Violencia de género

La violencia machista crece entre los adolescentes a través del control y las redes sociales

Imagen de la manifestación del 8M en Madrid.

La lacra de la violencia machista germina mediante la adopción de apariencias que, pese a su peligrosidad, tienden a pasar desapercibidas debido a su falsa sutileza. Los adolescentes españoles identifican de forma mayoritaria la violencia de género con las agresiones físicas, obviando de este modo todo el abanico de actitudes y comportamientos que la sustentan. Así lo constata un reciente informe elaborado por la Diputación de A Coruña en el marco del programa Suprime o controlSuprime o control, que desde el pasado septiembre funciona en 14 institutos de la provincia con el objetivo de trabajar sobre la prevención de la violencia machista. En un primer balance, el área de Igualdade e Servizos Sociais de la Diputación ha revelado que "no todas las formas de violencia de género son identificadas como tal" entre los alumnos encuestados, adolescentes de entre 14 y 16 años.

Más de la mitad, un 54%, únicamente percibe la violencia de género cuando se trata de agresiones físicas, de forma que "el alumnado mantiene un bajo grado de conciencia y una menor apreciación del maltrato psicológico respecto del físico". Además, casi cuatro de cada diez chicos –el 37,4%– opina que la violencia de género es consecuencia de una "pérdida momentánea de control provocada por los nervios".

Las conclusiones de la encuesta no muestran resultados aislados. En 2015, el CIS elaboró un estudio –Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud– en el que concluye que uno de cada tres jóvenes de entre 15 y 29 años considera "inevitable" o "aceptable" la conocida como violencia de control, y de hecho no identifica los comportamientos de control con violencia de género. Sin embargo, el 97% sí considera "inaceptable" la violencia física y sexual.

Estereotipos, control y redes sociales

El estudio del CIS señala que la percepción de la desigualdad entre hombres y mujeres por la población joven es diferente en función del género, siendo mayor en las mujeres que en los hombres. A la misma conclusión llegó también la Diputación coruñesa, al comprobar las diferentes impresiones entre mujeres y hombres en determinadas cuestiones. Mientras que el 91,5% de las niñas rechaza la idea de que estar enamorada signifique complacer en todo a la pareja, la misma idea sólo es compartida por el 59,1% de niños.

Precisamente en este punto cobra especial relevancia el control en las relaciones, y las redes sociales como herramientas para su perpetuación. Más de la mitad de las adolescentes, concretamente un 51%, opina que las redes sociales como whatsapp son "una fuente de conflicto en las relaciones de pareja". Además, siete de cada diez chicas no valora como normal que, en el marco de una relación, se borre alguna foto personal de las redes sociales cuando a la pareja le disguste, pero este rechazo no alcanza ni a la mitad de los chicos (46,7%). En la misma línea, dos de cada diez chicos consideran normal enviar varios mensajes al día para saber qué hace la pareja, dónde está y con quién, mientras que ninguna chica está de acuerdo con tal afirmación y sólo un 9% admite estar "algo de acuerdo".

Ánxela Franco, responsable del área de Igualdade e Servizos Sociais de la Diputación de A Coruña, recalca en declaraciones a este diario que todo lo que supone "una clara base de violencia de género" los jóvenes "lo identifican como fantasía de amor romántico". Franco admite que, a la hora de preparar la encuesta impulsada en 14 centros educativos, las autoras esperaban "más reconocimientos de los micromachismos", de forma que los resultados se encuentran "bastante alejados" de lo esperado. Señala que "las niñas están más sensibilizadas que los niños, quizá fruto de que la desigualdad les favorece a ellos".

Mi novio me controla es el nombre con el que la psicóloga Ianire Estébanez bautizó su blog dirigido a chicas adolescentes que buscaran respuestas. Estébanez señala en declaraciones a infoLibre que a día de hoy las redes sociales y el uso de las tecnologías retratan "cómo el control, los celos y las relaciones tóxicas están formando parte de la normalidad en gente joven, y no tan joven". Sin embargo, añade, el uso de este tipo de herramientas no está fomentando el control, sino que el mismo "ya existía antes de la creación de las redes y está fomentado por nuestra cultura y nuestra sociedad".

Estébanez argumenta que las relaciones de pareja "se han construido culturalmente desde la idea de que una parte ha de dominar y controlar a la otra, de que los celos y la posesión son muestras de amor, y se han educado desde la dependencia y la necesidad, en lugar de desde el disfrute, la horizontalidad, la interdependencia, y la libertad". La psicóloga entiende que un mayor acercamiento a las tecnologías lo que permite es comprobar "lo que sin ninguna duda está en el fondo y ha estado siempre".

