El terremoto político sacude Andalucía en pleno arranque de su carrera electoral

Susana Díaz, presidenta de Andalucía (en el centro de la fotografía), aplaude la defensa de la moción de censura de Pedro Sánchez en el Comité Federal del PSOE.

Mercedes Alaya albergó desde el inicio de la instrucción del caso de los ERE la certeza inamovible de que el fraude no estaba restringido a unos pocos espabilados que se habían aprovechado de los agujeros en el sistema de reparto de ayudas de la Junta de Andalucía entre 2000 y 2011. Para la jueza del trolley no se trataba sólo de un problema de intrusos, sobrecomisiones, conseguidores, acuerdos bajo mano entre sindicalistas y empresarios o ayudas sin justificación. Alaya veía mucho más. Su teoría de la maquinación política a gran escala, que el PSOE andaluz creía ya declinante, cobra ahora una nueva relevancia a la luz de la sentencia del caso Gürtel y su traducción política. ¿Qué ocurre si en la sentencia de los ERE se pone negro sobre blanco que el PSOE y la Junta se beneficiaron de una red clientelar durante una década? Los efectos en Andalucía de la moción de censura, efectos que no se limitan al caso de los ERE, prometen ser profundos y determinantes en la larga precampaña electoral en marcha.

Según Alaya, la maquinación de los ERE tuvo como máximos responsables a los ocupantes del despacho noble del Palacio de San Telmo durante 23 años: Manuel Chaves (1990-2009) y José Antonio Griñán (2009-2013). La hipótesis de la jueza, que aplicó también a la instrucción de los cursos de formación, se resumía en dos palabras: red clientelar. Una red tejida mediante un reparto discrecional de fondos públicos para garantizar la "paz social", tal y como afirmó la Fiscalía. Ni el clientelismo ni la búsqueda de la paz social se corresponden con tipo penal alguno. Pero ambas idean sobrevuelan el relato de la instrucción y de la acusación, de manera implícita o explícita.

Hasta hace unas semanas el PSOE andaluz seguía el juicio del caso con tranquilidad. Según la interpretación más extendida, Chaves y Griñán salieron con bien de sus declaraciones. El tema del famoso clientelismo no ha tenido excesivo protagonismo durante el juicio por el que se sientan en el banquillo los dos expresidentes y otros veinte ex altos cargos. A la pregunta sobre cuándo podría ser la sentencia y qué efecto tendría en el panorama político andaluz, un responsable provincial del partido respondía hace apenas dos meses: "No me preocupa. Hombre, una sentencia contra Chaves y Griñán nunca sería una buena noticia, pero el precio de este tema ya se pagó en 2012, cuando perdimos las elecciones contra Javier Arenas [aunque un pacto con IU permitió al PSOE seguir en el poder]".

Hoy las cosas no parecen tan tranquilas. Y no sólo por la sorprendente entrevista de Alaya en ABC acusando sin pruebas a PSOE y PP de conspirar contra ella para apartarla de la instrucción de los grandes casos de corrupción. ¿Qué pasa si queda establecido que Chaves y Griñán, que han sido presidentes del PSOE además de presidentes de la Junta, diseñaron o permitieron un modelo de reparto opaco y discrecional de fondos públicos a beneficio de su mantenimiento en el poder? Preguntas como ésta circulan estos días en medios socialistas, donde se ha recibido con una extrañeza próxima a la preocupación la advertencia del líder andaluz de Ciudadanos, Juan Marín, de que, al igual que ha ocurrido con la sentencia del caso Gürtel, pediría la dimisión de Susana Díaz y elecciones inmediatas si hubiera una condena similar por los ERE.

También se han multiplicado las cábalas sobre cuándo podría dictarse la sentencia. El juicio empezó en diciembre. Ya han declarado todos los acusados y unos 30 de casi 150 testigos. Quedan además los peritos y los informes finales. Una estimación razonable apunta que el juicio tendría que acabar en noviembre para que hubiera una sentencia a finales de la primavera de 2019 o inicios de verano, calculan fuentes judiciales. Si el juicio no avanza deprisa –y hasta ahora ha sido lento–, difícil será que haya sentencia antes de las autonómicas. Pero más difícil aún será que no se hable de los ERE durante la campaña. Tras meses sin lograr subir el tema a la cabecera de la agenda, el PP atiza ahora con el asunto casi a diario y con renovada energía.

