Violencia machista

Los ayuntamientos se movilizan contra las agresiones sexistas en festejos multitudinarios

Las instituciones entran en acción para combatir las agresiones sexistas en festejos multitudinarios

Cada ocho horas una mujer es víctima de una violación en España. Tres mujeres al día. Una media que supera, desde el 2009 –fecha en que el Ministerio del Interior comienza a elaborar la estadística–, la cifra de 1.200 violaciones cada año. Se trata de una realidad que evidencia las consecuencias más obvias de un sistema tradicionalmente fundado sobre los cimientos del patriarcado. Se trata, además, de una de las formas más visibles de un machismo sistémico, pero no de la única. Los datos registrados por Interior contemplan únicamente la violación con penetración, pero dejan a la sombra otros tipos de agresiones que diariamente padecen las mujeres por el hecho de serlo.

Así lo llevan expresando durante años organizaciones civiles y movimientos sociales que trabajan diariamente para extirpar el problema de raíz. La labor de dichos agentes comienza ahora a materializarse gracias al avance de la colaboración con las instituciones que les han tendido la mano. Una de las muestras más representativas de ello han sido las diferentes campañas puestas en marcha a lo largo del verano para impedir este tipo de agresiones en los entornos festivos, y que continúan ahora a lo largo del mes de septiembre en ayuntamientos como Albacete, Talavera o Valdepeñas.

Acciones a nivel local

La campaña probablemente más visible, por la repercusión mediática del festejo y su reputación a nivel internacional, ha sido la impulsada en Pamplona durante la celebración de los Sanfermines. Con la llegada del mes de julio, el grupo de trabajo Sanfermines en Igualdad llevó a cabo toda una serie de medidas destinadas a la sensibilización, prevención, y asistencia, en el marco de un festejo que aglutina a más de millón y medio de personas cada año y que se ha convertido en el foco de los ataques a mujeres.

El equipo de trabajo incluía al Ayuntamiento de Pamplona y a colectivos feministas que durante años han trabajado en la defensa del derecho de las mujeres a disfrutar de las fiestas en plena igualdad. La iniciativa englobaba desde el reparto de folletos informativos en los medios de transporte que llevaban a la capital navarra, hasta una caseta informativa donde registrar incidencias y personal especializado para acompañar a las mujeres que desearan interponer una denuncia.

Otro de los eventos más populares del país sitúa el riesgo de la violencia machista en la localidad de Buñol, en Valencia. Se trata de la Tomatina, un evento que congrega durante el último día de agosto a más de 20.000 personas y que este año ha optado por abanderar la lucha contra la violencia machista y homófoba. En su 71 edición, el Ayuntamiento decidió poner en marcha un despliegue de 350 agentes formados en un protocolo especial –esencialmente basado en responder a cualquier tipo de agresión sexual reduciendo al agresor y poniéndolo a disposición judicial– con el fin de combatir un "problema que es cosa de todos", según apuntó el propio Consistorio, que mediante un comunicado oficial subrayó la necesidad de "invertir más y mejor por parte de las administraciones públicas en erradicar esta situación".

También en agosto, el ayuntamiento de Barcelona implantó en distintos distritos la campaña BCN antimacliste, con el fin de declararse ciudad que "rechaza la violencia machista". Distritos como el de Gràcia han teñido sus festejos de violeta y se han sumado a la iniciativa, que no sólo ofrece carteles, panfletos, vídeos y actividad en redes sociales, sino que también recoge una guía de información para detectar casos de violencia machista, para consultar los servicios de asistencia a las víctimas y para poner en común las experiencias de otras personas.

Durante la última semana de agosto, territorios más pequeños se han sumado a las acciones en época de fiestas locales. Es el caso del municipio de Cangas (Vigo), donde el Ayuntamiento ha desarrollado una campaña en conjuntos con organizaciones y plataformas civiles, que mediante redes sociales difundieron artículos y folletos advirtiendo de comportamientos que fomenten "el trato desigual en función del sexo, perpetuando roles y características estereotipadas, y promoviendo maneras de interacción insanas, dependientes y violentas".

Con el periodo estival en su recta final, los festejos multitudinarios continúan extendiéndose en el mes de septiembre, y con ellos la necesidad de poner en marcha protocolos eficaces para erradicar cualquier tipo de violencia hacia las mujeres. En Talavera de la Reina (Toledo) el colectivo Las Brigadas Violetas ha impulsado la iniciativa Brazaletes Morados, que busca prestar ayuda a las víctimas mediante la colocación de una caseta informativa y el trabajo de voluntarias que portarán un brazalete morado en el brazo con el fin de resultar identificables para las mujeres que requieran de su apoyo o protección. El Ayuntamiento de Talavera ha anunciado que apoyará la iniciativa y que ya ha mantenido reuniones con el movimiento feminista. La misma iniciativa se puso en marcha en el barrio zaragozano de San José.