Por otro lado, la identificación de la violencia con lo físico se explica porque es "la manifestación más clara, la que no deja dudas de que una relación se ha establecido desde un abuso de poder". No obstante, Estébanez recalca que la percepción no resulta exclusiva de las personas jóvenes. "Cuando hablamos de violencia, en muy diferentes espacios y con gente de todas las edades y características, la primera imagen que nos viene a la cabeza es la física, y si después reflexionamos, podemos identificar otras formas de violencia", explica. Al fin y al cabo, añade, "los jóvenes reproducen lo que las personas adultas enseñamos, inculcamos y transmitimos", de modo que "no son más que el espejo en el que vemos que como sociedad no hemos cambiado tanto".

Con ella coincide Laura Nuño, directora del Observatorio de Igualdad de Género de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, quien subraya que "la violencia de control" ha comenzado a ser abordada "hace muy pocos años". Hasta el momento, recalca, todas las campañas se han centrado en la violencia física, de modo que la percepción de los jóvenes "responde al perfil general de la sociedad y al mensaje de años previos". A su juicio, la violencia de género entendida únicamente como los asesinatos refleja una idea que comparten adolescentes, sociedad adulta e incluso tribunales. "Apenas hay sentencias por violencia psicológica", recuerda Nuño.

El problema, entiende, es que a medida que se ha puesto la mirada en la violencia "más intensa, se ha descuidado la otra", que a su vez se torna ahora más evidente debido al uso habitual de redes sociales como herramienta fundamental para establecer relaciones. Estébanez matiza que, ante tal coyuntura, ha de ponerse el foco en "por qué no cambiamos como colectivo", y lamenta que "desgraciadamente y si fuéramos capaces de admitir errores, tendríamos que admitir que nuestra sociedad ha sido y es machista desde hace mucho mucho tiempo".

Combatir la violencia desde la igualdad

Como fórmula para luchar contra la violencia de género las expertas coinciden plenamente en señalar la importancia de la educación en igualdad. Laura Nuño recalca que es "imposible poner en marcha campañas contra la violencia de género si no se hace campaña por la igualdad". En su opinión, "es ficticio separar" ambas cuestiones, como ocurre en los presupuestos. "No se va a terminar con la violencia de género si no se acaba con la desigualdad", señala Nuño, quien en este sentido lamenta que "la igualdad no está en los institutos", y por tanto el alumnado "carece de formación".

También Ianire Estébanez entiende que "la educación es fundamental, y de hecho sabemos que da frutos". En este sentido, la psicóloga considera que "hablar de la violencia, empezar a nombrarla, identificarla, es el primer paso para aprender a intentar que no entre en nuestras vidas, para desaprender modelos de amor y de relaciones que no son sanos ni igualitarios, y que nos colocan en riesgos". Sin embargo, lamenta, "muchos de estos aprendizajes no se están haciendo de manera equilibrada en los diferentes ámbitos sociales en que aprendemos a relacionarnos, y es muy importante aprender a reconocer que los cambios sociales son lentos" y que es necesario integrarlos desde todos los ámbitos.

Nina Infante, miembro del Foro Feminista de Castilla y León, sostiene que "no vale con una clase de tutoría para la sensibilización contra la violencia", sino que "los textos y las clases tienen que reflejar la educación en igualdad en todas las etapas". Recuerda, asimismo, que ni el profesorado ni las familias cuentan con formación básica en cuestiones de género. La única herramienta para ello, continúa, implica una "mayor inversión para que se inyecte el mensaje".

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Infante lamenta que la Ley Integral contra la Violencia de Género no haya generado, hasta el momento, "un desarrollo reglamentario respecto a la prevención" y reclama que "los poderes públicos inviertan" y no sólo "se hagan la foto con la pancarta durante las movilizaciones del 8 de marzo".

Precisamente en esta labor, cuenta Ánxela Franco, se encuentra la Diputación de A Coruña. El primer balance del estudio "nos lleva a trabajar en el asunto de micromachismos, nuevas tecnologías y publicidad", con el objetivo de poner sobre la mesa "la violencia no física, que es también violencia de género".  Los pasos a seguir ahora, agrega, apuntan a la elaboración "de un resumen sobre los objetivos", de modo que el plan incluya "formación para los profesores, los padres y las madres". A partir de ahí, la Diputación iniciaría el trabajo en todos los centros y se realizará "una valoración para ver de qué punto de partida se podría iniciar una segunda etapa dentro de un proyecto más amplio". 

Franco recalca que la esencia de la iniciativa se basa en inculcar principios de igualdad "en la enseñanza y en la formación, para evitar que cuando estos jóvenes sean adultos tengan comportamientos asociados a una normalidad" profundamente marcada por valores patriarcales.

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