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El nuevo ciclo electoral

La fractura de la derecha cambia las reglas de la lucha por el voto moderado: así será la batalla por el centro

El líder del PP andaluz, Juanma Moreno, y el juez Francisco Serrano, cabeza de lista de Vox, se felicitan mutuamente en el Parlamento.

En la era del zasca, el griterío de las redes sociales y la polarización, el centro sigue contando. Y mucho. Es clave tanto para alcanzar una mayoría, porque en torno al centro se arremolina el grueso del electorado, como para formar un gobierno, porque amplía el margen para la negociación. A pesar del bombardeo de términos como "radicalidad", "polarización" y "guerracivilismo", también a pesar de la defunción del bipartidismo, que ha dado pie a la emergencia y representación de discursos quintaesenciados en la pureza ideológica, ser fuerte en la zona templada sigue siendo crucial en la competición política. El problema es que, con cinco partidos en liza en el ámbito estatal, es complicado acudir a pescar al centro sin descuidar a los más fieles, tentados por una oferta creciente y variada. Serviría aquí el símil de la manta demasiado corta para tapar a la vez los pies y los hombros.

infoLibre analiza la batalla del centro con las aportaciones de cinco investigadores del campo social y político.

  Mayoría de centro-izquierda

"Al margen de que hayamos pasado de un bipartidismo a un pluripartidismo, el sustrato de opinión en España sigue siendo de centro-izquierda. La curva de posicionamientos empuja hacia el centro y hace que sea muy difícil que tengan éxito los extremos", señala Martín Ortega Carcelén, profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales. La paradoja es que, con la izquierda poco movilizada –como se ha visto en Andalucía–, es verosímil la conformación de mayorías conservadoras justo cuando los partidos de derechas más se están alejando del centro político.

Traducido a nuestra realidad política: ser el partido más centrado no garantiza la victoria ni el gobierno, pero ningún partido con vocación de gobierno puede descuidar el centro. Eso sí, la división cada vez más nítida en bloques izquierda-derecha hace que ser el que cosecha más apoyos de un bloque, aunque no sea el más centrado, pueda llevarte al poder. Así podría ocurrir en Andalucía si sale investido Juan Manuel Moreno (PP), el más votado de la derecha, aunque el más centrado en ese bloque es Cs. Es la carta que está jugando Pablo Casado, en línea con las tesis de José María Aznar: ser el cabecilla de una alianza de las tres derechas que reporte al PP alcaldías, autonomías y el gobierno central gracias a Cs y Vox.

El partido naranja, con declarada aspiración centrista, es el que se encuentra en posición más incómoda, porque sumarse a este proyecto implica dejar un importante espacio en el centro al PSOE, que podría paliar así los costes de sus acuerdos con Unidos Podemos y los independentistas catalanes. En su intento de liderar un campo conservador en el que tiene lugar una carrera esencialista que radicaliza posiciones, Ciudadanos se ha visto desplazado en la ubicación ideológica hasta el 7, a 2 puntos del centro político, cuando en enero de 2015 estaba en el 5,14. Así lo pone de relieve el CIS, que mantiene al PSOE como el partido más centrado. Cs ha crecido espectacularmente, pero cada vez lo hace más hacia su derecha.

  Un 44,6% entre el 4 y 6

Ortega Carcelén ha estudiado numerosas curvas de posicionamiento político. España se ajusta a lo que se conoce como campana de Gauss, aunque algo inclinada a la izquierda. Un perfil de dromedario. Muchos votantes entre el 3 y el 7, pocos en 1-3 y 7-10, siendo 1 la extrema izquierda y 10 la extrema derecha. El barómetro del CIS de este viernes abunda en esta línea. La media de autoubicación está en 4,7, en el centro y un poco a la izquierda, en línea con la trayectoria de este indicador. El 44,6% del electorado se encuentra entre el 4 y 6. Hace cinco años, en el barómetro del CIS de enero de 2014, antes de la crisis del bipartidismo y la irrupción de Podemos, había un 44,5% en las posiciones 4, 5 y 6. Hay una décima más un lustro después.

Entre el 1 y el 5, a la izquierda, se sitúa el 59,1% de los encuestados. Entre el 6 y el 10, a la derecha, el 24,7%. El resto no sabe o no contesta. Es llamativo que se esté produciendo una batalla por agudizar el perfil conservador en la derecha cuandosólo un 8% se autoubica en 8, 9 o 10 en la escala ideológica. En cambio, el 24,1% se sitúa en las casillas 1, 2 o 3. Una clave para entender por qué entonces la derecha acumula tanto poder –al margen de las distorsiones de la propia autoubicación ideológica– es que la izquierda es más difícil de movilizar. La ecuación que deben resolver los partidos progresistas es complicada: cómo levantar del sofá a los votantes de la izquierda manteniendo un cartel interesante para los de centro. O al revés. Además hay que considerar el factor distorsionador de la crisis catalana, que puede empujar al voto conservador a un electorado que no se considera derechista, aunque entiende que son los partidos conservadores los que mejor garantizan una respuesta contundente del Estado.

