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Violencia de género

Ocho de cada diez víctimas mortales de violencia machista no denuncian por miedo o desconfianza

Imagen de la manifestación del 8M de 2018.

La última –según el recuento oficial– víctima mortal que ha dejado la violencia de género se encontraba en trámites de separación. El asesinato machista se produjo la tarde del domingo en Cabana de Bergantiños (A Coruña) y la víctima no había presentado denuncia previa. Se suma así a la veintena de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas que no habían dado el paso de acudir a los cauces legales para denunciar a sus agresores. En total, 21 de los 26 asesinatos machistas registrados en 2018 se produjeron sin denuncia previa, es decir, el 80,7%.

Echando una mirada a años anteriores, la cifra no resulta especialmente llamativa. En 2017 el porcentaje de víctimas mortales sin denuncia previa fue del 76,4% (38 de 51 feminicidios) y tan sólo un año antes se registró la cifra más baja: el 62,2%, 28 de un total de 45 asesinatos –aunque una de las denuncias aquel año fue de oficio–. Los tres primeros años de recuento de víctimas mortales, iniciado en 2003, revelan que en el total de los asesinatos de aquellos años no constaron denuncias, no porque no las hubiera, sino por un seguimiento aún en fase embrionaria, tal y como confirma la diputada Ángeles Álvarez.

Después de aquellos tres primeros años, el porcentaje más alto se produjo en 2012 con el 80,7%, exactamente el mismo que se ha registrado en lo que va de año.

El paso de denunciar y la falta de garantías

La lectura de los datos la vienen realizando las organizaciones feministas desde que repararon en lo sostenido de las cifras conforme al paso del tiempo. "Con toda la prudencia del mundo, porque el número de mujeres asesinadas es un indicador muy pequeño, la situación deriva de dos problemas". Habla Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujeres. En conversación con infoLibre, la experta en igualdad y violencia de género señala que el principal problema que acierta a observar es que "la violencia sigue sin ser denunciada, incluso en casos graves".

Conviene destacar, en este punto, que "los especialistas insisten en que el asesinato nunca es el primer síntoma", de modo que la prevención y la percepción de los primeros signos de violencia son clave para evitar una escalada de la misma.

Soleto subraya, por otro lado, que la otra cara del 80% de asesinatos sin denuncia es un 20% de asesinatos contra mujeres que sí habían denunciado. Esa cifra evidencia que "el sistema se ha demostrado deficiente en prevención en un 20%" de los casos registrados. Por ello, admite, "ojalá pudiéramos decir que si ese 80% hubiera denunciado podríamos haber evitado su asesinato", pero dadas las circunstancias se hace necesario "seguir insistiendo" en una mejora de los mecanismos de protección.

Aunque "es verdad que en muchos casos las medidas no estaban vigentes o habían caducado", la experta se reconoce "muy preocupada por la diligencia del Estado en la protección", un asunto que está "lleno de dificultades".

Las secuelas de la violencia

Los esfuerzos de las organizaciones feministas y las expertas en la materia por explicar la importancia de acudir a los mecanismos legales, pasan por analizar los motivos del rechazo entre las víctimas.

Bárbara Zorrilla, psicóloga especialista en violencia de género, comenta en entrevista con este diario que "los principales motivos por los que la mayoría de mujeres no denuncia están relacionados con las secuelas de la violencia". El miedo, dice, no tiene que ver únicamente con las reacciones del agresor, sino que salpica también a cuestiones como el temor a perder la custodia de los hijos, algo que los maltratadores, observa la psicóloga, tienden a utilizar a modo de amenaza.

Las mujeres que han sufrido malos tratos, además, "sienten muchísima vergüenza, porque contar lo que han soportado muchas veces genera una visión de sí mismas indigna", lo que provoca que "lo mantengan en silencio".

