2-D: hacia las elecciones andaluzas

El PSOE defiende su fortín andaluz con las encuestas a favor y sin socio a la vista

La presidenta de la Junta y candidata a la reelección, Susana Díaz, en un mitin en Granada.

La derecha que hace sólo seis años Javier Arenas logró llevar hasta los 50 diputados, a cinco de la mayoría absoluta, está hoy debilitada y fragmentada en Andalucía, donde la posición del PSOE como primera fuerza política no se enfrenta a ninguna amenaza verosímil. El campo conservador está roto casi por la mitad (PP y Cs), con un tercer trozo pequeñito (Vox) que aspira a llegar al Parlamento a caballo de un extremismo inédito en el Parlamento andaluz. Eso dice la última encuesta del cuestionado CIS. Habrá que verlo, murmuran en las filas socialistas, donde creen que la implantación territorial del PP puede marcar una diferencia con Ciudadanos que las encuestas no están captando. Se verá el 2 de diciembre. Es una de las dudas que gravitan sobre el proceso. A falta de incógnitas sobre quién ganará las elecciones, porque parece claro que será Susana Díaz por segunda vez, queda por saber si la derecha dará la sorpresa y logrará 55 diputados. Si no es así, y descartada una mayoría absoluta del PSOE, surgirá una cuestión que hoy es imposible de responder, pero que va a marcar la campaña que ahora comienza: ¿quién le dará a Díaz los apoyos necesarios para gobernar, permitiendo al PSOE alcanzar, en 2022, los 40 años en la presidencia de la Junta?

Aunque todos los líderes de la oposición rechazan presentarse como posible apoyo de Díaz, la que ha dejado abierta una rendija más visible es Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía), que es contundente en su rechazo a gobernar con el PSOE pero más aún en facilitar por acción u omisión –es decir, votando sí o absteniéndose en una sesión de investidura– la llegada a San Telmo de la derecha. Rodríguez, líder andaluza de Podemos, y su socio Antonio Maíllo, máximo dirigente de IU, han presentado ya una batería de 24 leyes para apoyar en dos años que suenan a declaración de intenciones antes de empezar a hablar de cualquier apoyo. A lo largo de las últimas semanas el PSOE, ante la creciente virulencia del mensaje de Ciudadanos contra los socialistas –a los que han apoyado durante tres años–, ha ido modulando su mensaje hacia Adelante Andalucía. Sin abandonar la confrontación propia del periodo preelectoral, la hipótesis de algo parecido a un entendimiento está cada vez presente. Su concreción obligaría a algún tipo de entendimiento de Díaz con Rodríguez y Maíllo, con los que su relación es agria.

Pesa además contra cualquier colaboración entre las fuerzas de izquierdas cómo Díaz puso punto y final al cogobierno de IU (2012-2015) con un año de adelanto y dejando en el tintero la aprobación de leyes clave, algo que no olvidan ni en la coalición de izquierdas ni en Podemos. Algunas de esas leyes, como la de banca pública, están entre las que Adelante Andalucía pone ahora encima de la mesa. Otras, como la de Cuentas Claras, fueron tumbadas en esta legislatura. Todo apunta a que un eventual apoyo a la investidura de Díaz por parte de Podemos-IU tendría que ser a un alto coste para los socialistas. La pregunta es si la línea se situará en un punto que el PSOE considere aceptable, a imitación del modelo de entendimiento en Madrid. Juan Cornejo, número dos del PSOE andaluz, ya ha hecho una significativa referencia al "realismo" de los socialistas. Cornejo suele recordar que Rodríguez, tras las elecciones de 2012, puso como condición de apoyo a la investidura que la Junta no trabajase con bancos que promueven desahucios, algo que luego no han hecho ni Manuela Carmena en Madrid, ni Ada Colau en Barcelona, ni José María González Kichi en Cádiz.

