Crisis en el PSOE

El PSOE queda en manos de una gestora y debe decidir si permite gobernar a Rajoy

El PSOE queda en manos de una gestora y debe decidir si deja gobernar a Rajoy

Ibon Uría

Fin de una etapa: el hasta ahora secretario general en funciones del PSOE, Pedro Sánchez, presentó su dimisión pasadas las ocho de la tarde de este sábado, tras perder por 132 a 107 delegados la votación en el Comité Federal sobre la convocatoria de un Congreso Federal extraordinario en las próximas semanas. El partido quedará ahora en manos de una comisión gestora hasta la elección de su nuevo líder.

La composición de ese órgano de transición se comunicó a la 1.30 de la madrugada del domingo. Estará presidida por el asturiano Javier Fernández y tiene un perfil político bajo. Además de Fernández, sólo hay otros dos miembros con una trayectoria política relevante: Mario Jiménez, portavoz del PSOE en el Parlamento andaluz, y Francesc Antich, expresidente de Baleares. 

La gestora está integrada además por otras siete personas: Ascensión Godoy (Extremadura), José Muñoz Lladró (Comunidad Valenciana), María Dolores Padrón Rodríguez (Canarias), Ricardo Cortés Lastra (Cantabria), María Jesús Serrano (Andalucía), Soraya Vega Prieto (Extremadura) y Francisco Ocón Pascual (La Rioja).

Por tanto, los territorios que lideraron la operación contra Pedro Sánchez –Andalucía y Extremadura– son los que tienen mayor cuota de poder en la gestora. En cambio, ni Aragón ni Castilla-La Mancha tienen representantes en el nuevo órgano de dirección, a pesar de que sus barones autonómicos tuvieron un papel relevante en el sector crítico. En total, hay nueve federaciones sin representación en el nuevo órgano de dirección del PSOE. Está previsto, no obstante, que se sume a la gestora un miembro elegido por los socialistas catalanes.

Javier Fernández es uno de los dirigentes más respetados en el seno del partido, y tiene además otro elemento a su favor para el cargo de presidente de la gestora: no está entre sus ambiciones la de optar al liderazgo del PSOE en el futuro.

Decidir la abstención

Más allá de la elección de la dirección transitoria, los socialistas se enfrentan a una cuestión clave para su futuro: la decisión de mantener el no a Rajoy, acordado por el Comité Federal el 28 de diciembre de 2015 –y reflejado en una resolución [ver en PDF] que sigue vigente–, o virar a la abstención para dejar gobernar al líder del PP. Las distintas fuentes consultadas añaden, además, que esa decisión podría tomarla tanto el Comité Federal en una nueva convocatoria como la propia gestora, si el máximo órgano entre congresos decidiera, antes de dar por terminada la reunión de este sábado, delegar esa decisión. El argumento para esta última opción, señalan cargos del PSOE, es que las "heridas" en el partido están "muy abiertas", con lo que un nuevo Comité podría reavivar las tensiones.

Tome quien tome la decisión, existe el convencimiento en cargos de todos los sectores de que la abstención ante el candidato del PP está "más cerca" que antes. Y lo está por varios motivos: el primero, que "no se entendería" la "sangría" que ha vivido el PSOE en los últimos días si no es para modificar esa posición; el segundo, que con un partido "fracturado" y que ha protagonizado un "espectáculo" de división durante toda esta semana se pondría muy cuesta arriba afrontar unos comicios en diciembre; y tercero, que no habría "ningún voluntario" para encabezar la candidatura a la Moncloa.

Lo cierto es que resolver este debate es urgente, y que no parece que vaya a ser sencillo. Es urgente porque los plazos apremian: si no hay un candidato investido antes del 31 de octubre, las Cortes Generales se disolverán automáticamente y España quedará abocada a las terceras generales. Descontando la última semana del mes, necesaria para que se desarrolle el debate parlamentario, al PSOE le quedan apenas tres semanas para decidirse. Y será previsiblemente complicado porque ni siquiera en el sector que este sábado se impuso hay unanimidad sobre qué se debe hacer: hay barones más proclives a la abstención –la andaluza Susana Díaz, el extremeño Guillermo Fernández Vara– y otros que públicamente han defendido el no a Rajoy –el castellanomanchego Emiliano García-Page, el valenciano Ximo Puig–.