La advertencia de Ciudadanos

En el PSOE relativizan el valor del comentario amenazante de Juan Marín, vertido en un clima de máxima tensión política, con la moción de censura contra Mariano Rajoy en marcha. Pero sí cunde el convencimiento de que la sentencia y la consiguiente moción, que ha puesto en la calle a Rajoy, sitúan el foco en el caso de los ERE y –observa un próximo a la presidenta– exponen a una gran presión al tribunal. El PP ha salido en tromba a valorar prácticamente como la garantía de una condena la declaración de una testigo, María José Rofa, exasesora de la Dirección General de Empleo, que ha señalado que Chaves y Griñán tenían "información puntual" sobre el reparto de las ayudas. Si dirigentes y hasta ministros del PP han cargado contra el tribunal y la sentencia condenatoria del caso Gürtel, ¿por qué no hacerlo contra una eventual sentencia absolutoria del caso de los ERE?

Fuentes jurídicas opinan que un caso como el de la pieza política de los ERE, donde las responsabilidades se dirimen en un campo de enorme complejidad técnica y donde no se acusa a nadie de llevarse dinero sino de permitir por acción u omisión un sistema que permitió que otros se lo llevaran, puede ofrecer al tribunal la tentación de una sentencia "salomónica" con "elementos políticos" que, al margen de unas condenas no demasiado severas, permita a todo el mundo hacer una lectura favorable a sus intereses. Pese a las sustanciales diferencias entre un caso y otro, el precedente de las consecuencias políticas de Gürtel estará ahí, más aún cuando Cs ya ha puesto de por medio su palabra equiparando un caso con el otro. Nadie descarta una sentencia editorializante.

Estabilidad y elecciones

La fecha de las elecciones lleva meses siendo objeto de controversia en Andalucía. Susana Díaz, presidenta de la Junta, se ha resistido a confirmar con todas las letras que se mantendrán en marzo de 2019, cuando toca. Sí ha asegurado que, mientras tenga "estabilidad", continuará gobernando y no disolverá la Cámara. El PSOE gobierna en Andalucía con el apoyo de Ciudadanos, su socio de legislatura. La vinculación de la legislatura a la estabilidad implicaba que, en caso de que tanto al PSOE como a Cs les conviniera –y según los sondeos a ambos les conviene al menos de momento–, los dos partidos podían encontrar o fabricar una excusa perfecta para adelantar elecciones a otoño. Por ejemplo, con un desencuentro sobre los presupuestos de 2019. El cambio de tablero político nacional resta margen de maniobra en Andalucía. Ahora hay que estar atento a múltiples factores nuevos.

La presidenta, que es la que decide cuándo se ponen las urnas, tiene fresco el recuerdo de los anteriores comicios, en marzo de 2015, cuando la proximidad de las municipales, celebradas en mayo, retrasó la obtención de apoyos para su investidura hasta junio, pese a su clara victoria electoral. Ahora mismo, coinciden las fuentes consultadas, es pronto para valorar si el cambio en La Moncloa puede tener una incidencia en la fecha electoral en Andalucía. Lo evidente es que ya ha tenido repercusión en las relaciones entre el PSOE y Ciudadanos, marcadas por una creciente desconfianza y una escalada verbal. El partido naranja tiene una estructura totalmente vertical, en cuya cúspide está Rivera, que ahora considera al PSOE cómplice de "los que quieren romper España". En el PSOE ven a Marín, más templado que Rivera, con poca autonomía.

Pedro Sánchez, el nuevo presidente, construye su discurso y su gobierno sobre la base de un antagonismo con Ciudadanos, mientras Susana Díaz, a la vez su principal crítica interna y su líder autonómica con más poder, pretende preservarlo como socio, dada su lejanía insalvable con Podemos-IU. Todo esto incrementa el riesgo de disonancias entre Díaz y Sánchez. El nuevo mapa político con toda seguridad va a devolver a primera línea las diferencias políticas entre ambos. Las heridas de las primarias nunca llegaron a cerrar. Y, más allá del apoyo expresado por Díaz y los suyos a la moción, persiste una diferencia de fondo. La tesis del PSOE andaluz sigue siendo que la mayoría electoral no se construye ni con acercamientos a los nacionalistas ni compitiendo a cara de perro con Podemos por el voto de izquierdas, sino centrando al partido y erosionando al electorado del PP y de Ciudadanos. 

"Apoyo y lealtad"

De momento la dirigencia del PSOE andaluz evita a toda costa aparecer como aguafiestas en la coronación de Sánchez. Nadie quiere deslizar críticas ni colocar mensajes de escepticismo. Al contrario, todo son mensajes de ilusión. No obstante, existen preocupaciones, la principal de ellas una vinculación de la marca PSOE con Bildu y los nacionalistas catalanes, de nula popularidad en Andalucía. Díaz fabrica una parte nuclear de su discurso en base a la crítica sin la menor contemplación a los partidos nacionalistas que han facilitado la investidura como presidente de su secretario general. El margen para el desencuentro entre el discurso del PSOE a nivel federal y andaluz es patente.