Malas perspectivas para el PP

El PP, que en el arranque de la precampaña era sobre el papel la alternativa más creíble, no ha logrado generar nada parecido a un ambiente de remontada. Su puesta en escena ha incurrido ya en errores como la referencia de Isabel García Tejerina al atraso educativo de los niños andaluces, que obligó Juan Manuel Moreno Bonilla a oponerse en público a la exministra, y una campaña difundida desde cuentas de Nuevas Generaciones que llamaba "ratas" a Susana Díaz, José Antonio Griñán y Manuel Chaves y los acusaba de ir a prostíbulos con dinero público, campaña que el candidato del PP también tuvo que salir a criticar. Si la encuesta del CIS fue dura para algún candidato, ese fue Bonilla, que según el sondeo se deja entre 11 y 13 diputados, hasta casi un 40% de su representación.

La encuesta sitúa aquí el punto de partida: PSOE, 37,41% de estimación de voto, de 45 a 47 diputados, cuando ahora tiene 47; Adelante Andalucía, 19,34% y 20 diputados, cuando ahora tiene los mismos, 15 Podemos y 5 IU; PP, 18,66% y de 20 a 22 diputados, cuando ahora tiene 33; Ciudadanos, 18,55% y de 20 a 22 diputados, frente a los 9 actuales. El CIS le da a Vox un escaño por Almería, por lo que incluso si se cumpliera no saldría su hombre fuerte en Andalucía, Francisco Serrano, juez condenado en firme por prevaricación. El PSOE, muerto el bipartidismo, tras la tan nombrada crisis de los mediadores tradicionales, mantiene en Andalucía 18,07 puntos con respecto al segundo en la encuesta oficial a las puertas de la campaña.

Más fácil ganar que gobernar

Ni Cs ni PP logran capitalizar el discurso del voto útil para el cambio, aunque ambos lo intentan. Esta percepción, sumada a la amplia ventaja que dan al PSOE las mismas encuestas que presentan partida a la derecha, cargan de cierto optimismo –no exento de tensión– al partido de Susana Díaz. Ningún sondeo pronostica ya no sólo la victoria de un partido que no sea el PSOE, sino ni siquiera que PP y Cs sumen juntos lo suficiente para terminar con la más recia hegemonía política del autonomismo español. La quiebra del espacio político conservador afianza el liderazgo político del PSOE, cuyo horizonte está más nublado para formar gobierno que para ganar las elecciones. A pesar de casos de corrupción como los ERE –con Chaves y Griñán en el banquillo– y de que Andalucía continúa en el furgón de cola de los principales indicadores socioeconómicos, su victoria en las urnas no está amenazada y se antoja improbable que pierda el gobierno.

La campaña empieza en el tránsito de este jueves a este viernes, a las 00.00 horas. La precampaña ha sido bastante tranquila. Los manuales dicen que las campañas planas favorecen al que va por delante en las encuestas, el PSOE, que desde luego está haciendo poco por introducir sobresaltos. Es al PP el que más interés muestra en meter giros de guión y destellos llamativos, denunciando el caso Faffe a las puertas de un prostíbulo y acudiendo al pinar donde se tomó la conocida como foto de la tortilla, acta gráfica de la fundación del moderno socialismo andaluz. Todos los partidos –cómo no– afirman salir "a ganar", aunque tal cosa suena en ocasiones poco creíble. Poco importa. Pasa en todas las campañas. Los partidos adaptan sus estrategias a las circunstancias. El PP, defensor de que gobierne siempre "la lista más votada", ahora afirma que lo prioritario es que haya "cambio", a la vista de que su única opción es un acuerdo de los que antes llamaba "de perdedores". Ciudadanos, partidario de apoyar a la lista que gane las elecciones, ahora afirma que jamás apoyará a Díaz. Su candidato, Juan Marín, ha empezado a vincular a Susana Díaz con casos de corrupción, cuando durante tres años la ha considerado una "persona de fiar".

La reválida de Díaz

No todos los datos que arroja la encuesta sonríen al PSOE, que sí puede decir que según el CIS sería el partido más votado en las ocho provincias, otro logro vinculado a la fragmentación de la derecha. La valoración de Díaz ha caído en un año de 5,1 a 4,1 puntos. Cerca de un 60% califica como "mala" o "muy mala" su gestión". A un porcentaje similar le gustaría que gobernase un partido distinto, si bien esta realidad –que no es nueva– no se traduce en el surgimiento de una alternativa aglutinante.

