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Desigualdad social

La ONU destaca que la desigualdad entre hombres y mujeres es un "obstáculo" para el crecimiento económico

Actualmente, la riqueza de las 2.500 personas con mayores recursos económicos es superior al Producto Interior Bruto (PIB) del 80% de todos los países del mundo. Según el informe Mundos Aparte: la salud y los derechos reproductivos en tiempos de desigualdad, presentado este martes por la Federación de Planificación Familiar Estatal y elaborado por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), estadísticas como esta ponen en riesgo el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenibleobjetivos de desarrollo sostenible a los que el mundo se ha comprometido para el año 2030 –que incluyen 17 objetivos que abarcan esferas sociales, medioambientales y económicas–. Sin embargo, otros indicadores de desigualdad a los que generalmente se presta menor atención también están suponiendo un peligro para el crecimiento económico de los países. 

Es el caso de las desigualdades persistentes entre hombres y mujeres y, especialmente, las diferencias en los derechos sexuales y reproductivos. Según apunta el informe, la menor atención a estos indicadores y la poca iniciativa en paliarlos pueden provocar que muchas mujeres y niñas permanezcan "atrapadas en un círculo vicioso de pobreza, capacidades reducidas, e imposibilidad de ejercer sus derechos humanos y desarrollar su potencial –en especial en los países en desarrollo, donde las diferencias son más pronunciadas–". 

"Las desigualdades sexuales son un obstáculo para el crecimiento económico y para el desarrollo sostenible de los países", explica a infoLibre Luis Mora, responsable de Género, Derechos Humanos y Cultura del UNFPA. La clave, prosigue, es que, aunque la pobreza a nivel mundial ha disminuido, ha aumentado la desigualdad interna dentro de los países, especialmente la relativa a las diferencias de género. Así, explica, la brecha entre hombres y mujeres aumentó en 68 países entre los años 2015 y 2016, según datos del Foro Económico Mundial. 

Desigualdad sexual y reproductiva y desigualdad económica

La Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo celebrada en 1994 ratificó, con la presencia de 179 países, que "tener la información, la capacidad y los medios para decidir si quedarse embarazada, cuándo y con qué frecuencia" es un derecho humano universal. Sin embargo, "las mujeres no pueden ejercer sus derechos sexuales plenamente, lo que impacta en su capacidad para generar ingresos, en su educación y en su acceso al empleo", apunta Mora. "Cuando son millones de mujeres las que hacen frente a privaciones similares, el precio que pagan las sociedades y las economías en su conjunto es aún más elevado", reza el informe.

A pesar de constituir un derecho humano universal, lo cierto es que no todas las mujeres del mundo pueden disfrutar de él. Así, la salud sexual y reproductiva de mujeres y niñas viene determinada en gran medida de su lugar de residencia, de su nivel de estudios o de su nivel de ingresos. Una mujer con recursos económicos que puede tener a su alcance métodos anticonceptivos podrá determinar si quedarse o no embarazada y, en caso de hacerlo, tiene más posibilidades de que las condiciones sean óptimas. 

Por ello, el informe apunta a una estrecha relación entre la desigualdad sexual y reproductiva y la desigualdad económica. "El acceso más bajo a los servicios básicos de salud sexual y reproductiva se registra, por lo general, en el 20% de los hogares más pobres, y el más alto, en el 20% de los más ricos", explica Mora. Por tanto, las mujeres que sufren peores condiciones económicas tienen a su vez un mayor riesgo en el embarazo y en el parto, perpetuando paralelamente las propias desigualdades que las llevan a sufrir esas situaciones. 

"Ser mujer se penaliza en todos los ámbitos posibles"

Esta situación, continúa Mora, "provoca profundas discriminaciones para las mujeres", que ven mermado su acceso a la educación y, en consecuencia, al mercado de trabajo. "Las desigualdades laborales y salariales en la mayor parte del mundo son reflejo de las desigualdades en el ámbito de la salud y los derechos sexuales y reproductivos, que, al mismo tiempo, las refuerzan", apunta el informe. En el mundo en desarrollo, el 43% de los embarazos no son planeados, según datos del Instituto Alan Guttmacher, y muchos de ellos afectan a adolescentes entre 15 y 19 años con pocos recursos económicos. 

Este hecho, además de estar de nuevo relacionado con las desigualdades económicas –hay tres veces más embarazos adolescentes entre mujeres con pocos recursos económicos–, tiene consecuencias inmediatas en la educación y en la posibilidad de acceder a un puesto de trabajo remunerado, alterando las condiciones vitales de las mujeres.

La UNFPA estima que menos del 50% de las mujeres del mundo tiene un empleo remunerado y, de media, cobran un 23% menos que los hombres. Además, de todas aquellas mujeres que trabajan, cerca del 60% carecen del derecho a baja por maternidad. De esta manera, según Mora, existe una "penalización por ser mujer" a nivel global, que se traduce en una mayor falta de acceso a los servicios más básicos para las mujeres. "Al final ser mujer, y en especial ejercer los derechos reproductivos que esto conlleva, se penaliza en todos los ámbitos posibles", aclaró, según informó Europa Press.

Según el informe de Naciones Unidas, acabar con todas las desigualdades sociales, especialmente las relativas al género, podría generar no solo beneficios a niveles individuales, sino también nacionales. "Si no se invierte ahora en acabar con estas desigualdades, estaremos perdiendo una oportunidad", explica Mora. 

Para ello, desde el Fondo de Población de Naciones Unidas se propone un decálogo de medidas orientadas a acabar con esta situación que, de continuar, perpetuaría las brechas existentes a distintas escalas de la sociedad. "Principalmente se trata de poner en marcha tres acciones", explica Mora, "avanzar las políticas de igualdad, sobre todo en el ámbito relativo a la salud; garantizar el acceso universal a la sanidad; y diseñar y ejecutar programas especiales en aquellas situaciones que sitúan a las mujeres en situaciones de especial vulnerabilidad". 

 

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