De fondo, vinculado a este capítulo del debate, hay un temor que recorre las filas socialistas: que Mariano Rajoy fuerce la situación para ir a unas terceras elecciones en las que el PSOE podría desplomarse muy por debajo de sus actuales 85 escaños. El candidato del PP ha planteado en los últimos meses que no sólo necesita la abstención socialista, sino también aprobar los Presupuestos Generales del Estado y dirigir un Gobierno con cierta estabilidad parlamentaria. El temor en Ferraz es que el líder conservador les plantee una "tesitura inaceptable", exigencias de que podrá gobernar tirando de la abstención socialista en momentos clave, y que en caso contrario amenace con convocar unos nuevos comicios. Esa jugada del PP, comentan cargos del PSOE, "se notaría mucho". Pero el peligro existe.

Dimisión tras un debate tenso

En la hoja de ruta de los ganadores del Comité Federal está previsto celebrar el Congreso Federal extraordinario del PSOE en un plazo aproximado de seis meses. Será entonces cuando se elija al recambio definitivo de Pedro Sánchez, que este sábado tiró la toalla tras más de once horas de tenso debate y después de constatarse que su sector era minoritario. En la reunión se acreditaron un total de 253 delegados, que se citaron en Ferraz a las 9.00 horas. Pero el desencuentro entre ambos sectores era tal, que la mañana transcurrió sin que se pudiera consensuar siquiera el orden del día y si los cargos de la Comisión Ejecutiva Federal de Sánchez tenían o no derecho a voto en calidad de integrantes de la dirección del partido, toda vez que los críticos no les reconocían legitimidad alguna al frente del PSOE.

Hacia el mediodía, el único avance fue la constitución de la Mesa del Comité, integrada por tres miembros –dos afines a Sánchez y una crítica–. Pero ni siquiera el árbitro del debate era ajeno al ambiente de enfrentamiento: entre la presidenta –la secretaria general del PSOE de Sevilla, Verónica Pérez, quien el jueves se definió como "única autoridad" del partido al considerar caducado el mandato de Sánchez– y el vicepresidente –Rodolfo Ares, afín a Sánchez–, surgió incluso un incidente por discrepancias en los turnos de palabra.

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La tensión fue en aumento y vivió sus horas más críticas a partir de las seis de la tarde. Los partidarios de Sánchez forzaron entonces el comienzo de una votación en urna –no a mano alzada, como ocurre habitualmente en el Comité Federal– sobre la convocatoria del congreso federal del partido en los términos que este sector defendía. Pero ese intento tuvo que detenerse entre gritos de "¡pucherazo, pucherazo!" provenientes del sector crítico. El secretario de Organización del PSOE de Andalucía, Juan Cornejo, llegó a advertir de que, si se seguía adelante, se llamaría a "un notario" para que certificase los hechos que se estaban produciendo en Ferraz. El sector contrario a Sánchez respondió con una recogida de firmas para plantear una moción de censura contra él. Algunos delegados abandonaron la sala.

Finalmente, hacia las ocho de la tarde, unos y otros cedieron y acordaron resolver el enfrentamiento votando: los afines a Sánchez aceptaron aparcar las urnas y pronunciarse por llamamiento; sus detractores, votar –al menos sobre el papel– la fecha del congreso y no sobre la creación de la gestora. En cualquier caso, la votación tenía para entonces carácter plebiscitario sobre la figura del entonces todavía secretario general en funciones. Sánchez perdió por 25 votos (132-107), e inmediatamente después anunció su dimisión.

Ante el Comité Federal, señalaron fuentes socialistas, tomó entonces la palabra por última vez para apelar a la "unidad" y proclamar su "orgullo" como militante. Agradeció a su Ejecutiva el trabajo realizado desde su elección al frente del PSOE en 2014 y prometió que todos sus miembros servirán al partido de manera "leal" de ahora en adelante. Entonces abandonó la reunión y se dirigió a la sala de prensa de Ferraz. Repitió el mensaje: argumentó que su propuesta de celebrar primarias el 23 de octubre se debía a la necesidad de "dirimir" dos cuestiones: "el liderazgo" del partido y el debate sobre "el posicionamiento del PSOE en la investidura". Y toda vez que sus tesis salieron derrotadas, admitió que no le había quedado otro camino que la dimisión. "Sin más, muchísimas gracias de corazón. Gracias por vuestra atención, por vuestro trabajo y es todo cuanto tengo que deciros", concluyó su declaración [ver en PDF].

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