Feminismo

Las feministas acampadas en Sol no quieren salir de las plazas: "Es nuestro último paso pacífico antes de la guerra"

Imagen de las mujeres acampadas en la Puerta del Sol.

Hace 71 días que un grupo de mujeres se plantó en la céntrica Puerta del Sol, en Madrid. El desencadenante, como casi siempre suele ocurrir, no fue sólo uno. "Empezó de la acumulación de la rabia, como un paso más allá, una declaración de nuestro último paso pacífico antes de la guerra", dicen las activistas. Ahora, tras más de dos meses asentadas, el grupo de mujeres feministas denuncia que el Ayuntamiento de Madrid no les permite continuar con sus reivindicaciones y actividades, fundamentalmente la tarea de punto morado que presume de ser el primero permanente de todo el país.

Este viernes venció el plazo marcado por el Ayuntamiento para que la acampada pueda ejercer su labor durante las 24 horas del día, pero las feministas acampadas tienen vocación de permanencia. "Desde la coordinación del Distrito Centro de la ciudad se ha decidido alterar la renovación de su permiso, limitando su funcionamiento a un número concreto de horas del día e imposibilitándoles tener una estructura", dicen las mujeres acampadas mediante un comunicado. "Se impide de esta forma la continuación del trabajo de estas personas y, sobre todo, se les prohíbe la asistencia que ofrecen por las noches, momento de mayor afluencia de agresiones", lamentan. La Acampada Feminista Sol ha iniciado una recogida de firmas para solicitar al Ayuntamiento de Madrid la continuidad del Punto Morado Permanente y, por el momento, no tienen intención de irse.

Fuentes del Ayuntamiento explican a infoLibre que la propuesta municipal es que permanezcan en Sol de 10:00 de la mañana a 22:00 de la noche, "para no molestar a los servicios" que trabajan tras la medianoche. "Se les ha ofrecido que busquen una ubicación alternativa", continúan, porque la limpieza en la plaza, al ser un punto tan transitado, sólo puede hacerse por la noche. Si ellas proponen otras vías, detallan las mismas fuentes, "se estudiaría con la Junta Municipal, pero en principio no habría tantos problemas". El cambio de condiciones, agregan, ha venido determinado por "las quejas" recibidas.

Para las activistas la alternativa municipal no es factible. "El machismo tiene permiso 24 horas", relata una de las activistas acampadas, Isis, que prefiere dar únicamente su nombre de pila. "Quieren que vayamos a otras plazas porque no les gusta que en un sitio turístico, como es Sol, se vea que hay una protesta que visibiliza las agresiones machistas", estima. Para ella, la intención del Consistorio es relegarlas a un segundo plano, invisibilizarlas. "No queremos marcharnos y vamos a resistir", mantiene.

Hasta ahora, las feministas acampadas contaban con un permiso 24 horas para gestionar el Punto Morado Permanente. No fue fácil de conseguir, explican. "Empezamos funcionando como protesta, con asambleas, comisiones y también como un punto seguro para todas las supervivientes". La iniciativa no bebe de ningún colectivo concreto y a la vez emana de la labor que el movimiento feminista viene realizando desde hace años. La difusión en redes sociales y el boca a boca hizo el resto. La plaza, en un principio, se fue "llenando de círculos de menos de 20 personas para aprovechar el vacío legal" pero enseguida consiguieron "meter la cabeza en los permisos". El Ayuntamiento les permitió estar acampadas las 24 horas con carpas, mesas y sillas; mientras que la Delegación del Gobierno dio luz verde a la celebración de eventos. "En julio se llegó al acuerdo se convertirnos en un punto morado permanente, 100% autogestionado y 24 horas", señala Anna, otra de las activistas.

Sin embargo, comenta Isis, el permiso del mes de septiembre "llegó más tarde de lo habitual". "Nos respondieron el jueves [30 de agosto], para el permiso de septiembre y nos cambiaron unilateralmente la condición del horario, de 10:00 de la mañana a 22:00 de la noche", explica. Ceder, dice, es "imposible porque una de las bases es que el punto sea permanente, no se viola ni se agrede sólo por el día y la noche es un momento crítico". Cambiar de horario, denuncia, supondría "romper con la política" de la acampada.

