Discapacidad

España no logra que sus espacios públicos sean accesibles: este lunes se acaba el plazo

España no logra que todos sus espacios públicos sean accesibles.

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"No llegamos ni de broma", afirma a Europa Press el director de Accesibilidad Universal e Innovación de Fundación ONCE, Jesús Hernández, sobre la fecha tope que España se dio en 2003 para que todos sus espacios públicos urbanizados y edificaciones fueran accesibles a las personas con discapacidad. El lunes 4 de diciembre acaba el plazo.

Se trata de acatar el Real Decreto Legislativo por el que se aprobó el Texto Refundido de la Ley General de derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social, que regula, aclara y armoniza las leyes en materia de discapacidad aprobadas con anterioridad y, además, da cumplimiento a la Convención Internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad, ratificada por España exactamente hace diez años.

"Existe un variado y profuso conjunto de impedimentos que privan a las personas con discapacidad del pleno ejercicio de sus derechos y los efectos de estos obstáculos se materializan en una situación de exclusión social, que debe ser inexcusablemente abordada por los poderes públicos", señala este decreto publicado en el Boletín Oficial del Estado el 3 de diciembre de 2013.

Hernández afirma que cuando se aprobó la Ley de Igualdad de Oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad, hace ya catorce años, "se pensó que había tiempo suficiente, pero 2017 ha llegado más rápido de lo que se esperaba y no se va a cumplir". "Lo digo como usuario y lo avalan los estudios técnicos", apostilla.

Desde Fundación ONCE se ha elaborado varios informes sobre el grado de cumplimiento en España de toda la legislación relativa a la accesibilidad. Concretamente, esta entidad presentó en 2011 el Observatorio de la accesibilidad universal en los municipios de España con la colaboración de la FEMP y el CERMI, con el que pusieron de manifiesto la baja accesibilidad en áreas urbanas, edificios y transportes de 70 ciudades españolas.

"Aunque han pasado seis años, no se ha evolucionado", lamenta este experto y autor del informe, que recuerda algunos de los aspectos más clamorosos: el 90% de los municipios tiene escaleras urbanas que no cumplen la normativa, incluso casi un tercio de las mismas no tienen barandilla; el 68% de los comercios no tienen acceso a nivel; el 67,6% de los semáforos no cuentan con un avisador; más de la mitad de los bancos de la calle no son accesibles, y en casi un 70% de las urbes hay alcorques sin cubrir o los bolardos están mal diseñados.

Hernández explica que si bien España es uno de los países europeos que destaca por su accesibilidad, también alerta de que "está retrocediendo". Concretamente, en la séptima edición del Premio Europeo ciudad accesible, no se encuentra ninguna urbe española: "Dimos un buen impulso al principio, pero nos estamos relajando".

Buenos y malos ejemplos en una misma ciudad

Un buen ejemplo de accesibilidad es el Museo Thyssen-Bornemitza, reconocido por AENOR por apostar por la igualdad de oportunidades en el acceso y el disfrute de sus servicios.

La pinacoteca ha instalado puertas automáticas, aseos y ascensores adaptados, planos y señalética en Braille, plataformas salvaescaleras para sillas de ruedas. Además, cuenta con signoguías para personas sordas y realiza talleres y visitas guiadas para personas con discapacidad.

"A pesar de que el arte es eminentemente visual, y adaptarlo a personas con discapacidad visual, como es mi caso, puede ser una tarea complicada, hay museos como el Thyssen que ha hecho un esfuerzo importante para llevar el arte a este colectivo", celebra Fátima Peinado en declaraciones a Europa Press, durante un paseo por Madrid.

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Lejos de esta accesibilidad del museo madrileño, se encuentran innumerables ejemplos en el centro de la capital de España, incluso en zonas recientemente remodeladas, como es la calle Serrano y sus alrededores.

Pasos de peatones adoquinados en los que las ruedas delanteras de una silla se quedan enganchadas, bolardos de granito imperceptibles, carril bici a la misma altura que la acera, motos mal aparcadas, alcorques de árboles sin señalizar, escalones de entrada en comercios o terrazas o veladores que hacen imposible que un usuario en silla de ruedas se pueda mover.

"Por desgracia, nos encontramos con espacios urbanos relativamente nuevos que no tienen cuenta a las personas con discapacidad", advierte durante este recorrido Esther Ramiro, arquitecta y usuaria de silla de ruedas, que insiste en que "todo el mundo" necesita un entorno amigable y accesible para poder desarrollar sus actividades del día a día.

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