Aunque dosificando mensajes de advertencia –"No debe haber concesiones ni acuerdos" con los independentistas–, Díaz no ha cuestionado en lo más mínimo la moción de censura. Este viernes la presidenta se apresuró a facilitar a Sánchez: "Tiene todo mi apoyo y mi lealtad", escribió en Twitter. El problema podría llegar si considera que Sánchez la "hace elegir" entre su "lealtad" a Andalucía y su lealtad al secretario general. En julio de 2017, en el congreso del PSOE andaluz, ya le advirtió de que nunca debía someterla a tal disyuntiva. A raíz de ese congreso Díaz cerró las puertas al sanchismo en su feudo andaluz y comenzó a rehacerse políticamente. La línea política que ha marcado Díaz incluye un rechazo expreso de la "plurinacionalidad", que fue bandera de Pedro Sánchez durante las primarias y que le sigue reclamando ahora Podemos.

Díaz contra Moncloa (hasta ahora)

Hasta ahora no se ha visto cómo es Díaz con un presidente del Gobierno de su propio partido. Con Rajoy en La Moncloa, la líder andaluza ha sido enormemente reivindicativa, poniendo el énfasis en la reclamación de infraestructuras –como la línea férrea Algeciras-Bobadilla– y en la mejora de la financiación. Sus próximos no dudan que lo seguirá siendo con Sánchez. Este mismo viernes Díaz publicó un vídeo en el que dijo que "a Andalucía siempre le ha ido bien con un presidente socialista", ofreció "colaboración" y también anticipó "firmeza" en la defensa de Andalucía.

Tanto el PP como Podemos-IU estarán vigilantes ante el nivel de exigencia de Díaz. También Ciudadanos. Todos han empezado a pedirle que sea tan firme con Sánchez como con Rajoy, al que acusaba de todos los males de Andalucía. Ahora Sánchez quiere gobernar con unos Presupuestos que Díaz consideró, cuando fueron presentados por Rajoy, que "castigan, agravian y maltratan" a Andalucía.

Los conservadores han estrenado su nuevo guión: presentar a Díaz como cómplice de Sánchez en su alianza con la anti-España de rojos, separatistas y filoterroristas. "Comienza el cambio de discurso de Susana Díaz. Lo llaman lealtad cuando quieren decir entreguismo. No consentiré que Andalucía sea puesta al servicio de nadie, mucho menos al de los amigos de Puigdemont y compañía", lanzó el líder del PP andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, nada más leer la felicitación de Díaz a Sánchez. 

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"Traición" junto a "los amigos de ETA"

En el PP consideran que la moción de Sánchez es una venganza de éste contra Díaz, porque supone lo mismo que ella intentó detener cuando lideró las maniobras para descabalgar de la Secretaría General del PSOE al ahora presidente. La diferencia sería simplemente que ahora no tiene fuerza para oponerse tras su derrota en las primarias de mayo de 2017. La número dos del PP andaluz, Loles López, exhibió el tono temendista que está por venir. Susana Díaz, dijo, "ha vendido" y "traicionado" a Andalucía. "Díaz dijo hace cuatro días que no podía haber concesiones ni acuerdo con los independentistas, mientras que este viernes ha salido adelante la moción de censura que ella ha apoyado con los populistas, con los que quieren romper España y con los amigos de ETA", afirmó.

En la confluencia de izquierdas la estrategia es justo la contraria. Se trata de presentar a Díaz como el puntal del ala conservadora del PSOE. La convulsión política nacional da a IU y –sobre todo– a Podemos un poco de margen para apaciguar sus aguas internas, sobresaltadas por el repentino acelerón de la confluencia. Las relaciones entre Teresa Rodríguez y la dirección estatal atraviesan momentos de máxima tensión. La arraigada desconfianza de los anticapitalistas con los afines a Pablo Iglesia ha cristalizado en un choque frontal con motivo de la crisis interna abierta por el chalé del secretario general. Ahora, con todos los focos en Sánchez, nadie mira a Andalucía, pero las miradas no tardarán en fijarse en la gran comunidad del sur, la próxima en celebrar elecciones, donde Susana Díaz quiere revalidar su triunfo de 2015 y reivindicar que ella sigue siendo la ganadora del partido.

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