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Maltrato animal

Éstas son las quince grandes ciudades que aún permiten el uso de animales salvajes en los circos

Un tigre enjaulado en un circo.

La imagen de animales salvajes como parte de los espectáculos circenses comienza a ser historia en el territorio español. De las 62 ciudades del país con más de 100.000 habitantes, únicamente quince siguen permitiendo este tipo de espectáculos con animales, según documenta la coalición animalista InfoCircos.

Esas urbes se encuentran repartidas por toda la geografía española: seis son andaluzas (Sevilla, Granada, Almería, Jaén, Algeciras y Dos Hermanas), dos madrileñas (Madrid y Torrejón de Ardoz), dos murcianas (Murcia y Cartagena) y el listado lo completan Bilbao, Logroño, Pamplona, Salamanca y Santander.

De ellas, la mitad se encuentran gobernadas por el PP (Murcia, Logroño, Algeciras, Santander, Almería, Salamanca, Jaén y Torrejón de Ardoz), mientras que tres están bajo el mandato del PSOE (Sevilla, Granada y Dos Hermanas), y las cuatro restantes se reparten entre Ahora Madrid (Madrid), PNV (Bilbao), EH-Bildu (Pamplona) y Movimiento Ciudadano de Cartagena (Cartagena).

El Pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó el pasado 31 de enero por mayoría la proposición presentada por los grupos municipales de Ahora Madrid y del PSOE respecto a una nueva ordenanza que "recoja los derechos de los animales a ser respetados, a no ser víctimas de maltrato y a no ser sometidos a esfuerzos o actos crueles que les ocasionen sufrimiento, ansiedad o estrés", y que declarará a la ciudad libre de circos con animales. La ordenanza está actualmente en fase de redacción, tal y como confirman fuentes del Ayuntamiento a este diario, y será elevada a Junta de Gobierno "a lo largo de este año, entre septiembre y noviembre".

Evolución positiva

Los defensores de los animales se confiesan abiertamente optimistas. En un balance del camino recorrido, Marta Merchán, coordinadora de InfoCircos, considera que el resultado es "muy positivo". Desde el último año, señala, "hay muchos más municipios" libres de circos con animales. "Ahora mismo hay 437 que nosotros sepamos, aunque suele haber alguno más", recalca la activista, quien matiza que no existen instrumentos oficiales para el registro de circos y el recuento de los municipios que poco a poco se suman a la lucha.

Cataluña fue pionera en la prohibición del uso de animales salvajes en circos. En octubre de 2013, CiU, ERC, PSC, ICV-EUiA y la CUP presentaron de forma conjunta un proposición para incorporar a la ley de protección de los animales catalana un nuevo punto que impidiera los espectáculos de circo con animales salvajes en la comunidad, después de que 99 ayuntamientos catalanes ya lo hubieran hecho previamente. Tras dos años de moratoria, la norma ha entrado en vigor el pasado mes de julio.

Baleares cuenta asimismo desde hace un mes con una nueva ley de protección animal, y existen "procesos abiertos en lugares como Galicia, la Comunitat Valenciana, Extremadura o Cantabria", subraya Merchán.

Alberto Díez, portavoz de la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales (Anda), coincide en que "el camino va hacia adelante" y cada vez más ciudades y comunidades autónomas se suman. De hecho, continúa, "el proceso está tan ahí que el propio mundo del circo es plenamente consciente".

Por ello, puntualiza, el recorrido "no se podría hacer sin el circo, hay que hacerlo con ellos". Díez explica que "no se trata sólo de incentivar que no estén presentes, sino también buscar solución para los que ya estén aquí". El activista asume la responsabilidad de las organizaciones a la hora de "buscar la recolocación de los animales", y por ello subraya el proyecto del zoo Primadomus, que ha concedido sus instalaciones para la acogida, la rehabilitación y la reubicación de los animales. "Queremos ofrecer una mano tendida al mundo de circo para ver de qué forma conjuntamente podemos ponerle punto final al tema teniendo en cuenta la búsqueda de la situación más beneficiosa", agrega.

La labor de acoger, añade, ha sido posible hasta el momento porque "la presión del mundo del circo es progresiva, y la cesión de los animales también es progresiva". En este sentido, es necesaria la colaboración de los circos "para saber cuántos animales tienen, de qué especies son, dónde se localizan, y ofertar la solución más correcta, para que no se vean obligados o forzados a cederlos a otros circos". 

Noción de libertad

¿Por qué ha experimentado una evolución tan positiva la lucha animalista en el mundo circense? A juicio de Díez, existen dos elementos importantes a la hora de configurar la respuesta. Por un lado, "hay un aspecto del bienestar de un animal y es que el ser humano extrapola al animal vivencias particulares, y una muy clave es la libertad". Esta imagen de libertad, continúa, "la puede tener una vaca lechera en un prado de Asturias, pero no un tigre en un camión". Por más que la apariencia externa del animal salvaje pueda parecer buena, apunta el activista, la realidad es que el animal está encerrado: "Es una imagen que la sociedad asume como muy dolorosa".

