Amira, dos años esperando asilo en España: “No puedo hacer nada ni pensar en el futuro”

Con la única certeza de que tenía que abandonar Libia, su país, Amira (nombre ficticio) fijó Noruega como su objetivo: llegar allí era su esperanza, su salida a las constantes amenazas recibidas por defender los derechos de las mujeres y revelarse contra la Ley Islámica (Shari'a). Sin embargo, el camino emprendido pronto cambió de rumbo y, lo que debía ser un futuro mejor, pronto se transformó en un bloqueo internacional con España como protagonista.

"Yo sólo sabía que tenía que irme a algún lugar", revela Amira en conversación telefónica con infoLibre, asegurando que en un primer momento se sintió "muy optimista pensando que allí [en Noruega] tendría algún derecho", hasta que "desafortunadamente", cuenta, "ocurrió lo que ocurrió".

"Cuando llegué allí me dijeron que tenía que venir a España por un acuerdo bilateral", afirma al recordar que las autoridades del país nórdico le aseguraron que en España tenían su visado, razón por la que decidió volver a hacer las maletas. No obstante, una vez tocó suelo español,  las autoridades del aeropuerto le explicaron que "no tenían ninguna información sobre qué estaba pasando". "Sólo me dieron mi pasaporte y me dijeron: 'Ya puedes hacer lo que quieras, ir donde quieras". Pero la realidad fue bien distinta.

"Yo ya sabía lo que iba a pasar y me dijeron que nada más aterrizar fuese a Cruz Roja, que ellos me atenderían", señala. La organización no gubernamental le ayudó a subsistir durante seis meses, pero una vez pasado ese tiempo se quedó en la calle. Con una última ayuda de 340 euros en concepto de "ayuda de salida", Amira tuvo que abandonar el lugar porque así lo marcaba la legislación. "Era la ley", cuenta que le dijeron.

Dos años más tarde la situación todavía sigue en el aire: Amira no dispone del asilo que solicitó y el Ministerio del Interior guarda silencio. "Llevo mucho tiempo esperando una respuesta", lamenta. Según su relato, cada vez que va a resolver sus papeles le comunican que están a la espera. "Cuando llegas todo está bien, pero una vez se pasan los seis primeros meses te quedas sin nada, sin dinero. Dicen que es la ley… pero a ellos no les importas", sentencia.

Durante este tiempo ha sobrevivido gracias a la ayuda de amigos, que se convirtieron en la base económica que le permitió salir adelante hasta que logró un trabajo. "No fue fácil, pero siempre he dicho que fui afortunada de encontrarlo", añade. La clave, asegura, fue buscarlo "todos los días".

Barcelona le dio suerte a esta mujer que, además, no habla español. Pero cuenta que en la ciudad condal "hay muchas compañías que hablan en inglés y que no usan el español en el trabajo". Claro que, aunque ha logrado dar ese pequeño primer paso a nivel laboral, su situación legal continúa bloqueada: "No puedo moverme, no puedo viajar, no puedo hacer nada ni pensar en el futuro", se queja.

14.780 Amiras

Amnistía Internacional se ha dirigido "en varias ocasiones al Ministerio del Interior en busca de información" sobre el caso de Amira, pero "la respuesta obtenida es que no se están resolviendo ahora mismo algunas nacionalidades", denuncia en conversación con este diario Virginia Álvarez, responsable de investigación y política interior de la ONG, que conoce de primera mano el caso de la activista.

"A los seis meses se le retiró todo tipo de ayudas y su caso es un ejemplo de que no se están cumpliendo con los compromisos internacionales, y que una vez están aquí tampoco están siendo tratados adecuadamente", añade Álvarez, que pone el acento en la necesidad de recordar que si abandonó Libia fue porque "su vida estaba en peligro".

Pero como Amira hay muchas personas más. Según las cifras del informe El asilo en España: un sistema poco acogedor, en 2015 España recibió un total de 14.780 solicitudes de asilo. El número de peticiones asciende hasta las 1.321.600 en el conjunto de Europa.

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"Se suele hablar del 'criterio de prudencia' por el, que con personas de determinadas nacionalidades, los países que reciben la solicitud demoran la resolución de las solicitudes a la espera de que la situación del lugar de origen mejore”, explica Álvarez. Lo que ocurre es que, cuando esto sucede, "pueden empezar a denegar todas las solicitudes"; una situación que la representante de Amnistía Internacional califica de "muy preocupante" porque "habría que ver el caso particular de cada persona y no sólo tener en cuenta la situación del país de origen".

Álvarez cita como ejemplo el caso de Ucrania, cuyas peticiones "han estado mucho tiempo sin resolverse" a la espera de que el conflicto en el país evolucione. Ahora que "están empezando a resolverse" las solicitudes, añade, "lo están haciendo para denegarlas".

"Aquellos que tienen derecho a tener el estatuto de refugiado deberían tener acceso al asilo", denuncia la portavoz de la ONG, quien critica que personas como Amira lleven tanto tiempo sin una contestación. "Por ley –recuerda– Amira debería haber recibido al menos una respuesta tras los seis primeros meses, pero ya lleva más de dos años en este estado". En definitiva, lamenta Álvarez, Amira "no sabe lo que va a pasar ni qué va a ser de ella", más aún si se tiene en cuenta que abandonó Libia porque "su vida estaba en peligro" y que, en el caso de regresar, "se pondría nuevamente en riesgo".