Desarrollo

Las críticas del sector al nuevo plan para la cooperación internacional: sin enfoque estratégico y sin presupuesto definido

El ministro español de Asuntos Exteriores y Cooperación, Alfonso Dastis

La aportación española a la cooperación internacional se encuentra bajo mínimos. No sólo ha sufrido recortes presupuestarios desde el inicio de la crisis, sino que el diseño elaborado por el Gobierno de Mariano Rajoy del V Plan Director, para el que la norma 23/1998 establece un plazo de renovación de cuatro años, no satisface por completo las demandas del sector. El último plan fue desarrollado entre los años 2013 y 2016, y posteriormente sometido a una prórroga para extender su vigencia a 2017, como consecuencia de la situación política y del Gobierno en funciones. Hasta abril de 2017 el Ministerio de Exteriores no comenzó a trabajar sobre un nuevo borrador que alcanza ahora su recta final, y que prevé iniciar su vigencia en el primer trimestre del año. La Coordinadora de Organizaciones de Cooperación para el Desarrollo (ONGD), que en una primera revisión del documento enumeró hasta seis carencias, critica que tras las correcciones del ministerio el plan todavía carece de presupuesto definido y de un enfoque estratégico.

Carlos García, responsable de incidencia política en la Coordinadora, explica en conversación con infoLibre que ahora el Gobierno debe "escuchar a los actores sociales y políticos" hasta confeccionar el plan definitivo. Este 7 de febrero, dice, se reunirá la Comisión Interterritorial, en la que actores de la cooperación descentralizada opinarán sobre el V Plan Director. Al día siguiente habrá un dictamen, se negociará y se determinará "si es un plan de consenso". En un principio, García augura que "será muy difícil conseguir consenso y lograr el sello de los actores sociales". Posteriormente, el plan irá el 12 de febrero al Pleno del Consejo de Cooperación, y el siguiente paso serán las Cámaras: el día 14 en la Comisión de Cooperación y el 15 en el Senado para pasar finalmente al Consejo de Ministros.

Un portavoz autorizado del Ministerio de Exteriores explica, por su parte, que las carencias expuestas por las partes "forman parte del debate entre las propias partes". La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), por su parte, recuerda que la redacción del Plan Director no entra dentro de sus competencias por lo que rechaza pronunciarse sobre la posición de la Coordinadora.

Carlos García estima que si el V Plan Director "no viene acompañado de recursos y de una apuesta por desatascar la política del túnel en el que se encuentra es totalmente inválido". En todo caso, matiza, "todavía hay tiempo para gestos políticos".

Sin presupuesto ni enfoque estratégico

El Plan Director, explica Carlos García, "es el gran documento que orienta la política de cooperación", que a su vez es "la más recortada de todas las políticas sociales". Mariano Rajoy, asegura, "siempre dijo que cuando llegara la recuperación se restablecería la inversión y se volvería a la normalidad". "El Plan Director es una orientación con la que se pretende que la cooperación trabaje durante cuatro años, y el presupuesto viene a marcar las líneas que se van a llevar a cabo", explica Andrés Rodríguez, presidente de la Coordinadora, quien admite que sus expectativas, "con estos anuncios de teórica recuperación y salida de la crisis" eran altas. Rajoy "hizo una promesa" en la Asamblea General de Naciones Unidas en el año 2013. "A medida que crezca la economía española, el Gobierno volverá a aportar una inversión en cooperación al desarrollo generosa, inteligente y eficaz", decía entonces el presidente conservador.

García asegura que la Coordinadora estaba "esperando para ver si se concretaba" y tras mucho esperar, después de un escenario paralizado a consecuencia de un Gobierno en funciones, "este era el momento". Resulta complejo sacar adelante un Plan Director, asegura, "sin un gesto político y sin recursos". En este sentido, García critica la ausencia de "interés político para que la cooperación vuelva a ser una pieza fundamental en la acción exterior internacional". Sin recursos, relata, sin capacidades, sólo queda "marketing político".

Al documento le falta no sólo una memoria específica diseñada para detallar los fondos, sino que además "la cuestión presupuestaria aparece reflejada con menciones difusas o sujetas a condicionantes sin especificar". Existe, además, una carencia de enfoque estratégico. Aunque la propuesta "explicita una voluntad de alinearse con la Agenda 2030, la Agenda de Acción de Addis Abeba sobre Financiación del Desarrollo y el Acuerdo de París sobre cambio climático", lo cierto es que dicho "ejercicio no cuenta con una visión a largo plazo, ambiciosa y con prioridades claramente definidas, en la que se conjuguen de manera equilibrada los elementos propios y positivos de la cooperación española con las exigencias y metas de la Agenda 2030". Carlos García critica que el plan cuente con una importante narrativa centrada en la "flexibilidad". Con ello, valora, se corre el riesgo de que la cooperación quede "instrumentalizada" por otras prioridades, algo que considera "bastante preocupante".

