La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Córdoba ha condenado a
cinco años y un día de cárcel al sacerdote I.M.V., de unos 50 años de edad y que fue trasladado al municipio cordobés de Espiel, tras la supuesta comisión de un delito continuado de
abusos sexuales a una niña de diez años, que era monaguilla en la localidad cordobesa de Villanueva del Duque, según han confirmado a Europa Press fuentes judiciales.
Tras hacerse pública la sentencia, el Obispado de Córdoba ha emitido un
comunicado en el que manifiesta que, desde que el sacerdote fue denunciado en abril de 2015, "ha colaborado con la justicia civil" y está "dispuesto a seguir haciéndolo, respetando la decisión de los tribunales y
acatando la sentencia, cuando ésta sea firme".
También ha anunciado que el sacerdote "seguirá defendiendo su inocencia y presentará
recurso de casación ante el Tribunal Supremo", al considerar que los hechos denunciados "no son ciertos". Igualmente, el Obispado ha expresado que seguirá colaborando con la justicia y "cumpliendo escrupulosamente el procedimiento previsto para estos casos por la disciplina canónica", consistente en la protección "a las posibles víctimas".
En este sentido, el párroco
se declaró inocente ante los jueces, de modo que negó los hechos y manifestó que no entendía el motivo por el que se llegaba a enjuiciar este caso, según apuntaron fuentes judiciales.
Al respecto, la Fiscalía y la acusación solicitaron una
pena de seis años de prisión y diez años de orden de alejamiento para el sacerdote, mientras que la defensa pidió la absolución, todo ello después de que fuera denunciado por los padres de la menor en abril de 2015 ante la Guardia Civil, que detuvo al sacerdote, que sólo llevaba tres años ejerciendo en dicha zona norte de la provincia cordobesa.
Según recoge la calificación inicial del Ministerio Público, el sacerdote adquirió
"una buena relación" con la familia, como consecuencia del ejercicio de su ministerio en distintas parroquias de la zona, "llegando en alguna ocasión a comer en casa de los mismos y pasar cierto tiempo en su compañía y de las hijas menores de la familia".
Debido a esa "buena relación", aproximadamente desde el mes de enero de 2015, una de las hijas de la citada familia de 10 años de edad, comenzó a
ayudar como monaguillo al párroco. En el marco de dicha relación, "en ocasiones la menor
se quedaba a solas con el acusado en la sacristía de las respectivas parroquias, llegando incluso a acompañarlo en alguna ocasión en el vehículo particular", según relata el fiscal.
En fecha no concretada, alrededor del mes de enero de 2015, y hasta el día 24 de abril de 2015, supuestamente aprovechando la relación de superioridad que tenía sobre la menor, "no solo por la edad, sino también por la estrecha relación que tenía con sus padres y sobre todo del hecho de ser también sacerdote al que ayudaba como monaguilla", se produjeron diversas situaciones en las que el procesado presuntamente le realizaba tocamientos,
"con intención de satisfacer sus deseos sexuales".
Como se recordará, tras prestar declaración en la instrucción del caso y defender su
"total inocencia" en estos hechos, la juez de Pozoblanco acordó su
puesta en libertad con cargos, pero imponiéndole una
orden de alejamiento de la iglesia de San Mateo de Villanueva del Duque.
Postura de la defensa
Por su parte, la defensa de I.M.V.
ha pedido su absolución, dado que, según su calificación, a la que ha tenido acceso Europa Press, niega los hechos relatados por el Ministerio Público al considerar que su representado "
no ha cometido el delito del que es acusado, ni ningún otro".
En opinión de la defensa,
"los hechos no constituyen delito, ni infracción criminal de clase alguna", a lo que añade que "no existen responsabilidades ni criminal ni civil, de clase alguna", motivo por el que pide la libre absolución del párroco del delito del que acusan la Fiscalía y la acusación particular.
Además, ha impugnado la pericial practicada por psicólogas de una fundación y pidió citar a declarar como testigos a unas ocho personas, así como distintas
pruebas documentales, entre ellas, las denuncias que los padres de la menor interpusieron en el cuartel de la Guardia Civil.
A poco que nos molestemos, los ciudadanos podemos saber si el cura de nuestra parroquia es un pederasta, si el obispo de nuestra diócesis es un ladrón de bienes públicos, o si la persona con alzacuello que saludamos por la calle es buena persona, que de todo hay. En nuestras ciudadanas manos está que esto tenga solución, al menos, haciendo el vacío a estos individuos. Los ciudadanos, con nuestra desidia somos los sostenedores de estos parásitos. A veces se nos olvida que son nuestros hechos los que hábilmente usan para revestirse de autoridad, subirse al púlpito e impartir lecciones de moral.
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