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Educación

El currículo educativo obvia la literatura hecha por mujeres: 35 autores y 2 autoras

El currículo educativo de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura de los dos cursos de Bachillerato (16-18 años) obvia de manera flagrante a las mujeres escritoras, poetas o dramaturgas. La materia propone el estudio de los movimientos "más representativos" de la literatura española desde la Edad Media hasta nuestros días "a través de la lectura y análisis de fragmentos y obras significativas". Sin embargo, hace referencia únicamente a dos autoras: Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán. Por contra, los autores hombres citados son 35. Ellas, por tanto, están claramente ausentes de parte de la visión del mundo que se forja en las aulas. 

Al ser esta una asignatura troncal la ley establece que es el Ministerio de Educación el encargado de fijar el contenido de la materia y sus evaluaciones. Por lo tanto, este contenido es idéntico en todas las comunidades autónomas. Eso no quiere decir que, más allá de los nombres que se citan de forma expresa en el currículo, los docentes que así lo decidan puedan ampliar en sus clases este contenido mencionando a otros autores.   

No obstante, la clara infrarrepresentación de las escritoras, poetas o dramaturgas no es una peculiaridad de la actual ley educativa, aprobada por el PP en 2013. El currículo de la ley anterior, ratificada a iniciativa del PSOE en 2006, incluía referencias a 36 autores y sólo tres autoras, pues sumaba a Santa Teresa de Jesús a las citadas Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán. 

Esta desproporción de nombres femeninos indigna a las escritoras consultadas por infoLibre. La novelista Almudena Grandes entiende que, especialmente en el período que va desde 1975 hasta hoy, el "desprecio" por el trabajo de las escritoras resulta "tan injustificable que sólo puede atribuirse a motivos ideológicos, a la voluntad deliberada de ignorar, y hacer ignorar, la obra de las mujeres". 

En el currículo aparecen figuras del Renacimiento como Garcilaso de la Vega o Fray Luis de León; autores de los siglos XVI y XVII como Cervantes, Góngora, Quevedo, Lope de Vega o Calderón de la Barca; del XVIII como Moratín, Jovellanos o Cadalso; o del XIX como Larra, Bécquer o Pérez Galdós. Con esta época se esfuman también las referencias femeninas, que se limitan a las citadas Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán. 

Como exponentes de principios del siglo XX el Ministerio propone analizar la poesía de Rubén Darío o Antonio Machado; la narrativa de Pío Baroja o Unamuno; o el teatro de Valle-Inclán o García Lorca. De la época posterior a 1939, el currículo incluye los nombres de Blas de Otero, Camilo José Cela, Miguel Delibes o Antonio Buero Vallejo. Y de los años que van desde 1975 hasta la actualidad la propuesta es estudiar a Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán, Fernando Fernán Gómez o el dramaturgo Juan Mayorga

"Lo fundamen​tal es que lo que no se nombra no existe. Silenciar significa condenar a la inexistencia a esas autoras para muchísimos lectores que están empezando a acercarse a los libros", dice la poeta y editora Elena Medel. Además, coincide con Grandes en el hecho de que el siglo XX es una época "menos problemática" porque hay más literatura hecha por mujeres. "Es incalificable que los autores de este currículo no sean capaces de mencionar en todo el siglo XX a una poeta, una novelista o una dramaturga", señala. 

Premios literarios  

La escritora Marta Sanz recuerda que el reconocimiento institucional de las autoras a través de los grandes premios literarios también es muchísimo más escaso. "Parece que se concede siempre menos importancia a la literatura escrita por mujeres", señala. En este sentido, Medel llama a las personas que trazan esos itinerarios o entregan los premios tengan cierta conciencia sobre lo que hacen. "Marginar a estas autoras es apartarlas de la vista de sus posibles lectores", lamenta. 

Lo cierto es que desde su creación, solo cuatro mujeres han recibido el Cervantes, el máximo galardón de las letras españolas. Son María Zambrano (1998), Dulce María Loynaz (1992), Ana María Matute (2010) y Elena Poniatowska (2013). Suponen poco más del 9% del total. El mismo número de autoras ha ganado el Premio Nacional de las Letras, el 12%: Rosa Chacel (1987), Carmen Martín Gaite (1994), Ana María Matute (2007) y Carmen Riera (2015).

Y a pesar de ello, ninguna –por supuesto tampoco otras más alejadas del canon– están en el currículo educativo. ¿A qué se debe? ¿Es una cuestión de desconocimiento? ¿De falta de consideración? Sanz cree que puede haber una mezcla de ambas cosas. "Gran parte del desconocimiento que puede haber tiene que ver con una desconsideración secular. No se puede separar lo uno de lo otro", señala.

Medel cree que también puede haber algo de "comodidad", de repetir los patrones heredados... pues cualquier cambio implica un esfuerzo. "El hecho de reconfigurar el itinerario y sacar a autores para incluir a autoras implica hacer una búsqueda, una relectura para ver a quién se incluye... Ese tipo de trabajo requiere horas y dedicación", explica. Sabe de lo que habla, pues desarrolla desde casi dos años una antología de poetas españolas del siglo XX llamada Cien de cien que verá la luz próximamente. Hace unos meses, la editorial de Chus Visor lanzó también la antología Poesía soy yo, que reúne la obra de 82 autoras relevantes de la lírica en español nacidas entre 1886 y 1960.

Obedezca a lo que obedezca, Grandes no puede evitar sentir cierto dolor ante esta infrarrepresentación de las autoras en las aulas. "La ausencia de mujeres no me duele tanto por la afrenta que implica para las escritoras de mi generación –a quienes, al menos, debería reconocérsenos la hazaña de haber logrado equipararnos con los escritores varones– como por la sospecha de que no habremos sido capaces de dejar esto resuelto para las escritoras del futuro. Y no será porque no lo hayamos intentado", apunta. 

Sanz, por su parte, está convencida de que el cambio de esta "tendencia apisonadora" tendrá mucho que ver con la posibilidad de que mujeres tomen la palabra contando sus propias historias en sus libros y contando con medios institucionales y de comunicación que les den visibilidad. "Creo que cada vez hay una mayor sensibilidad social y política para que esto pase", sentencia. 

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