moción de censura

Sánchez se comprometerá ante el Comité Federal a no negociar "absolutamente nada" con el independentismo

Pedro Sánchez y Susana Díaz, durante una reunión del Comité Federal del PSOE.

El futuro de la moción de censura contra Mariano Rajoy sigue en el aire. Para acallar las voces de quienes, desde la derecha, tratan de hacer ver que la iniciativa de remover a Mariano Rajoy de la Moncloa obliga al PSOE a hacer concesiones a quienes quieren “romper España” y cortar de raíz cualquier posibilidad de que voces críticas internas se sumen a ese discurso, Pedro Sánchez tiene intención de dejar meridianamente claro antes los barones territoriales del partido, convocados a participar este lunes por la tarde en un Comité Federal extraordinario, que no va a negociar “absolutamente nada” con los independentistas. Así lo han confirmado a infoLibre fuentes cercanas a Sánchez en la dirección socialista.

Ya lo dijo el pasado viernes, cuando presentó la moción de censura en Ferraz: si consigue el apoyo que necesita para echar a Rajoy de la Presidencia y formar él mismo Gobierno mantendrá en Cataluña la “política de Estado” que ha mantenido desde el pasado octubre en defensa del orden constitucional, lo que implica seguir con la aplicación del 155 mientras el president de la Generalitat no nombre un Govern viable —sin presos ni huidos de la justicia— y, a partir de ahí, mantener la vigilancia sobre la decisiones que adopten en el futuro los independentistas. Lo ha repetido estos días el secretario de Organización, José Luis Ábalos, que este domingo insistió en la misma idea: el PSOE no va a negociar nada con el independentismo.

“No nos quedaba otra, no era una cuestión de elección, era cuestión de ejercer nuestra responsabilidad", subrayó Ábalos este sábado.

Esta es, precisamente, la idea que se ha extendido de forma unánime en el PSOE: la decisión de Mariano Rajoy y del PP de mirar hacia otro lado y no asumir ninguna responsabilidad política tras la durísima sentencia de la Gürtel dejó a los socialistas "sin otra alternativa" que presentar una moción que ponga fin a la Presidencia de Rajoy. Y, tras unos meses de Gobierno socialista durante los cuales Pedro Sánchez quiere intentar sacar adelante una agenda de medidas sociales urgentes para las que que sí espera conseguir un acuerdo mayoritario de las fuerzas política representadas en el Congreso, convocar elecciones anticipadas.

Pero en el PSOE nadie parece saber a ciencia cierta en qué fecha está pensando Sánchez, así que las cábalas se extienden desde comienzos de 2019, quizá coincidiendo con las elecciones andaluzas que como muy tarde deben celebrarse en marzo, hasta después del verano de ese año, lo que daría al nuevo Gobierno doce meses para intentar completar un paquete relevante de medidas sociales con el que demostrar que las políticas alternativas al PP tiene respaldo mayoritario. Esa estrategia chocaría en el plano legislativo con la mayoría absoluta que el PP tiene en el Senado y que le permitiría bloquear las iniciativas.

La tercera opción sería sumar las elecciones generales al superdomingo electoral de finales de mayo en el que los españoles tendrán que votar para renovar los ayuntamientos, elegir diputados para Estrasburgo y decidir el futuro de los parlamentos autonómicos de trece comunidades.

Dificultades para que la moción prospere

No obstante, la mayoría de los dirigentes del PSOE, aun siendo todos partidarios de tomar esta iniciativa, son también conscientes de que apenas hay posibilidades de que salga adelante.

Sánchez no va a ofrecer ninguna contrapartida a PDeCAT, Esquerra o al PNV, especialmente en materia territorial. Su planteamiento es que las tres formaciones nacionalistas, sin las cuales la moción está condenada al fracaso, saben ya cuál es el programa del PSOE para resolver el debate territorial: una reforma constitucional de inspiración federal que cierre el modelo y garantice a Cataluña y a Euskadi un encaje respetuoso con sus demandas identitarias. Pero Sánchez no va a ponerse a negociar ahora esos cambios. Su tesis es que la condena por corrupción al PP es motivo suficiente para promover un cambio de Gobierno y el liderazgo de esa decisión le corresponde a los socialistas. Ese es el núcleo de la propuesta que Sánchez trasladará en la tarde de este lunes al Comité Federal y a sus representantes en el Congreso. Se celebrarán reuniones con el resto de grupos parlamentarios a lo largo de toda la semana. No para negociar, subrayan fuentes del PSOE, sino para trasladarles las intenciones de Sánchez en el caso de que consiga los 176 votos que necesita para echar a Rajoy y ocupar su lugar en el Presidencia del Gobierno.

No obstante, fuentes de la dirección del PSOE aseguran que Sánchez, en la defensa de su candidatura a la Presidencia en el Congreso, no renunciará a su programa político para Cataluña, donde siempre ha reiterado la necesidad de hacer política y no dejar toda la solución a los jueces.

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Las declaraciones de este fin de semana de dirigentes de Junts per Catalunya y del PNV, avanzando su intención de pedir contrapartidas al PSOE a cambio de hacer presidente a Sánchez, no han hecho sino aumentar el número de dirigentes socialistas convencidos de que la moción no va a salir adelante. Algunos creen incluso que Sánchez lo sabía ya cuando presentó la iniciativa, pero aun así decidió dar el paso —con el respaldo unánime de la dirección—, a sabiendas de que es una operación de alto riesgo, fundamentalmente con dos argumentos. El primero, la gravedad de la situación que supone que siga en la Presidencia el jefe de filas de un partido condenado como partícipe a título lucrativo en graves delitos de corrupción, Y, en segundo lugar, porque la moción les ha permitido "poner en evidencia" la estrategia de Ciudadanos, que después de haberse hecho en los últimos meses con la iniciativa política trata de desmarcarse totalmente del PP exigiéndole elecciones inmediatas para consolidarse como la alternativa a Rajoy.

Todo el mundo en el PSOE, y eso incluye a la dirección y a Sánchez, sabe además que si la moción saliera adelante el escenario de los próximos meses tampoco sería un camino de rosas. El líder del PSOE tendría que hacer frente a un Congreso hostil, a un Senado controlado por el PP, a una crisis en Cataluña que aún está muy lejos de ser desactivada y a un sinfín de dificultades para hacer realidad la agenda social que ha hecho prioritaria desde que volvió a la Secretaría General del partido. Sin mencionar que previsiblemente tendrá en contra a las principales televisiones y las cabeceras tradicionales de prensa, alineadas en su mayor parte a favor de la estrategia de Albert Rivera de resolver la crisis llamando inmediatamente a los ciudadanos a las urnas.

Precisamente la fecha de las elecciones anticipadas será una de las claves de la reunión del Comité Federal que los socialistas han convocado para esta tarde. Algunos dirigentes son partidarios incluso de que Sánchez fije un horizonte concreto para disolver las Cortes y subrayar así la excepcionalidad de la situación que ha obligado al PSOE a impulsar el mecanismo para echar a Rajoy de La Moncloa.

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