21D | Elecciones en Cataluña

Esquerra quiebra la unidad independentista y asume que la república catalana no existe

Marta Rovira, secretaria general del ERC, aplaude en presencia de los asientos vacíos de los dirigentes del partido huídos a Bélgica o encarcelados en la prisión de Estremera.

La grieta en el relato independentista acerca de la proclamada República de Cataluña no para de agrandarse y lo hace impulsada, sobre todo, por Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). El esfuerzo de Carles Puigdemont y los demás miembros del Govern destituido por Mariano Rajoy por hacer ver que siguen siendo el Ejecutivo de la Generalitat contrasta con la evidencia de que la administración autonómica catalana, incluidos los Mossos d’Esquadra, obedece disciplinadamente, desde hace casi tres semanas, las órdenes del Gobierno central en aplicación del artículo 155 de la Constitución.

La afirmación de la proclamación de la república el pasado 27 de octubre empezó además a dar las primeras muestras de debilidad cuando los partidos que la sustentan, PDeCAT, ERC y la CUP, decidieron participar en las elecciones autonómicas convocadas por Rajoy para el 21 de diciembre siguiendo las reglas de la Constitución española.

Y el hecho de que la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, una de las protagonistas del procés, afirmase supuestamente ante el Tribunal Supremo que la proclamación de la república no pasó de “declarativa” y “simbólica” tampoco ha ayudado a alimentar la narrativa independentista.

Aunque dirigentes como la secretaria general de ERC, Marta Rovira, han puesto en duda que Forcadell afirmase tal cosa en el Supremo, testigos de la declaración sostienen que la política catalana señaló expresamente que la proclamación de la república no tenía valor jurídico.

Desde entonces, la lista de dirigentes soberanistas forzados a explicar la compatibilidad entre la recién nacida independencia y la participación en unas autonómicas poniendo en duda la república catalana no ha hecho más que aumentar. Y los políticos de ERC han sido especialmente claros a la hora de señalar que la república catalana no existe.

El último en hacerlo, este mismo miércoles, aunque sólo implícitamente, fue el destituido vicepresidente, Oriol Junqueras, encarcelado en la prisión madrileña de Estremera. En una carta dirigida a los militantes de Esquerra, cuyo contenido fue revelado por el diario Ara, Junqueras admitió que el proceso de independencia ha sido “insuficiente”. “No hemos culminado el trabajo”, reconoció. Cataluña es "un país que hoy acaricia la idea de ser una República”, pero los independentistas fueron “ingenuos”, cometieron “errores”, y no creyeron que el Estado “se atrevería a aplicar estos niveles de represión”. Pensaron, equivocadamente, que “la UE no permitiría que el Gobierno del PP, en nombre de la unidad de España, tolerase tantos golpes contra la ciudadanía”.

En ERC son numerosas las voces que se inclinan por reconocer que la república catalana no existe. Joan Tardá, portavoz en el Congreso, fue uno de los más claros. Es evidente, declaró, que no ha habido ni la capacidad ni la voluntad de implementar la República proclamada porque no había la suficiente acumulación de fuerzas para hacerlo. La independencia, dijo, no es aún una realidad porque todavía no hay "una mayoría" que la quiera. "Cataluña será independiente si hay una voluntad mayoritaria y perseverante de los ciudadanos en querer ser independiente". "Si esta mayoría no existe, nunca lo será", añadió.

Como Junqueras, Tardá relacionó el fracaso de la república proclamada con el temor del Govern a “la represión” del Estado. “No estábamos predispuestos a poner en riesgo la seguridad de los ciudadanos", explicó. “El trauma" del 1 de octubre pesó “sobre los dirigentes y el Gobierno catalán".

Tardá incluso ha apostado estos días por recuperar la negociación de una salida pactada, algo impensable hace apenas unas semanas. “Sería un error”, declaró a Rac1, “renunciar a un referéndum pactado con el Estado”.

En realidad, Junqueras y Tardá no han hecho otra cosa que ratificar la posición de ERC, expresada este lunes por su portavoz, Sergi Sabrià: la República sigue siendo el objetivo del partido, pero la declarada desde el Parlament, reconoció, no se llegó a implementar nunca. Por eso ahora, en las elecciones autonómicas, incluirán en el programa el objetivo de impulsar un proceso constituyente catalán, aunque sin poner plazo sobre cuándo debe crearse el Estado catalán.

