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El debate territorial

Page propone olvidar la reforma de la Constitución que Sánchez acordó abrir con Rajoy

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en un acto público en Bilbao.

Fernando Varela

Que el debate territorial impulsado por Pedro Sánchez desde que volvió a la dirección del PSOE no hace ninguna gracia a los dirigentes derrotados en la batalla orgánica librada el año pasado por el liderazgo del socialismo español no es ningún secreto. La mayoría de los presidentes autonómicos socialistas, con la andaluza Susana Díaz a la cabeza, se sienten muy incómodos con la posibilidad de una revisión del Estado autonómico.

Lo que ya no es tan frecuente es que uno de ellos, en este caso el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, diga en público lo que la vieja guardia del PSOE —e incluso cada vez más dirigentes afines a Sánchez— reconocen en privado: la vía de una revisión constitucional para resolver el conflicto catalán ha entrado en via muerta.

En un acto organizado por Encastillalamancha.es, Page aseguró abiertamente que “nadie cree” que el país “esté en condiciones de abordar” la reforma de la Carta Magna que Pedro Sánchez pactó explorar con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en los días en que este último necesitaba el respaldo del líder de la oposición para intervenir la autonomía catalana y destituir el Govern de Carles Puigdemont.

En opinión del presidente castellanomanchego, hace 40 años “a España no le quedaba más remedio y no había más necesidad que ponerse de acuerdo” en un texto constitucional respaldado por todos. El debate sobre la reforma, defendió, no debe basarse en la negación de la carta fundamental de 1978. “Oirán mucho debate, se abrirán comisiones, se emitirán opiniones, pero para abordar un debate que cambie las cosas, debe haber sosiego y evitarse las amenazas”, señaló.

En estos momentos, indicó Page, el presidente del Gobierno “no está en condiciones de abordar problemas estructurales de este país”, entre otras cosas porque el PP está "más en los juzgados" que en la política, Ciudadanos “da por roto” el acuerdo de investidura y el PSOE considera “agotado el ciclo de Rajoy”. En este estado de cosas, “esta legislatura no tendrá la apertura del melón constitucional”. Habrá que esperar a un momento con menos “situación ansiosa” y de mayor estabilidad. Hace falta “calma”, reclamó.

El presidente de Castilla-La Mancha, uno de los barones socialistas que menos sintonizan con Sánchez, da así por finiquitado uno de los elementos nucleares de la estrategia política con la que el secretario general obtuvo el respaldo mayoritario de los militantes y se impuso a Susana Díaz en la batalla por el liderazgo del partido.

El número uno del PSOE recuperó el mando en la calle Ferraz defendiendo entre otras cosas la reforma federal de la Constitución para que la Carta Magna fuese fiel reflejo de la España plurinacional y, de paso, permitiese reeescribir el encaje de Cataluña poniendo fin a la brecha abierta por la sentencia del Tribunal Constitucional que en 2010 anuló parcialmente el Estatuto que los catalanes habían aprobado en referéndum.

Sánchez, de común acuerdo con el PSC, hizo de este objetivo el eje de su estrategia en el conflicto catalán. El pasado octubre, al mismo tiempo que abrazaba la decisión del Gobierno de Rajoy de intervenir la autonomía de Cataluña aplicando por primera vez el articulo 155, el líder del PSOE anunció un acuerdo con Rajoy para abrir, en el plazo de seis meses, la reforma de la Constitución. Un pacto confirmado con la boca pequeña por el presidente y por los dirigentes del PP, cuya prioridad aquellos días era sumar a los socialistas a su estrategia contra el procés independentista.

Cambio de discurso

Cuatro meses más tarde, poco o nada queda del discurso territorial en la dirección del PSOE y en las intervenciones de su secretario general. El cambio de rumbo en las prioridades de los socialistas se hizo evidente después de que las elecciones del 21 de diciembre constatasen que las propuestas de los socialistas no estaban teniendo eco entre los ciudadanos de Cataluña. La España plurinacional desapareció de las intervenciones de Sánchez, que en sus apariciones públicas pasa de puntillas sobre la crisis catalana y se limita a exigir a los soberanistas que cumplan las leyes y se pongan de acuerdo para formar gobierno. El secretario general, en una sesión académica celebrada hace pocos días en Los Angeles (Estados Unidos), reconoció su opinión de que el debate territorial es poco propicio para la izquierda.

Para muestra un botón: este miércoles, en un acto público en Bilbao, cuando llegó el momento de hablar de la reforma del Estatuto de Gernika, Sánchez se limitó a defender “una Euskadi unida en una España que avance y dentro de una Europa que tiene que impregnar la globalización de valores humanistas y de la Ilustración, como son los derechos humanos, la igualdad y la libertad”.

Al mismo tiempo, la comisión no permanente del Congreso creada para servir de prólogo a la reforma constitucional pactada con Rajoy, convertida en una sucesión de conferencias pronunciadas por una larga lista de autoridades, notables y expertos en derecho constitucional, suma seis reuniones y ya ha desaparecido de la agenda de los medios de comunicación sin haber sido capaz de atraer la presencia más que del PSOE —su único promotor—, del PP y de Ciudadanos. La ausencia de Unidos Podemos y, sobre todos, de los nacionalistas vascos y catalanes —PNV, Esquerra y el PDeCAT— lastra inevitablemente sus trabajos y las eventuales conclusiones a las que pueda llegar en su objetivo de evaluación del funcionamiento del Estado autonómico. Por no hablar de la crisis catalana, que era el verdadero asunto que el PSOE quería reconducir reconducira través de la comisión.

Lo cierto es que a falta de cuatro meses del plazo que Sánchez aseguró haber pactado con Rajoy para abrir el melón de la reforma, nadie parece creer que el debate tenga la menor posibilidad de llegar siquiera a comenzar. Fuentes del PSOE confirmaron a infoLibre que la cuestión territorial no sólo ha desaparecido de las reuniones de estrategia de la dirección del partido sino que el propio Sánchez admite que en estos momentos es imposible defender el ideario federalista porque “la gente no lo entiende bien”.

Entre otras cosas, explican las mismas fuentes, porque la situación catalana sigue condicionando cualquier aproximación al problema y cualquier paso en falso en este terreno amenaza con hipotecar el mensaje social con el que el PSOE trata de abrirse camino como alternativa a PP y Ciudadanos.

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En cualquier caso, cada vez es más evidente, aseguran, que el PP nunca jugó limpio en este asunto y que su compromiso para abrir la reforma de la Constitución nunca fue real. Se trataba de una estratagema para atraer al PSOE al apoyar el artículo 155.

¿Fue un error cerrar filas con el Gobierno en el artículo 155? Algunos dirigentes del PSOE próximos a Sánchez admiten en privado que sí, que quizá hubiese sido mejor haber sido “valientes” y haber hecho oposición con todas las consecuencias. Sin embargo, llegados a este punto, todos entienden que ahora mismo hay poco margen para cambiar.

En el debate interno de PSOE preocupan más otras cosas, como los problemas que, según algunos diputados, están teniendo los socialistas en el Congreso a la hora de disputar a Podemos las banderas de la izquierda. Más incluso que las discrepancias públicas que muestran estos días los barones críticos, algunos denunciando la supuesta persecución del español en Cataluña (como el presidente aragonés, Javier Lambán), otros defendiendo las aspiraciones de la eurodiputada Elena Valenciano en el grupo socialista europeo (asunto al que se ha referido la presidenta andaluza, Susana Díaz). O como el presidente García-Page y su propuesta para enterrar la reforma constitucional que Sánchez pactó con Mariano Rajoy, y anunció a bombo y platillo.

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