Los obstáculos que supone una ruptura en cuanto a las condiciones de horario, relata Anna, son dos. Por un lado, "las noches son los momentos más peligrosos" y por otro existe un problema logístico. Todos los elementos que componen el punto "no se pueden desmontar de un día para otro", algo que el Ayuntamiento obligaría a hacer diariamente. Asimismo, el hecho de haber elegido Sol como punto neurálgico tampoco es casual. "Si estamos en Sol hay un motivo y es que la acampada en sí también es protesta y reivindicaciones", señala la activista. "Todo el mundo sabe dónde está la plaza y todo el mundo pasa por ella", así que elegir una nueva ubicación, creen, supondría también una pérdida importante de la visibilidad que han ganado en los dos meses de actividad.

Atención a víctimas

Los objetivos sobre la mesa, dicen las activistas, son muchos. El más importante para las feministas acampadas es mantener el Punto Morado Permanente. La labor que han venido desarrollando en él pasa por recoger las experiencias de mujeres y plasmarlas en un cuaderno para aprender a manejar situaciones similares de violencia cotidiana. "La manera de tratar con una mujer agredida no es hacerle un cuestionario en comisaría", sostiene Isis.

Aunque las activistas quieren mantener un diálogo con el Ayuntamiento, advierten de que no tienen previsto un fin próximo. "Cuando dejen de violarnos y dejemos de necesitarnos, nos iremos", aseveran. En ese sentido, aspiran a que el Ayuntamiento de Ahora Madrid vea que su labor "se tiene que hacer escuchando a las víctimas, apoyando y nunca obligando a nadie a tomar una decisión". Actualmente, opinan, "no hay puntos especializados, los protocolos son totalmente humillantes para las víctimas", que se ven obligadas a "revivir situaciones sin estar preparadas, porque los delitos caducan".

La Comunidad de Madrid cuenta con diversos puntos municipales del Observatorio Regional de la Violencia de Género, donde las trabajadoras sociales ofrecen información, apoyo y acompañamiento de forma especializada a las víctimas. Para las activistas acampadas en Sol, sin embargo, no es suficiente. Quieren que los ayuntamientos "aprendan" de su experiencia y de "todos los colectivos que están haciendo esta labor". Sobre si deben ser puntos institucionalizados o autogestionados, las activistas se inclinan por "un híbrido" y proponen la instauración de "puntos morados como comisarías especializadas, donde las víctimas puedan sentir que se les está ayudando".

Otra de las activistas explica que, en base a su experiencia, muchas de las mujeres que acuden a buscar información o apoyo "no saben de la existencia de estos puntos" municipales. La intención, dice, consiste en ponerse a "disposición de personas que por unos motivos u otros no pueden acceder al feminismo, que es una especie de privilegio porque algunas personas quedan excluidas" de sus espacios por razones "económicas o de clase".

Feminismo que une

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Las mujeres que han decidido asentar su lucha en Sol dicen querer "romper con un feminismo que separa y empezar con un feminismo que une", sumando a gente "de todos los países, culturas, religiones e ideologías políticas" porque "al final el patriarcado afecta a todas" las mujeres.

Isis asegura que la iniciativa tomada hace ahora 71 días no pretende "invisibilizar el trabajo de nadie, sino visibilizar el que están haciendo ya los colectivos feministas". El grupo que ha crecido en Sol, subraya, "comparte lucha, pero no tiene nombre". Se declaran "apartidistas" y dicen no estar "con ningún partido", pero sí con "todas las mujeres a la vez", de forma individual.

La acampada, afirma Anna, representa en esencia "una protesta y reivindicación en el espacio público de todas las agresiones y toda la violencia que sufren las mujeres". Tiene además "carácter de encuentro feminista", a través del que compartir experiencia pero también "cursos de autodefensa, poesía feminista, micros abiertos u homenajes a las mujeres asesinadas". Están convencidas, confiesan, de que así seguirá siendo. "Y si nos tenemos que ir es porque nos obligan, no porque nos rindamos", sentencian.

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