Gobierno

Los tres nombramientos de Sánchez que han desconcertado al PSOE

Elena Herrera

El nombramiento de las 11 mujeres y seis hombres que acompañarán a Pedro Sánchez en el regreso del PSOE al Palacio de la Moncloa casi siete años después de la derrota electoral de 2011, ha superado las expectativas previstas en el partido, donde ponen especialmente en valor la capacidad de haber conectado con el auge del feminismo, más visible desde las multitudinarias movilizaciones del pasado 8 de marzo, así como la vocación europeísta del nuevo gabinete.

Sin embargo, los dirigentes consultados por infoLibre admiten que sí ha habido tres nombres que, por motivos diversos, han provocado cierto "desconcierto" en las filas de la formación. Se trata del titular de Interior, el juez Fernando Grande-Marlaska; del astronauta Pedro Duque, que ostenta desde este jueves la cartera de Ciencia, Innovación y Universidades, y del periodista y escritor Màxim Huerta. Ninguno de los tres tiene el carnet del PSOE.

El de Grande-Marlaska no es el único perfil moderado del nuevo Ejecutivo, aunque sí al que más claramente se puede situar en un ámbito conservador. No en vano fue propuesto por el PP como miembro de la Comisión Permanente –el núcleo duro, que requiere dedicación exclusiva– del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) en enero del año pasado. Además, en 2015 fue uno de los ocho magistrados de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional que votó en contra de apartar del tribunal que iba a juzgar el caso Gürtel a la magistrada Concepción Espejel, que años atrás había sido designada integrante del órgano de gobierno de los jueces a propuesta del PP. 

Al CGPJ Grande-Marlaska llegó procedente de la Audiencia Nacional, donde instruyó numerosas causas contra ETA y su entorno. Como miembro de este órgano judicial se mostró partidario de mantener la dispersión de los presos de la banda. Lo hizo en 2015, más de tres años después del fin de la violencia organizada. En la actualidad son alrededor de 400 los presos de la banda, el 95% en régimen cerrado y sin beneficios penitenciarios y la mitad en cárceles alejadas del País Vasco. Su acercamiento, la excarcelación de los reclusos gravemente enfermos y la eliminación de las medidas excepcionales son algunas de las cuestiones pendientes tras la desaparición definitiva de la organización. 

Fuentes socialistas se muestran sorprendidas por su designación y la interpretan como la manera que ha buscado Sánchez de reflejar dureza contra el terrorismo. Y es que, aunque ETA se haya disuelto, parte de la derecha política y mediática ha atacado al nuevo presidente con el argumento de que había llegado a la Moncloa gracias "a los secesionistas catalanes y los amigos de ETA".

De la trayectoria de Grande-Marlaska también resultó controvertida la decisión de archivar la demanda penal que buscaba responsables del accidente de avión en el que murieron 62 militares españoles en mayo de 2003 en Turquía, por no encontrar "responsabilidad penalmente relevante" en la cúpula militar del Ministerio de Defensa que en el momento del siniestro dirigía Federico Trillo. Familiares de parte de las víctimas del Yak no han dudado en calificar su nombramiento como ministro de "perverso y descorazonador".

Experiencia de gestión 

Con un sector que empieza a estar cada vez más movilizado tendrá que vérselas el astronauta Pedro Duque, que tiene una capacidad incuestionable pero carece de experiencia política y de gestión. En el plano inmediato tendrá que lidiar con el actual caballo de batalla de los científicos españoles, que son las medidas de fiscalización y control del gasto que son ajenas a las particularidades de los centros de investigación, en los que las dinámicas de trabajo son particulares por su constante interacción con la industria y con instituciones, y a la que culpan de paralizar sus investigaciones y restarles competitividad. 

Todo ello, además, en un momento de desplome de los presupuestos asignados a I+D y tras años de seguir a pies juntillas una estrategia de dar más peso al crédito que a la subvención que, por ejemplo, hizo que durante 2017 la Administración General del Estado (AGE) dejara sin gastar 3.260 de los 4.635 millones consignados en el conjunto de programas dedicados a fomentar las actividades de investigación científica, el 70,3% total. De lo que ahora se quejan los científicos es de que, entre unas cosas y otras, ni siquiera pueden gastar con agilidad el poco dinero que tienen. 

Además de Ciencia e Innovación, Duque llevará la cartera de Universidades, un ámbito de cuya idiosincrasia no es tan conocedor. Por ejemplo, formará parte del Consejo de Universidades, el órgano integrado por los rectores y representantes del ministerio. Aunque Iñigo Méndez de Vigo logró pacificar el ambiente, lo cierto es que la relación de los responsables de los campus con el Ejecutivo del PP no ha sido boyante. En 2012, con José Ignacio Wert en el cargo, fue la primera vez que los rectores en pleno plantaron al ministerio. Cuestionaban entonces que los conservadores estuvieran "dinamitando" la igualdad de oportunidades al combinar subida de tasas con recorte de becas. 

Aunque muy bien recibido en la comunidad científica, el de Duque ha sido un fichaje estrella que pilló por sorpresa a algunos dirigentes socialistas que, aunque no le restan valor, lo encuadran dentro de una estrategia de markenting político. De esta misma estrategia, según las fuentes consultadas, forma parte el nombramiento de Màxim Huerta como titular deCultura y Deporte, pues tampoco tiene experiencia en la gestión cultural o deportiva. 

Huerta, que ha escrito varias novelas y ha sido presentador de televisión, tiene un perfil mucho más ligado a la cultura popular que otros creadores que ocuparon antes que él la cartera de Cultura como el intelectual Jorge Semprún (1988-1991), la escritora Carmen Alborch (1993-1996) o la guionista Ángeles González-Sinde (2009-2011). El flamante ministro ha sido recibido con suspicacia por quienes esperaban una figura más contrastada, aunque para muchos la mera recuperación de la cartera ya es una excelente noticia. 

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