Economía

Las razones del BCE para apostar ahora por la inversión pública en sanidad y educación

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi.

El Banco Central Europeo (BCE) ha sido, junto al Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea, una de las tres patas de la troika, el grupo que durante los años más crudos de la crisis se ha encargado de promover la austeridad económica en los países de la UE. Pero la institución dirigida por Mario Draghi ya no piensa así, o al menos eso refleja un informe publicado el martes, en el que el BCE recomienda a los países de la eurozona aumentar la inversión en educación, sanidad e infraestructuras porque, señala, esas políticas benefician el crecimiento económico y recortarlas lo perjudica.

El informe del BCE, titulado "La composición de las finanzas públicas en la zona euro", se encarga de analizar cómo ha evolucionado desde 2003 hasta 2015 la inversión pública de los Estados que la componen, diferenciando entre una primera fase precrisis (entre 2003 y 2010), otra entre 2011 y 2013 en la que se realizó la "consolidación fiscal" –es decir, donde se aplicaron el grueso de recortes y medidas de contención del gasto– y una tercera, entre 2013 y 2015. El documento explica que los estudios prueban "que algunas categorías de gasto e ingresos son más relevantes que otras a la hora de promover el crecimiento a largo plazo", y entre ellas se encuentran la inversión en servicios sociales y también la rebaja de los impuestos sobre el trabajo, como el IRPF.

Pero el BCE no sólo se queda ahí, sino que, en el apartado de conclusiones, recomienda a los países de la eurozona varias de estas recetas económicas, de cariz muy diferente a las que planteaba la troika hasta hace poco tiempo. "Por la parte del gasto, debería ponerse especial cuidado en redirigir más recursos a las áreas de sanidad, educación o infraestructuras, ya que se ha demostrado que hacerlo tiene efectos positivos a largo plazo en el crecimiento", mientras que a la hora de ingresar dinero, los Estados deben, según el BCE, reducir los impuestos sobre el trabajo o el de sociedades y gravar con mayor intensidad el consumo y las propiedades.

"La participación en los ingresos de los impuestos sobre el trabajo se ha incrementado significativamente durante el periodo de consolidación [fiscal], y recortarla debería de ser bastante beneficioso para el crecimiento", señala la institución, que apunta a que "se podría confiar más en las bases tributarias sobre el consumo [el IVA] y la propiedad". De hecho, el BCE afirma que aligerar la carga fiscal a las rentas bajas es la política más beneficiosa a nivel macroeconómico: "Las reformas más favorables al crecimiento a nivel de impuestos sobre la renta son aquellas que reducen la carga de los asalariados de bajos ingresos".

Pero, ¿por qué el BCE recomienda ahora estas medidas? Bien es cierto que, en los últimos tiempos, el banco ha inundado la zona euro con dinero barato y se ha atribuido el mérito de un fuerte rebote en la economía del bloque en el último año, pero también advierte de que esta situación no durará a menos que los gobiernos y las autoridades europeas también pongan de su parte. Y de ahí sus propuestas. "El gasto en educación y sanidad es importante para las perspectivas de crecimiento a largo plazo, ya que eleva el nivel del capital humano, mientras el gasto en infraestructuras eleva el nivel del capital físico", explica el BCE.

España no ha recuperado sus recortes

La mayor parte del informe realiza valoraciones y análisis de la zona euro en su conjunto, aunque también se incluyen algunos desgloses por países en los que se observa cómo España –al igual que otros Estados– ha caminado en los últimos años precisamente por la senda exactamente contraria a la que ahora recomienda el BCE: recortando el gasto público, que en el caso de nuestro país es desde siempre más reducido que la media europea (en 2016 el gasto público ascendió al 42,4% del PIB, el decimoquinto de la UE y cuatro puntos más bajo que la media comunitaria).

En este sentido, los gráficos que incluye el informe reflejan cómo España, al igual que la mayor parte de los países de la Eurozona, incrementó entre 2003 y 2010 su inversión en educación e infraestructuras –se expone unido en el documento– en poco más de un punto del PIB. No obstante, entre 2011 y 2013, el gasto en estas partidas cayó nada menos que dos puntos, por lo que España fue el quinto país del área que, en términos relativos, más lo redujo, tras Portugal, Letonia, Lituania y Malta. Entre 2013 y 2015, según refleja el informe, el gasto se recuperó en menos de medio punto del PIB.

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En sanidad ocurrió algo muy similar, aunque el recorte no fue tan pronunciado. Según datos de Eurostat, entre 2003 y 2010 la inversión pública en el sistema sanitario creció en un punto del PIB (pasó del 6% al 7%), si bien en 2013 había caído hasta el 6,5%. La bajada no se detuvo ahí: en 2015, el gasto sanitario ascendió al 6,2% del PIB, un punto menos que la media europea.

A la hora de aplicar las medidas que propone, el BCE incluye en su informe una recomendación para los países de la Eurozona que tienen un sector público pequeño, como es el caso de España, al menos si se compara con la media comunitaria. "Para un país con un sector público pequeño, quizá sería más apropiado incrementar los ingresos fiscales a través de fuentes que no distorsionen", señala la institución. Estas fuentes de ingresos que recomienda utilizar el BCE son los impuestos al consumo (fundamentalmente el IVA) y a la propiedad.

"Análisis recientes han descubierto que los incrementos en el gravamen de la renta o los beneficios de las empresas tienen efectos negativos en el crecimiento a largo plazo, mientras que elevar los impuestos al consumo no afecta significativamente a la tasa de crecimiento", apunta el banco, que también señala que "los impuestos sobre el capital inmovilizado, como los gravámenes a la propiedad, tienen un bajo efecto distorsionador".

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