Elecciones generales

Sánchez mantiene su hoja de ruta: elecciones generales en otoño de 2019

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la puerta de autoridades del Palacio de la Moncloa.

Fernando Varela

Pedro Sánchez tiene en su manos una arma política clave que siempre otorga ventaja a los presidentes del Gobierno sobre sus rivales: la capacidad de decidir la fecha de las elecciones. De él, con ayuda de su equipo más próximo, depende decidir cuál es el escenario más favorable a los intereses del PSOE y cuál el más perjudicial para la oposición. Por eso, aseguran fuentes socialistas, va a hacer caso omiso a la derecha, que desde hace meses exige la convocatoria de elecciones generales, pero también a sus socios de Unidos Podemos, cuyo líder, Pablo Iglesias, acaba de afirmar que, sin Presupuestos para 2019, lo más sensato sería adelantar los comicios.

No son muchas las personas que están en la delicada tarea de examinar escenarios y comparar hipótesis, pero entre ellos los más importantes son, además del propio Sánchez, su jefe de gabinete y experto en comunicación política, Iván Redondo, y el secretario de Organización y coordinador electoral del PSOE, José Luis Ábalos. Ellos son los que están haciendo el trabajo de evaluación que debe servir de base para tomar decisiones. El presidente, de momento y según todas las fuentes consultadas, sigue creyendo que la mejor opción es convocar elecciones generales dentro de un año, en otoño de 2019, especialmente si, como parece, se va a ver obligado a seguir gobernando prorrogando los Presupuestos que el PP de Mariano Rajoy diseñó para el año en curso. Así lo reiteró este lunes en la reunión de la Ejecutiva del PSOE.

Esta opción es la favorita de Sánchez por varios motivos. En primer lugar, porque aunque no consiga aprobar los Presupuestos le da un año para completar algunas medidas sociales de gran calado (la subida del salario mínimo interprofesional, la revalorización de las pensiones y la recuperación de las ayudas a la dependencia, entre otras) y hacer realidad algunas con una enorme carga simbólica, como la exhumación de ls restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. Esperar a otoño ofrece además al PSOE la oportunidad de acudir al superdomingo electoral de 26 de mayo desde el Gobierno, algo que muchos socialistas consideran un elemento clave para impulsar un buen resultado, sobre todo en las municipales y autonómicas. El presidente cuenta además con que un buen resultado en los ayuntamientos y las elecciones autonómicas refuerce al PSOE, debilite a PP y a Ciudadanos y le sirva de palanca para ganar a la derecha después del verano.

La segunda opción, que Sánchez no quiere considerar pero que su equipo no pierde de vista, sobre todo teniendo en cuenta la volatilidad de la política española, es celebrar elecciones la próxima primavera. Pero esta hipótesis obligaría, con toda seguridad, a disolver las Cortes en el mes de marzo y hacer coincidir las generales con el superdomingo electoral del 26 de mayosuperdomingo porque hacerlo antes dejaría al Gobierno sin posibilidad de sacar adelante algunos de los proyectos de los que ha hecho bandera y dejarlas para después nos situaría en pleno verano.

La fecha del 26 de mayo, no obstante, también tiene inconvenientes. Ese día se renuevan los ayuntamientos de toda España, los parlamentos autonómicos de trece comunidades, la representación española en el Parlamento Europeo y los cabildos y los consejos insulares de Canarias y Baleares. Entre dos y cuatro urnas por cada mesa electoral, dependiendo de cada territorio, a las que habría que sumar dos más: una para el Congreso y otra para el Senado. Un escenario tan complejo que la mayoría de los socialistas creen que sólo puede conducir a la confusión y a desdibujar el proyecto social y de recuperación de derechos que Sánchez quiere que los electores tengan oportunidad de contrastar con el de los neoconservadores de Pablo Casado (PP) y el nacionalismo español de Albert Rivera (Cs).

Las opciones con menos posibilidades

Más allá de esas dos fechas, el próximo otoño o el superdomingo de mayo, hay otros escenarios teóricamente posibles pero con cada vez menos partidarios. El primero sería intentar completar la legislatura y llegar a la primavera de 2020, pero para hacerlo posible sería necesario que Esquerra y el PDeCAT aceptasen negociar y apoyar el proyecto de Presupuestos, y esa posibilidad parece haberse desvanecido después de que la Fiscalía decidiese acusar de rebelión a los dirigentes independentistas que van a ser juzgados en el Tribunal Supremo.

El segundo escenario, más improbable todavía, sería anticipar las elecciones y convocar entre febrero y marzo. Una posibilidad que nadie considera en el Gobierno ni en el PSOE porque acumula todas las desventajas y no ofrece ninguna oportunidad. De un lado no daría tiempo a sacar a adelante la agenda social del Ejecutivo. Del otro, sería muy difícil evitar la sensación de fracaso: parecería que Sánchez se ve obligado a convocar al no ser capaz de construir una mayoría para sacar adelante sus Presupuestos.

De todos modos, señalan algunas fuentes, de aquí a otoño falta mucho tiempo y algunas citas importantes. El Gobierno cuenta con superar con nota su primer test ante los ciudadanos tras la moción de censura: las elecciones andaluzas. Y el PSOE confía en que Susana Díaz gane con claridad y el PP reciba un serio correctivo.

El Gobierno se enreda con la fecha de las elecciones y la presentación de los Presupuestos

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Después vendrán los Presupuestos. Si el Gobierno cumple su palabra y los lleva al Congreso en el mes de diciembre tendrá por delante un trámite que en una situación de normalidad se prolongaría durante tres meses —suponiendo que se habilite el mes de enero para el trabajo parlamentario—. Esta vez, sin embargo, todo puede ser más breve: si las enmiendas de devolución que previsiblemente presentarán los grupos de la oposición se votan conjuntamente, como ha ocurrido en los últimos años, es más que probable que el proyecto del Gobierno salga derrotado en apenas tres semanas.

Esta hipótesis, sin embargo, no amilana al Ejecutivo, que cuenta con que el 1 de enero se activa automáticamente la prórroga de los Presupuestos vigentes. Aunque sabe que no cuenta con apoyo suficiente para sacar adelante unos nuevos —los que ha pactado con Unidos Podemos—, no va a renunciar a debatir una propuesta con la que tratará de poner en evidencia a la derecha de PP y Ciudadanos y a los independentistas y que, con toda probabilidad, será la base de su oferta electoral en otoño. Una agenda social que Sánchez, tal y como anunció José Luis Ábalos el lunes, está dispuesto a impulsar mediante decretos ley a lo largo de la primera mitad de 2019.

En enero comenzará, además, el juicio del procés.procés Y aunque no se espera una sentencia hasta la primavera y el diálogo institucional continúa, nadie sabe cómo puede desestabilizarse la situación durante la vista y, sobre todo, una vez que haya sentencia, lo que añade un factor más de incertidumbre a los meses venideros. Sobre todo si hay condenas, una situación en la que todo el mundo da por hecho la convocatoria de elecciones anticipadas también en Cataluña con el fin de aprovechar la previsible movilización de los votantes independentistas.

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