Acoso escolar

Ciberacoso a menores: un problema en auge donde ellas son las principales víctimas

El acoso escolar continúa siendo uno de los principales problemas que sufren los menores en las aulas de sus centros escolares. El auge de las nuevas tecnologías y la normalización de las redes sociales como elemento relacional, permite que la omnipresencia del acoso contra niños y adolescentes sea ya una realidad. Así lo detectan los expertos que trabajan sobre el análisis del fenómeno y que perciben cómo las nuevas tecnologías se constituyen actualmente como un canal para esta forma de violencia.

Los datos hablan por sí solos. Desde el 1 de noviembre de 2016, fecha en que el Ministerio de Educación puso en marcha el teléfono de víctimas de violencia escolar –900 018 018–,  hasta el día 10 de enero de 2018, se han recibido 28.065 llamadas, de las cuales 9.779 se estudian como posibles casos de acoso escolar, según informaron fuentes del ministerio a infoLibre. Pero el teléfono oficial no es el único en funcionamiento. Diversas organizaciones no gubernamentales constatan que la dimensión del problema es mucho mayor. Desde 1994 la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (Anar) cuenta con una línea gratuita y confidencial, el número 900 20 20 10, que opera en todo el territorio nacional las 24 horas del día.

Durante el año 2016 la fundación recibió un total de 468.754 llamadas generales por casos de acoso a menores, y atendió a un total de 9.910 víctimas. La evolución muestra una tendencia clara en aumento. Entre el 2015 y el 2016 se produjo un incremento del 27% en el número total de llamadas, pasando de 369.969 a 468.754, mientras que el total de casos atendidos creció de 8.569 en 2015 a 9.910 en 2016. De las llamadas al teléfono Anar a lo largo de 2016, un total de 43.909 tenían que ver con acoso a través de las nuevas tecnologías.

Diana Díaz, coordinadora del teléfono Anar, explica en conversación con infoLibre que "hay una tendencia absolutamente creciente en los últimos años" y que el uso de las nuevas tecnologías como medio para desarrollar otras formas de acoso "va en aumento porque los chicos ahora se comunican con sus iguales muchísimo más a través de las nuevas tecnologías que presencialmente". Hasta hace unos años, relata, los episodios de acoso "sucedían en el ámbito presencial, en los colegios y en general en las relaciones interpersonales", mientras que ahora surge un "nuevo escenario para relacionarse, comunicarse y que sucedan distintos riesgos".

Carmela del Moral, analista jurídico de Derechos de Infancia en Save the Children, comenta que "el fenómeno es nuevo, pero al final es una adaptación de algo que ya existía" y que no es sino "el traslado de conductas de acoso al entorno digital". El problema es que "la lucha contra el ciberacoso es casi más difícil porque de alguna manera el acoso tradicional termina cuando el niño llega a casa, pero con la hiperconectividad a las redes sociales puede producirse las 24 horas del día".

Con ellas coincide Javier Pérez, presidente de la organización No al Acoso Escolar (Nace). El ciberacoso, explica, "es una constante en todos los procesos de bullying". Con el uso del teléfono móvil, los menores llevan "el ciberacoso en el bolsillo, les acompaña siempre y además se universaliza". Es decir, se encuentra a la vista de todo el mundo, "gente que ni siquiera conoce a la víctima" y por tanto "el linchamiento es masivo". 

Un informe elaborado en 2017 por la Universidad del País Vasco afirma que el 12% de los niños y niñas de nueve a 16 años ha sido víctima de ciberbullying, cifra que dobla el porcentaje de otro análisis similar publicado en 2010. En cuanto a los riesgos derivados del uso de internet, el 52% mencionó la difusión de imágenes de contenido sexual, el 11% encuentros con desconocidos contactados en la red y el 31% el envío de mensajes de índole sexual.

No obstante, los peligros de las redes no son siempre percibidos por los menores. Según un estudio firmado por Save the Children, el 50% de los chicos y el 26% de las chicas admiten no considerar peligroso quedar con una persona que hayan conocido por internet, mientras que uno de cada cuatro adolescentes compartiría una fotografía suya en internet aunque sus padres no lo autorizaran. Otro estudio de la misma organización publicado en 2016, Yo a eso no juego, recalca que un 9,3% de los estudiantes considera haber sufrido acoso en los últimos dos meses y un 6,9% se reconoce víctima de ciberacoso. En cuanto a los acosadores, un 5,4% de los niños confiesa haber acosado a alguien y un 3,3% dice haberlo hecho a través de internet o redes sociales.

La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló en marzo de 2016 a España como uno de los países donde más ciberacoso sufren los menores: ocupa el puesto séptimo de un total de 42. La organización alerta, entre otros, del riesgo de depresión y suicidio como consecuencias más graves del cyberbulling. "Aunque la investigación sobre el ciberacoso es relativamente incipiente, se han encontrado vínculos preocupantes claros entre padecer cyberbullying y resultados negativos en la salud mental como la depresión, la autolesión, y los instintos suicidas", apunta.

Ellas, las principales víctimas

Si bien las víctimas no tienen un perfil concreto, las mujeres son las que de forma más acusada sufren las consecuencias del uso irresponsable de las redes sociales. Según Anar, en lo que al ciberacoso respecta se observa una presencia de mujeres víctimas superior a la de varones: un 66,7% frente al 33,3%. Aunque en cuanto al perfil de acosadores, matiza Diana Díaz, suelen ser grupos integrados tanto por hombres como por mujeres.