Otra de las emociones, razona la experta, es la culpabilidad, "derivada en ocasiones de los mandatos de género". Las mujeres suelen percibirse a sí mismas como "responsables del éxito o fracaso de sus relaciones", de manera que si no funcionan son ellas "las que están fallando". Esto enlaza con la "estrategia de los maltratadores de culpabilizar" a las víctimas a través de "una doble fachada" que los muestra "respetuosos y amables ante terceros". Al final, "ellas se plantean que son las causantes" de la situación que padecen.

Con las conclusiones de la psicóloga coincide Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas. "La mayoría de mujeres que no denuncia tiene dependencia emocional o económica", afirma en conversación con infoLibre. En muchas ocasiones, el lazo con su agresor es "la única forma de vida para ellas y sus hijos". En este sentido, agrega, "poder iniciar una vida independiente a veces es muy difícil" y por ese motivo las mujeres "aguantan el maltrato en silencio". Además, recuerda Besteiro, "en la violencia se pasa de cero a cien en segundos", de modo que la explosión no siempre es fácil de prever. "El gran reto es que las víctimas denuncien y se las pueda proteger", asevera.

Todo esto, por otro lado, se conjuga con el hecho de que "interponer una denuncia no siempre garantiza protección", estima la psicóloga consultada. La realidad es que "algunas han dado el paso, se ha detenido a sus maltratadores, pero luego ellos vuelven a casa y lo hacen mucho más enfadados". Por ello existen, según Zorrilla, dos tipos de supuestos que tienden a reiterarse: "Es verdad que algunas están muy agradecidas con el apoyo y la orientación jurídica" que han recibido, pero por otro lado hay mujeres "que no terminan de fiarse por sus malas experiencias". Influyen aquí, una vez más, "las dificultades de tipo económico" o el hecho de que, hasta ahora, "muchos padres condenados se llevasen a sus hijos los fines de semana". 

En este escenario, sugiere Besteiro, es fundamental revisar los mensajes que llegan a las víctimas. Cuando se produce un asesinato o un fracaso en el entramado legal, "las mujeres se sienten más vulnerables, no denuncian, y por otro lado se refuerza la posición de los maltratadores". Cada vez que falla el sistema, añade, "no lo hace sólo para una mujer, sino también para todas las demás".

Acreditación de víctima

Ascienden a 30 las mujeres asesinadas por violencia machista este año, ocho menos que en 2017

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Para desplegar los mecanismos necesarios a la hora de evitar situaciones de violencia urge mejorar la valoración y evaluación de los riesgos, y con ello "tener en cuenta todo lo que concurre alrededor de la víctima", sostiene Besteiro. A ello hay que sumar la importancia de reforzar "todo el proceso de acompañamiento y respetar sus tiempos". 

Con el objetivo de perfeccionar el acceso a los recursos se ha aprobado una de las medidas contenida en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, a través del Real Decreto Ley puesto en marcha por el Gobierno a principios de agosto. Se trata de una ampliación respecto a la acreditación de las situaciones de violencia de género, más allá de sentencia o resolución judicial. La medida, interpreta Soleto, va encaminada a "reconocer un estatus para acceder a recursos", lo que resulta fundamental para "respetar el acompañamiento y esos momentos previos a la interposición de una denuncia". Esta, dice, puede "ser una medida positiva para aquellas mujeres que no denuncian por falta de recursos" aunque, advierte, "eso requiere que existan ayudas, que no siempre existen".

La socialista Ángeles Álvarez reivindica la medida como una de las cuestiones defendidas por todos los grupos durante la confección del pacto estatal. "Una de las cosas que tuvimos claras era la necesidad de dar respuesta a las mujeres que no se acercaban en busca de ayuda", relata. Por ello se habla, en el acuerdo, de la creación de Unidades de Apoyo, en el ámbito local, regidas por los principios de atención permanente, actuación urgente y ayuda a la identificación de las víctimas, aun cuando no hayan interpuesto denuncia. Se trata, sentencia la parlamentaria, de "darle apoyo psicosocial a una víctima que tiene dudas y miedo para iniciar un proceso de toma de conciencia de lo que le pasa y articular una salida, que puede derivar en una denuncia o no".

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