Primarias del PSOE

El debate sobre el carácter "ganador" del PSOE: sus siete presidentes autonómicos gobiernan con el peor resultado histórico

Pedro Sánchez y Susana Díaz, en una imagen de archivo.

Ibon Uría

Este marzo se cumplen nueve años desde que el PSOE ganó unas generales por última vez. Los socialistas, además de atravesar uno de los capítulos de mayor división interna que se recuerdan, llevan tiempo sumidos en una profunda crisis electoral, así que no es de extrañar que la pregunta de cómo volver a ganar elecciones se haya convertido en una de las claves del debate de las primarias a la Secretaría General del próximo mayo.

Los afines a Susana Díaz consideran que la presidenta de la Junta es la idónea para recuperar el carácter "ganador" del PSOE, y recuerdan que en 2015 se impuso en Andalucía con 20 puntos de ventaja sobre Podemos y 10 sobre el PP, como a la propia Díaz le gusta recalcar en sus discursos. Junto al extremeño Guillermo Fernández Vara y el asturiano Javier Fernández, ella es la única socialista que salió victoriosa de las autonómicas de ese año.

"Sé que tenemos una oportunidad de volver a alcanzar noches electorales de victorias socialistas", dijo hace una semana la presidenta andaluza en una entrevista en Telecinco donde, preguntada por la crisis socialista y la fragmentación del arco parlamentario en el Congreso, recordó que ella también se enfrentó a la fragmentación en Andalucía y que "el PSOE volvió a revalidar su resultado", con el 35,4% de los votos y 47 escaños –en una Cámara de 109–.

Los susanistas también comentan con frecuencia que el ex secretario general Pedro Sánchez, ahora aspirante a recuperar el mando en Ferraz, fue quien llevó al partido a sus mínimos históricos en unas generales: partiendo de los 7 millones de votos (28,7%) y 110 escaños de Rubalcaba en 2011, cosechó 5,5 millones de votos (22%) y 90 escaños en diciembre de 2015 y 5,4 millones (22,7%) y 85 diputados apenas medio año después, en junio de 2016.

Los sanchistas, por su parte, replican que el panorama de la política española cambió mucho entre 2011 y 2015, especialmente por la irrupción de Podemos como principal competidor en el terreno ideológico que venían dominando los socialistas, y se felicitan de haber evitado el sorpasso. Sánchez también reivindica un PSOE "ganador", pero tanto él como sus afines consideran que no pueden compararse los resultados obtenidos por el exlíder con los de etapas anteriores.

Si se comparan sus dos expedientes electorales, los datos indican lo siguiente: el PSOE pasó del 28,7% de votos con Alfredo Pérez Rubalcaba en las generales de 2011 al 22,7% de Sánchez en 2016. Perdió así el 20,9% del electorado. Por su parte, los socialistas andaluces bajaron desde el 39,5% de Griñán en 2012 al 35,4% de Díaz en 2015. Perdieron por tanto el 10,4% de los electores.

Lo cierto es que el PSOE no sólo cayó a mínimos históricos en las elecciones generales: salvo en Murcia, obtuvo su peor resultado en porcentaje de voto en todas y cada una de las comunidades en las elecciones autonómicas de 2015 y 2016. Aunque con amplias diferencias entre regiones –la horquilla va del 12% de Euskadi al 41% de Extremadura–, todas las federaciones socialistas están en mínimos.

Presidentes bajo mínimos

La mejor muestra de la mala situación electoral del partido es, probablemente, el hecho de que incluso allí donde gobierna lo hace con los peores registros de su historia: los siete presidentes autonómicos del PSOE –el partido gobierna Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Castilla-La Mancha, Comunitat Valencia, Extremadura– llevaron a la organización a su mínimo histórico en las últimas elecciones.

Los mejores resultados fueron los del extremeño Guillermo Fernández Vara, que logró el 41,5% de los votos y 30 de los 65 escaños de la Asamblea. Con respecto a las cifras de 2011 repitió el número de actas pero se dejó dos puntos porcentuales, y si se echa la vista atrás se observa que se quedó muy lejos de los máximos del PSOE extremeño, que hace 10 años, en una de sus mejores noches electorales, obtuvo una cómoda mayoría absoluta con 38 asientos y el 53% de las papeletas.

En segundo lugar, el castellanomanchego Emiliano García-Page consiguió el 36,1% de los sufragios, aunque perdió frente a la candidata del PP, María Dolores de Cospedal (37,5%). García-Page necesitó el apoyo de Podemos en la investidura tras dejarse más de siete puntos con respecto a las cifras del PSOE en 2011 (43,4% de los votos). Los socialistas lograron su mejor marca en esa comunidad en 2003, con el 57,8% de los votos. Eran los tiempos de José Bono y sus mayorías absolutas –la obtuvo también en 1983, 1987, 1991, 1995 y 1999–. 

Susana Díaz fue la tercera en la clasificación de barones socialistas con mayor respaldo popular. Díaz decidió adelantar las elecciones autonómicas y ganó, a diferencia de lo ocurrido en 2012 –cuando el PP se impuso por 40.000 votos al socialista José Antonio Griñán–. Eso sí: la actual presidenta tuvo el 35,4% de los votos, cuatro puntos menos que Griñán en 2012 (39,6%) y 17 por detrás de la mejor marca del PSOE-A, en 1982 (52,6%).