Finalmente, la Coordinadora había señalado en su momento otras cuatro cuestiones que sí han sido incorporadas al plan definitivo, aunque con "luces y sombras". Carlos García pone el acento en contar con "mecanismos de coherencia de políticas para el desarrollo de evaluaciones internas", terreno en el que ha habido "avances pero insuficientes". También recuerda lo necesario de colaborar con la sociedad civil. Aunque este punto ha experimentado mejoras respecto a los borradores iniciales, el experto reclama un trabajo más estrecho entre ambos agentes. "No está claro que la sociedad civil sea una estrategia diferencial importante para conseguir avances estructurales en los países de cooperación", apunta, y exige además un trabajo conjunto de cara a la "superación de las barreras existentes" en distintos puntos del globo. También insiste en la importancia de realizar un seguimiento y evaluación eficaces para lograr análisis útiles de cara al futuro.

Caída en picado de los presupuestos

La evolución presupuestaria de la aportación española para la cooperación ha ido experimentando un descenso progresivo en los últimos años. El año 2009 fue el momento cumbre. Entonces España destinó el 0,46% de la Renta Nacional Bruta, y al año siguiente la cifra descendió al 0,43%. Fue en 2011, no obstante, cuando se produce la primera gran debacle de la aportación, quedándose en el 0,29%. En 2012, con Mariano Rajoy ya en la Moncloa, ya se sitúa en el 0,16% y durante los siguientes años no conseguirá alcanzar el 0,2%. De hecho, en 2015 llega a su nivel más bajo, el 0,12%. En 2016, gracias en buena medida a una operación puntual de cancelación de deuda con Cuba, la cifra asciende al 0,33%. Los Presupuestos Generales de 2017 fijaron la cifra en el 0,21%.

No obstante, recuerda Rodríguez, la cooperación "es la política pública más recortada de todas, sumando las comunidades autónomas y los ayuntamientos", lo que equivale a un recorte del 80%. "Estos recortes nos sitúan en niveles de principios de los noventa", señala Rodríguez, por lo que "son tres décadas perdidas". El objetivo de 2018, reprocha, debía ser "un gesto significativo de recuperación, una apuesta decidida por recuperar el papel de España 2009 en el ámbito internacional".

El hecho es que "los países de nuestro entorno están dedicando un 0,4%", de modo que la finalidad de las organizaciones no gubernamentales es que en el año 2020, al final de la legislatura, la inversión alcance dicha cifra "sin olvidar que debemos ir caminando hacia el 0,7%".

"Ayuda inflada"

Por otro lado, la Coordinadora presentó el pasado martes 30 de enero el informe La AOD europea al descubierto, donde denuncia la cantidad de "ayuda inflada" al desarrollo. La plataforma censura que, al ritmo actual, "Europa cumplirá con su compromiso de destinar el 0,7% de la Renta Nacional Bruta en 2052". A esto se suma que entre 2015 y 2016 la Unión Europea y sus países miembros "han incrementado en un 43% la ayuda inflada o no genuina", que incluye todas las operaciones relacionadas con gastos en áreas que no contribuyen a generar beneficios en los países en desarrollo, como asistencia a refugiados dentro de la UE, condonación de deudas y reembolso de intereses de préstamos concesionales.

La Coordinadora critica en el documento, una vez más, que "sin el suflé cubano, la ayuda al desarrollo española sólo hubiera alcanzado el 0,16%" en el año 2016, "lejos de la media de la UE –0,51%– y de los países del Comité de Ayuda al Desarrollo –0,32%–".

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La importancia de la cooperación

Los motivos que hacen necesario el clásico objetivo del 0,7% revelan la importancia de invertir en cooperación. "Antes pensábamos que los problemas que estábamos tratando de solucionar con la cooperación estaban muy focalizados en los países al otro lado del océano", pero en la actualidad "empezamos a tener conciencia de que todos estos problemas están afectando a la sostenibilidad del planeta y del conjunto de la humanidad, porque vivimos en una casa común".

Los fondos de cooperación, relata, "están ayudando a solucionar problemas que a su vez estamos ayudando a crear", como son el cambio climático, la pérdida de la diversidad o problemas en las cosechas, y que "sufre la gente que menos ha contribuido a generar". Es, por ello, necesario "ser conscientes de que esas fronteras norte-sur han desaparecido y ahora la pobreza y el cambio climático nos afectan".

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