La independencia como “objetivo”

Poner plazos, razonó Sabrià, no ha ayudado especialmente al proceso soberanista: "No es un tema de calendarios. No renunciaremos a nuestros principios. Continuaremos trabajando por lo mismo. Nuestro objetivo es la independencia".

Más lejos todavía ha ido este miércoles la secretaria primera de la Mesa del Parlament, Anna Simó, también de ERC, que no sólo no cree que la república sea un realidad sino que afirma abiertamente que “en la próxima legislatura la vía unilateral es imposible”, “O lo hacemos dialogando con el Estado y la Unión Europea o... No somos una seta en el mundo, esto es evidente”, exclamó en una entrevista publicada por Naciódigital. Lo que aprobó el Parlament no tenía “consecuencias jurídicas”, reconoció, y por eso para ella y para su partido “la República catalana sigue siendo el objetivo”.

ERC es, según todos los estudios de intención de voto publicados hasta la fecha, el partido que tiene más posibilidades de ganar las elecciones del 21D. Por eso resulta tan relevante que haya puesto en duda la validez de la república proclamada por el Parlament y que, al mismo tiempo, algunos de sus dirigentes estén desempolvando la defensa de un referéndum pactado. Los acuerdos de gobierno en Cataluña al día siguiente de las elecciones, y su sesgo independentista, dependen en gran medida de la posición que Esquerra defienda a partir del 22 de diciembre.

Sine embargo, y a pesar de su protagonismo, no fue la de Esquerra la primera voz en expresarse en estos términos, sino la consellera destituida y huida a Bruselas Clara Ponsatí, integrante de la Assamblea Nacional Catalana (ANC), que el domingo admitió que el Govern no estaba preparado para aplicar la proclamación de la República, "para dar continuidad política de forma sólida a lo que hizo el pueblo de Cataluña el 1-O".

Su compañero de exilio, el destituido conseller de Salud, Toni Comín, también ha hecho autocrítica al admitir que puede que el Govern insistiera "poco en la parte más inquietante del relato, y demasiado en las cosas que sonaban mejor, porque así tenías a la gente más cohesionada". Ahora hay que ser conscientes de que la independencia requiere un camino más largo que exigirá esfuerzos mayores y tendrá "curvas más complicadas de las que la gente podía prever".

"Lo primero que tenemos que hacer es recuperar el país y reconstituir una situación de democracia real, y después una hoja de ruta que deberá ser más larga para conseguir lo que queremos", sostuvo en una entrevista emitida por Rac1.

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Con todo, la multiplicación de las declaraciones que reconocen la inexistencia de la república catalana e, implícitamente, el fracaso del procés, no ha sido del agrado de todo el mundo, especialmente del PDeCAT. El destituido conseller de Cultura Lluís Puig, también huido a Bélgica, defendió en declaraciones a la televisión púlica catalana que el Parlament declaró la independencia. Todo el mundo sabía las posibilidades que tenía el independentismo y que no había ni un Ejército ni la capacidad para controlar las fronteras, pero la proclamación de la República se debía hacer igualmente: "Creo que hicimos lo que debíamos hacer".

El ex portavoz de la antigua Convergència en el Congreso, Francesc Homs, inhabilitado por haber organizado la consulta del 9N, tampoco está contento. En su opinión es "insólito" que ERC diga que la Generalitat no estaba preparada para hacer efectiva la independencia, pero que también considerase a Carles Puigdemont un "traidor" por llegar a plantearse convocar elecciones autonómicas.

Hasta Benet Salellas, de la CUP, reconoció esta semana los problemas de identidad de la república catalana. El proceso soberanista, señaló, ha entrado en una fase "un poco desconcertante" porque el Govern destituido ha renunciado a impulsar los decretos para desplegar la República. “El Estado”, admitió, “nos ha conseguido neutralizar con la intimidación y el miedo. Tenemos que estar preparados para afrontar un proceso que pueda durar meses y años".

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