El presidente de la comisión gestora del PSOE, Javier Fernández, es otro de los barones socialistas que llevó a su partido a mínimos históricos en las últimas autónomicas: cosechó el 26,9% de los votos, cediendo casi seis puntos con respecto a su propia marca de 2012 (32,6%). Con respecto al listón de 2007, cuando el candidato fue Vicente Álvarez Areces –actual portavoz en el Senado–, la pérdida fue de 16 puntos.

Por último, hay tres presidentes socialistas que tuvieron en sus respectivas comunidades peores resultados que el PSOE de Pedro Sánchez en las generales: el valenciano Ximo Puig (20,8%), que perdió casi siete puntos con respecto a 2011 (27,6%); el aragonés Javier Lambán –llevó a su partido del 29,9% de 2011 al 21,4% en 2015, dejándolo menos de un punto por encima de Podemos– y la balear Francina Armengol, que se estrenó como candidata perdiendo más de 12 puntos con respecto a la marca de Francesc Antich en 2011 –el PSIB cayó del 31% al 19,4%–.

Crisis en todas las comunidades

Después están los territorios donde el PSOE no gobierna, un total de diez comunidades autónomas con un común denominador para los socialistas: en todas ellas –salvo en Murcia– están en mínimos electorales tras las últimas elecciones autonómicas.

El mejor resultado fue el obtenido en La Rioja (26,7%), donde la candidatura de Concepción Andreu se dejó 3,5 puntos con respecto a los resultados de los socialistas en 2011 (30,3%). Similar fue el retroceso del partido en Castilla y León, que ya venía de tocar suelo con Óscar López como cabeza de cartel en 2011 con un 29,6% de los votos y que siguió cayendo en 2015, esta vez con su nuevo secretario general Luis Tudanca como candidato, hasta el 25,9%.

En la Comunidad de Madrid, tras la destitución fulminante de Tomás Gómez como líder y número uno en las listas por parte del entonces secretario general Pedro Sánchez, el PSOE presentó como el exministro Ángel Gabilondo al frente de su lista. Gabilondo ganó un escaño frente a la marca de 2011, pero perdió casi un punto de apoyo electoral –del 26,2% al 25,4%– y dejó al socialismo madrileño en su suelo. También en Murcia ganó escaños el PSOE, pasando de 11 a 13 aunque con prácticamente los mismos votos que en 2011: 23,87% entonces y 23,96% en 2015, es decir, una décima mejor.

Los socialistas, finalmente, quedaron por debajo del 20% –y del resultado del PSOE en las generales– en Canarias, Galicia, Cantabria, Navarra, Cataluña y Euskadi. En todas esas comunidades obtuvieron además los peores resultados de su historia, con pérdidas con respecto a los anteriores comicios de hasta 7,2 puntos en el caso de Euskadi. El territorio donde menos terreno perdieron fue Canarias, el lugar donde más cerca estuvieron también de la barrera del 20%: el partido se quedó en el 19,8%, 1,1 puntos menos que en 2011. Además, su candidata, Patricia Hernández, logró la vicepresidencia del Ejecutivo insular tras pactar con Coalición Canaria. Abandonó el cargo tras la ruptura del acuerdo en diciembre de 2016.

En Galicia, donde la dimisión del secretario general José Ramón Besteiro –imputado en dos causas por presuntos delitos de corrupción– obligó al partido a montar una gestora y buscar un candidato a contrarreloj, las elecciones de 2016 se saldaron un muy mal resultado: el PSdeG perdió casi 3 puntos –del 20,6% al 17,8%– y se vio adelantado por En Marea en número de votos, aunque en escaños ambas listas quedaron igualadas con 14 actas.

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No fueron mucho mejor las cosas en Cantabria y Navarra: en el primero de los casos, las listas del PSOE cayeron del 16% de 2011 al 14,1% y de siete a cinco escaños en una Cámara regional de 39. Los socialistas no pasaron de ser tercera fuerza, por detrás del PP y del PRC de Miguel Ángel Revilla, pero la pérdida de la mayoría absoluta por parte de los conservadores, permitió a Revilla gobernar y a la candidata socialista y secretaria general regional, Eva Díaz Tezanos, convertirse en vicepresidenta. En Navarra, mientras tanto, el PSN fue quinta fuerza con el 13,4% de los votos, casi dos y medio menos que en 2011 (15,8%).

Los peores resultados, finalmente, los obtuvieron el PSC en Cataluña y el PSE en Euskadi. Miquel Iceta consiguió el 12,7% de los votos y 16 escaños en el Parlament, donde se sientan 135 diputados. Las encuestas, sin embargo, pronosticaban unos resultados incluso más bajos para los socialistas, por lo que la pérdida de cuatro escaños y 1,7 puntos con respecto a 2012 fue recibida con cierto alivio en la sede de la calle Nicaragua.

Más acusado fue el desplome del PSE: pasó de 16 actas con Patxi López en 2012 a 9 asientos con Idioa Mendia en 2016 –en un Parlamento vasco que tiene 75 escaños–, periodo en el que pasó del 19,1% al 11,9% de las papeletas. En dos legislaturas (2009-2012 y 2012-2016) los socialistas vascos han perdido más del 60% de su representación y casi dos tercios de sus apoyos: hace ocho años lograron gobernar tras pactar con el PP, después de que López obtuviese el 30,7% de los sufragios, que se tradujeron en 25 actas.

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