También en Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Albacete ha apostado por trabajar codo a codo con el Centro de la Mujer, buscando realizar una serie de actividades que prevengan y eviten las agresiones machistas en las fiestas locales que tendrán lugar durante la segunda semana de septiembre. El proyecto incluye acciones informativas con dípticos y carteles repartidos por la ciudad y en los comercios aledaños. Además, el 13 de septiembre, ya iniciada la feria, se celebrará de forma oficial el Día de la Igualdad.

En Valdepeñas, el grupo municipal IU-Ganemos se ha unido a las iniciativas mediante la campaña No significa no, si lo ves, denuncia. Según el grupo, "durante las Fiestas del vino y otros eventos, nos encontramos ante incontables casos de distintos tipos de abusos, que se dan incluso en menores y que casi siempre pasan con total impunidad", de modo que abogan por revertir esta situación a través de la actuación directa de las instituciones.

La sociedad civil como "elemento fundamental"

Beatriz Gimeno, activista y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid, considera que la toma de conciencia por parte de los consistorios es "síntoma de que las mujeres nos hemos empoderado". Para la feminista, esta oleada de iniciativas ayuda a visibilizar hechos que "antes pasaban desapercibidos y no considerábamos acoso", señala en conversación con infoLibre. En este sentido, que las instituciones se hagan cargo "es bueno, porque hará que mucha gente se conciencie", fundamentalmente "los chicos, que ante la presión podrán reflexionar sobre lo que es decir : Si no se diceno se puede hablar de consentimiento", añade.

Gimeno no pasa por alto, sin embargo, las limitaciones de este tipo de campañas. "Si no nos decidimos de una vez a cuestionar cómo se está construyendo en esta sociedad la masculinidad hegemónica, no lo conseguiremos", considera. Para la activista, "se están poniendo parches, necesarios, pero no estamos yendo a la raíz". Propone, por este motivo, ir "donde se construye la desigualdad" poner el foco en los centros educativos para inculcar este tipo de valores desde la infancia, algo que, sostiene, "no hemos sido capaces de hacer [desde las instituciones], porque es un hueso duro de roer". Gimeno remata poniendo en el punto de mira a "la derecha y toda su escuela concertada y privada", quienes a su juicio "se niegan a introducir educación en igualdad real".

Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujeres, elogia el trabajo que se desempeñó el pasado mes de julio en el marco de los Sanfermines y que "ha culminado en un entorno de colaboración mucho más marcado", no sólo respecto a "las organizaciones que llevan activas muchos años, sino también por parte de las instituciones que han entendido que es imprescindible esa colaboración". Soleto subraya, asimismo, que "no existe una sola recomendación a nivel internacional de implementación de políticas de igualdad que no recoja la colaboración con la sociedad civil como elemento fundamental". 

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Esa cooperación responde a una necesidad de "cambio social" que es "muy difícil" impulsar sólo por parte de las organizaciones. Por ello, en un problema de tal calado como es "la idea de que el acoso forme parte de la diversión", resulta "enormemente importante" el trabajo conjunto "para fortalecer los lazos de confianza y para expresar la repulsa social". En este sentido, agrega, "hemos pasado de preguntarnos por qué pasa eso, a darnos cuenta de que a lo mejor no sólo pasa en San Fermín y en Pamplona, sino que sucede en muchas otras ciudades", reflexiona Soleto, quien celebra que "se estén cumpliendo objetivos".

En cuanto a la incógnita de cómo trasladar estas iniciativas puntuales a la realidad cotidiana de las mujeres, Soleto apunta directamente a "la voluntad de las instituciones, que tienen que dejar de percibir los movimientos sociales como un problema o como un objetivo, y comenzar a hacerlo como un sujeto político", porque, continúa, "vamos a conseguir resultados efectivos si incorporamos a la sociedad civil".

Lamenta que ciertas instituciones "todavía crean que las organizaciones son más beneficiarias que auténticas colaboradoras", lo que dificulta la apertura de "espacios de diálogo político". Para Soleto, esto se traduce en "una insatisfacción evidente a nivel estatal" porque "hay escenarios formales de colaboración, pero no se está teniendo en cuenta la voz" de las plataformas civiles, capaces de generar "una movilización" que conduzca a un cambio real en un país donde una mujer es violada cada ocho horas.

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