Díaz, tras su sonado fracaso en el asalto al poder orgánico en el PSOE, derrotada a manos de Pedro Sánchez, se enfrenta a una reválida definitiva. Recobrada del trauma político de aquel batacazo, un mal resultado avivaría fantasmas en torno a su tirón electoral e interrogaría sobre la idoneidad de cerrar las puertas al sanchismo en la estructura orgánica andaluza. Uno bueno la consolidaría como referente alternativo dentro del PSOE, donde sigue manteniendo discrepancias políticas con Sánchez, inocultables en torno a Cataluña.

Batalla en la derecha

Los líderes nacionales se juegan mucho en estas elecciones. Serán las primeras de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, si bien el marcado liderazgo de Díaz hará que sea cual sea el resultado la lectura le afecte antes que nadie a ella. Más se juega el presidente del PP, Pablo Casado. Un mal resultado de su partido, como el que anticipan las encuestas, neutralizaría este tan nombrado efecto Casado, que de hecho ya es difícil de encontrar en los sondeos y en las dinámicas políticas.

Las elecciones son también en parte una batalla de la guerra por la primacía en la derecha entre Casado y Albert Rivera. Aunque Rivera pierda, podría decir que su partido protagoniza una significativa subida con respecto a 2015, o así al menos lo dicen todas las encuestas. ¿Llegará esa subida hasta el sorpasso? Es una cuestión fundamental. Se verá al abrir las urnas.

De Sevilla a Madrid

Díaz ha sido la principal adversaria interna de Sánchez. Moreno Bonilla apoyó a Soraya Sáenz de Santamaría frente a Casado. Juan Marín, aunque bien avenido con Rivera, no entronca del todo con el viraje a la derecha de Cs, dado su pacto de tres años con Díaz. Ningún candidato andaluz está en sintonía plena con el jefe nacional de su partido. Antonio Maíllo (IU) sí lo está con Alberto Garzón, pero no será candidato a presidente, sino a vicepresidente, estrenando la estrategia del tándem. Será la primera vez que el PCE o IU no tengan candidato a la presidencia. Este sacrificio se ha realizado en aras de la confluencia con Podemos y dos pequeñas fuerzas, Izquierda Andalucista y Primavera Andaluza. El acuerdo se ha alcanzado tras un sonado enfrentamiento entre Rodríguez y la dirección de su partido.

Porque tampoco Rodríguez está en sintonía con Pablo Iglesias, aunque en campaña aparcarán las diferencias. La confluencia no se pone techo, pero el suelo mínimo sería alcanzar juntos lo que lograban separados. Cualquier otra cosa pasaría factura a este modelo de confluencia de tú a tú entre Podemos e IU, en el que el nombre de Podemos no va en el nombre de la candidatura. Los reticentes a la confluencia, tanto como concepto general como en la forma adoptada en estos comicios, mirarán con lupa los resultados andaluces.

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Hegemonía socialista

Las elecciones de 2012 darán paso a la undécima legislatura andaluza. En todas, salvo en 2012, cuando el PP fue el más votado pero el PSOE e IU se aliaron, el partido del puño y la rosa ha sido el vencedor. El 2-D hay en juego 109 diputados: 18 por Sevilla, 17 por Málaga, 15 por Cádiz, 13 por Granada, 12 por Córdoba, 12 por Almería, 11 por Huelva y 11 por Jaén. Hay dos debates programados entre los cuatro principales candidatos, los lunes 19 (Canal Sur) y 26 de noviembre (TVE).

Es la tercera vez que se adelantan las elecciones. Las dos veces en que Susana Díaz ha sido candidata ha habido adelanto. El otro adelanto lo decidió Manuel Chaves, en 1996, para poner fin a la conocida como legislatura de la pinza. Todos los presidentes andaluces han sido socialistas, que han gozado de cinco mayorías absolutas: Rafael Escuredo (1982-1984), José Rodríguez de la Borbolla (1984-1990), Manuel Chaves (1990-2009), José Antonio Griñán (2009-2013) y Susana Díaz (desde 2013).

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