El nuevo presidente del Parlament,
Roger Torrent, debutó este miércoles en el cargo exigiendo
que se ponga fin "inmediatamente a la intervención de las instituciones" catalanas, en referencia crítica a la aplicación del artículo 155 de la Carta Magna, según informó Europa Press.
En su primer discurso ante el pleno de la Cámara tras ser elegido, lamentó que los ocho diputados encausados no puedan asistir al hemiciclo, y advirtió de que en la Cámara no se rehuirá ningún tema bajo su presidencia, incluidos los vinculados a la independencia:
"En el Parlament se tiene que poder hablar de todo".
Cuando Torrent pide hablar de todo apela al argumento utilizado en la pasada legislatura por su antecesora, Carme Forcadell, cuando, ante las advertencias de la justicia de que ciertos debates no se podían celebrar en el Parlament, la presidenta los autorizó asegurando que ella no era nadie para vetarlos.
Hace poco más de dos años, cuando Carme Forcadell accedió a la Presidencia, concluyó su con un "¡Viva la república catalana!", y este miércoles Torrent optó por
"¡Viva la democracia y viva Cataluña!".
Además, pidió a todos los diputados devolver la política al centro del debate parlamentario, además de pedir: "Conjurémonos todos para recuperar las instituciones del país y
volverlas a poner al servicio de los ciudadanos lo más pronto posible".
La "confianza" de todos
Torrent agradeció el apoyo de los diputados que le votaron, se comprometió a ganarse la "confianza" de los que no lo hicieron, y
tendió la mano a todos los grupos.
El republicano aseguró que
aspira a ejercer su cargo de forma conciliadora con todos, con el entendimiento y el diálogo como premisas, y añadió que "
la democracia y la convivencia será los pilares fundamentales" de su mandato.
Defendió que
la sociedad catalana tiene identidades múltiples, que es lo que le convierten en una sociedad plural, y citó al escritor Stefan Zweig, del que se declara ferviente seguidor: "Nuestro mundo tiene espacio para muchas verdades y no solo para una".
A los encausados
Torrent reivindicó que su cargo implica ser la segunda autoridad de Cataluña –solo por detrás del presidente de la Generalitat–, y por eso defendió que no puede eludir destacar que
el contexto político que vive Cataluña es "complejo y anómalo".
Torrent
lamentó la cárcel preventiva de los cuatro presos soberanistas, y que "en opinión de mucho juristas es absolutamente injustificada", y también lamentó que los cinco diputados encausados que viven en Bélgica
no puedan regresar con garantías, dijo.
No dio pistas de si es partidario de investir a Puigdemont a distancia, pero sí avisó de que velará por los derechos que considera que tiene todo diputado: "
En el Parlament hay 135 voces y yo tengo que defender la expresión de todas; de los que están aquí y de los que no pueden estar".
Sin embargo, para abordar la situación de los encausados no utilizó términos comunes en el soberanismo como el de
'presos políticos' para los que están en la cárcel y
'exilio' para los que viven en Bélgica.
Tampoco se refirió a la declaración de la República que se hizo en el Parlament el 27 de octubre de 2017, y se limitó a decir que
defenderá la "esencia del republicanismo", que ve como una apelación a la democracia y a la justicia social.
Josep Irla y Carme Forcadell
En su discurso aludió a varios de sus predecesores, citando dos: el presidente del Parlament en el exilio Josep Irla, por su
"compromiso y lealtad", y Carme Forcadell, de quien se
declaró deudor y heredero.
Torrent se refirió a su propia juventud, ya que, con 38 años, es el
presidente más joven de la Cámara desde la restauración de la democracia, y celebró que su elección supone "el síntoma de un
relevo natural y necesario en los espacios de decisión y responsabilidad política" en Cataluña.
También
abordó cuestiones sociales, apelando por ejemplo a trabajar por los que más sufren, a luchar por la igualdad entre hombres y mujeres –en la Mesa hay una mujer y seis hombres– y también para erradicar la violencia de género.
Tras su discurso sonó el himno nacional de Cataluña y los diputados soberanistas gritaron
"Libertad, libertad" –él no lo hizo–, y al salir del pleno se reunió brevemente con Forcadell en el que será su nuevo despacho, para simbolizar el relevo.
Mal comienzo si habla de intervención de las instituciones. Es una infamia inaceptable. Alguien que preside un parlamento y habla de identidades múltiples no puede lucir el trapito amarillo de manera sectaria.
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