Por otro lado, añade el activista, en el año 2015 se desarrolló la declaración de la Federación Veterinaria Europea, que confirma que el circo en itinerancia no puede "garantizar la protección, seguridad y sanidad" de los animales salvajes. El uso de "mamíferos salvajes –en especial de elefantes y grandes felinos– en circos itinerantes refleja una visión de los animales tradicional pero desfasada", dice la Federación en su comunicado. Estos animales, continúa, "comparten la misma estructura genética que sus homólogos en estado salvaje, y conservan sus mismos impulsos y necesidades de comportamientos instintivos". Necesidades, asegura la Federación, "que no pueden satisfacerse en un circo itinerante, especialmente en lo que respecta al alojamiento y a la posibilidad de expresar comportamientos naturales". Los veterinarios recalcan, además, los "riesgos para la seguridad, la salud pública y la sanidad animal".

En este punto, incide Díez, es importante reconocer que "al mundo del circo se le ha acusado injustamente de maltrato", cuando realmente "ese sufrimiento no deriva de un maltrato físico, sino que estos animales están sufriendo a pesar de todos los buenos tratos, simplemente porque es imposible en este contexto satisfacer todas sus necesidades".

Marta Merchán, por su parte, opina que la evolución viene determinada porque "las sociedades evolucionan, y el trato hacia los animales es algo que cada vez se tiene más en cuenta porque hay una serie de comportamientos que la sociedad empieza a percibir como negativos". A este fenómeno conviene añadir el hecho de que los circos "no están tan arraigados en las tradiciones locales" como sí lo pueden estar los festejos populares. Por ello, el uso de los animales en el mundo del circo "se encuentra más maduro para que pueda ir desapareciendo paulatinamente".

Cautividad, tortura y abandono

Los animales en cautividad, los festejos populares basados en maltrato explícito y el abandono de perros y gatos son los principales retos que deben afrontar los animalistas.

La cautividad viene determinada no sólo por el mundo del circo, sino también por la existencia de zoológicos o delfinarios, donde los animales se encuentran igualmente privados de libertad. El partido animalista Pacma entiende que "tanto los circos con animales como los zoológicos son cárceles para los animales". El motivo, a su juicio, es que "sufren una vida impuesta en la que son secuestrados, maltratados, encerrados en pocos metros sin las condiciones básicas y utilizados para un entretenimiento banal e innecesario".

La organización FAADA estima que "los parques zoológicos tienen la posibilidad de invertir sus recursos en las nuevas tecnologías para así recrear hábitat naturales, ecosistemas, poblados de animales y explicar a sus visitantes todo acerca de las costumbres, el comportamiento o la alimentación de cualquier especie". Apuesta de este modo por el impulso de alternativas que eviten "mantener animales salvajes en cautividad de por vida para transmitir conocimiento sobre ellos".

Los festejos populares taurinos, por otro lado, no hacen sino registrar un progresivo aumento. De acuerdo con la Estadística de Asuntos Taurinos del Ministerio de Cultura, en 2016 se produjeron un total de 17.073 festejos populares con toros, liderando el ranking la Comunidad Valenciana (8.937) y Castilla y León (1.900). En 2015 la cifra fue de 16.383 y un año antes se quedó en los 15.848.

Pese al crecimiento de las celebraciones que basan su contenido en el uso de animales, las organizaciones y activistas defienden lo que perciben como un cambio de perspectiva social por parte de la ciudadanía. Además, la labor de los ayuntamientos del cambio produjo una marea antitaurina que desde 2015 se ha inclinado por realizar consultas a los propios vecinos o retirar ayudas a las celebraciones de estas características, con el fin de evitar destinar dinero público a tales actos.

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Finalmente, el abandono de los animales es otro de los principales lastres a los que deben enfrentarse las asociaciones animalistas. Según el estudio Abandono y adopción, elaborado en 2017 por la fundación Affinity, en el 2016 fueron recogidos más de 137.782 perros y gatos, especialmente en el segundo cuatrimestre del año, coincidiendo con Semana Santa y el periodo estival, cuando son abandonados el 34% de los perros y el 42% de los gatos.

Con el fin de combatir una tasa de abandono que se mantiene estable en el tiempo, los animalistas inciden en el trabajo previo a través del fomento de la adopción, encaminada a eliminar el negocio de la venta de animales domésticos como objetos de consumo reemplazables. El movimiento animalista también se esfuerza por hacer hincapié en la necesidad de esterilización, ya que "las camadas no deseadas son el principal motivo de abandono", según el estudio de Affinity.

En su afán por abordar todas las aristas de la lucha animalista, Pacma presentó el pasado mes de mayo la que bautizaron como Ley Cero, que aspira a convertirse en una ley general de protección y bienestar animal para frenar de raíz el maltrato hacia los animales. La llamada Ley Cero persigue legislar sobre la abolición de todos los festejos taurinos y tradiciones crueles con los animales, impulsar el sacrificio cero de animales, prohibiendo su venta y fomentando la esterilización y adopción, y finalmente lograr el cierre de circos, zoológicos y delfinarios para terminar con la explotación y cautividad.

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