Tal y como recuerda la experta, el informe de Anar sobre los casos de menores víctimas de violencia de género indica que en torno al 53% de la violencia machista en este contexto se ejerce a través de las nuevas tecnologías. "En el tema de violencia de género entran en juego factores como el control, saber cómo va vestida la chica, con quién está o cuándo llega a casa". Se producen, además, situaciones de acoso cuando se rompe una pareja y él trata de volver con ella. "Entonces el ciclo de violencia se produce a través de las nuevas tecnologías porque el contacto presencial va a estar roto", explica Díaz.

El estudio reseña que dentro del ciberacoso se incluyen también otras conductas violentas como insultos, amenazas y el chantaje emocional, "muy características en situaciones en las que el agresor no está conforme con el comportamiento de su pareja y en consecuencia busca dañarla o lograr el arrepentimiento y acercamiento de ésta".

Javier Pérez esgrime que "hoy día existe un repunte de costumbres machistas en la juventud". Dichos hábitos encuentran en las redes sociales, especialmente gracias a la inmediatez y el sistema de localización, un arma poderosa. "El control en las relaciones tóxicas es tremendo", valora el experto, quien recalca que "el amor no es posesión, no es consentimiento ni control, sino respeto". Es precisamente esta idea la que "hay que trabajar en la escuela" a través de la educación "emocional y la alfabetización tecnológica".

También, reseñan los expertos consultados, existe un problema creciente con la sextorsión, es decir, la difusión sin consentimiento de contenido íntimo de carácter sexual. "Es frecuente que el agresor pida fotos íntimas como una especie de prueba de amor o demostraciones de confianza que pueden desembocar en la difusión" masiva de dicho contenido. "La cosificación de las personas y la vivencia del mundo de la sexualidad a través de internet", además, contribuye al "deterioro de las relaciones afectivas".

Educación como receta

"Los menores no se atreven a pedir ayuda, pero es que tampoco identifican en un primer momento el riesgo", comenta Diana Díaz, quien relata que de media transcurre un año hasta que el menor toma la decisión de contar el problema. "Otro mensaje muy oído en la línea de teléfono es que no quieren preocupar a sus padres", explica. Y precisamente por esta razón "son los padres los que tienen que estar al tanto de las señales de alerta". Por ello, añade, se hace necesaria una "supervisión comunicada de forma transparente" con los hijos. Javier Pérez recalca que en un 14% de los casos atendidos los menores hablan con sus padres y en un 10% con los profesores, de modo que "los adultos son los últimos en enterarse". El problema es que este fenómeno "pilla a los adultos con la guardia baja, porque son los niños los que se mueven en este entorno, se trata de nativos digitales frente a inmigrantes digitales", reflexiona Carmela del Moral.

Díaz también incide en que el acceso de menores de edad a las nuevas tecnologías se produce "cada vez a edades más tempranas" y va acompañado siempre de una "falta de perspectiva". "¿Cómo se puede manejar un niño de doce años en el abismo de las nuevas tecnologías?", se pregunta la experta, y asegura que "es como dejarlo solo en la calle". Coincide con ella Del Moral, quien indica que los niños se encuentran "solos con herramientas muy potentes y con muy pocas normas". De hecho, y según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 95,1% de los niños de entre diez y quince años usa internet, mientras que el 69,1% dispone de teléfono móvil.

La fórmula para solventar el problema, opina Del Moral, reside "no sólo en educar en igualdad, respeto, tolerancia y fomentando el valor de la diferencia como algo positivo", sino que además "es muy importante enseñar ciudadanía digital". En este sentido, explica que "igual que enseñamos lo que está bien en la vida diaria, es necesario explicarles cómo deben relacionarse en internet" a través de un uso responsable de la red y acompañándoles en el proceso. "Las víctimas tienen que aprender a defenderse, no en el mismo plano, sino poniendo límites y barreras", estima Pérez, mientras que "los agresores tienen que aprender a respetar y los que lo ven tienen que aprender a intervenir. Si nadie se ríe y nadie calla, no hay acoso".

Pero no sólo la educación en casa es importante. Los centros escolares "también deben ir actualizándose" y difundir un "uso responsable" de las nuevas tecnologías, agrega Diana Díaz. El profesorado no sólo tiene que estar al día de lo que ocurre en las aulas, sino que debe contar con la formación y los mecanismos adecuados para poder actuar. Precisamente es ahí donde Del Moral percibe lagunas. "Hay que dotar a los profesores de las herramientas para que puedan luchar" contra el problema, pero durante el proceso formativo los docentes "carecen de formación sobre este tipo de violencia". También repara sobre la importancia de mantener espacios como las tutorías, "ideales para que el tutor pueda observar qué pasa en esa clase", o la figura del orientador y psicólogo, que es "un referente al que acudir en caso de ser víctimas u observadores".

El resorte para que todo ello funcione, añade, es "creer que realmente es un problema, no que son cosas de niños que han sucedido toda la vida". Con el objetivo de luchar contra ello, Save the Children ha propuesto la puesta en marcha de una ley integral para prevenir y combatir todos los tipos de violencia contra la infancia. "Es urgente proteger a los niños y niñas de todos los tipos de violencia a través de la prevención y la sensibilización y poner al servicio de la infancia víctima de violencia mecanismos de denuncia y reparación de los daños ocasionados", defiende la organización.

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