros términos, si su actuación puede llevar a votantes socialistas a apostar por Unidos Podemos en esta ocasión.

En cuanto a Ciudadanos, Sánchez Medero apunta que su "problema" es que no sabe a qué "público objetivo" dirigirse. Orriols y Simón no coinciden. El primero de ellos apunta: "Ciudadanos también estaba en un escenario adverso, en una contienda muy polarizada, pero Rivera consiguió hacerse ver en el debate y fue uno de los vencedores". Simón considera que "Rivera fue el más efectivo", criticando a Rajoy por los casos de corrupción "sin meterse con el PP" y "atacando a Podemos para reubicarse en el centro-derecha tras su pacto con el PSOE".

Los argumentarios de cada partido para sostener que su candidato ganó el debate a cuatro

Los argumentarios de cada partido para sostener que su candidato ganó el debate a cuatro

"La mayoría de los sondeos confirman la victoria de Iglesias, pero valoran muy positivamente la intervención de Rivera. Fue quien más arriesgó: fue muy duro con el PP, probablemente articuló la crítica más sólida contra Rajoy por la corrupción, y sin perder de vista el otro frente contra Podemos. Sabe que el mayor porcentaje de indecisos está entre Ciudadanos y el PP, y que el pacto con el PSOE le ha podido perjudicar. Por tanto, debe vender la imagen de centro moderado conservador, al mismo tiempo que se presenta como el político regeneracionista. Ese es el doble juego que intentó desarrollar", desarrolla Martínez-Bascuñán.

Donde hay consenso es en el mal papel de Sánchez. "Rescató la idea de la pinza y no creo que vaya a ser muy efectiva", dice Simón. Para Orriols, los socialistas están ante un "escenario muy adverso" y se están enfrentando a él "sin una estrategia clara". "Si la hay, aún no la han encontrado: siguen atrapados en la indefinición, entre dos fuegos, y necesitan tomar una decisión antes o después", dice. "Sánchez, en cambio, no se quisó mojar, no aclaró su objetivo y eso pasa factura. Tuvo que arriesgar más porque si se confirma que el PSOE es tercero será un gran fracaso. Estuvo demasiado conservador", concluye Sánchez Medero.

"Sánchez mantuvo un perfil más bajo durante el debate. Es difícil pensar que después de ese debate haya atraído a indecisos o haya movilizado más a sus bases. Iglesias estuvo muy astuto a la hora de plantear el argumento de 'el verdadero adversario'. 'Rajoy es tu verdadero adversario, no yo', le dijo, y ese tono conciliador, ese rechazo expreso al ataque, dejó más expuesto a Sánchez, que quizás está abusando en exceso del argumento de la pinza. Nada hace pensar que Sánchez consiguiera, con ese perfil bajo, atraer a más indecisos o movilizar a sus bases", resume Martínez-Bascuñán.

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