  Lejos de Francia o Estados Unidos

El centro sigue siendo el mayor caladero electoral, al menos con las encuestas en la mano. "Aunque el ascenso de Podemos desde 2014 y la reciente irrupción de Vox indican que la política en España se ha extremado ligeramente, no existe una polarización comparable a la de otros países. El autoposicionamiento de los ciudadanos sigue siendo una campana de Gauss situada en el centro-izquierda. Esta concentración de visiones políticas y potenciales votantes obliga a los partidos con vocación extremista a moderar su discurso", señala Ortega Carcelén en su artículo Polarización política, el mal de nuestro tiempo. Preguntado por Vox, responde: "Al igual que le ha ocurrido a Podemos, tarde o temprano [Vox] moderará su discurso para no quedar encastillado". No obstante, no descarta que la aparición de Vox eleve la parte derecha de la curva, aunque más por hacer confesables los posicionamientos más escorados que porque antes no existieran. En cualquier caso, nada que modifique demasiado el dibujo.

El dromedario de una sola joroba de la curva española no es como la serpiente francesa o como el camello de dos jorobas de Estados Unidos, donde se agranda a ojos vista la brecha ideológica entre votantes demócratas y republicanos, como ha detallado un estudio del Pew Research Centre. El dibujo de la autoubicación política de los españoles, lejos de componer un conjunto de picos y valles, no desvela división, desgarro ni polarización. El investigador Ortega Carcelén señala que, en las sociedades occidentales, la "ausencia de enemigos" hace que los ciudadanos "miren a sus ombligos y se polaricen más". Que eso aún no haya ocurrido en España, o no se haya reflejado en los estudios de opinión, hace que se mantenga "una gran reserva" para que el país pueda "definir su política interna y exterior", lo cual favorece a priori a los partidos más centrados.

  Centrismo en la era de las redes sociales

El sociólogo Imanol Zubero se pone en alerta al oír hablar de "polarización". Cree que es un fenómeno que afecta en todo caso a la derecha, mientras que "las izquierdas clásicas" se están moderando. Más que una polarización, lo que observa es una "brutalización de la política", retomando la tesis de George L. Mosse. Hay, admite Zubero, temas "con gran capacidad de polarización", como el aborto, la educación o la organización territorial del Estado. Y también hay factores "socioestructurales" que la favorecen, como la desigualdad. Además las redes sociales y las estrategias político-mediáticas de los partidos a menudo alimentan la crispación. No obstante, Zubero opina que las dinámicas democráticas acabarán provocando un efecto arrastre hacia el centro de los partidos políticos, y con ellos de sus electorados.

Pero el camino no es sencillo. Si el bipartidismo reducía la oferta de los que querían soluciones radicales, el multipartidismo corre el riesgo de frustrar a los moderados. Al menos en esta fase de consolidación del nuevo escenario, los partidos tienden a reforzar y consolidar sus espacios, tendencia a la que contribuye el sistema de primarias, que suele encumbrar a los candidatos más aguerridos. La tentación del maniqueísmo, alentada por los medios, es fuerte. "Es gratis decir cosas extremas. Las redes sociales desprecian lo moderado. Incluso los centristas se vuelven extremistas alocados, como Casado, Rivera... Hoy declararse centrista requiere valor heroico. Pero quien se atreva, vencerá", afirma Joan Botella, decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Autònoma de Barcelona.

Si no contamos a los nacionalistas y unimos a Podemos e IU en uno solo, hay cinco partidos de ámbito estatal en liza. De derecha a izquierda, Vox, PP, Cs, PSOE y Unidos Podemos. Según la encuesta del CIS, el más centrado a ojos de la opinión pública es el PSOE (4,2), seguido de Ciudadanos (7). En los extremos se colocan PP en la derecha (8,1) y Podemos e IU en la izquierda (2,3 y 2,2, respectivamente). No hay datos aún sobre Vox en cuanto a ubicación ideológica, aunque es previsible que estuviera en la extrema derecha. Lo que sí está claro es que, aunque el 44,6% del electorado rellena las casillas 4, 5 o 6 cuando tiene que autoubicarse, en esa franja sólo hay según el CIS un partido: el PSOE.

  La disyuntiva de Cs

La historia electoral demuestra que el partido más centrado no tiene por qué ser el que gana. PSOE y Cs, pese a ser vistos como los partidos más centrados en las elecciones de 2015 y 2016, quedaron lejos del PP. La diferencia ahora es que la división de la derecha sí otorga al factor centro un valor extra a la hora de determinar al menos al partido más votado. El PSOE tiene a priori las mejores cartas. Aunque ya se ha visto que ello no tiene por qué ser suficiente. En Andalucía el PSOE de Susana Díaz ha sido el más votado con cierta holgura, pero las formaciones de derechas podrían apear a los socialistas del poder al haber alcanzado la mayoría absoluta. Ello alejaría del centro tanto al PP como a Ciudadanos. Esto preocupa especialmente en el partido que lidera Albert Rivera, que pretende reservarse el papel de líder centrista de Emmanuel Macron en Francia. Hoy por hoy, la alianza más centrista, si miramos el CIS, es entre Ciudadanos y el PSOE.

En cambio un pacto con Vox, como señala el asesor en comunicación política Antoni Gutiérrez-Rubí, podría dejar "una huella profunda" en el partido naranja."El Gobierno y el PSOE están alimentando la idea de las tres derechas para dejar el máximo espacio libre posible en el centro-izquierda", señala el consultor, que recuerda que el centro "no es sólo una posición ideológica, sino una cuestión actitudinal". "La moderación, el acuerdo y el diálogo son posiciones tradicionalmente centradas. Creo que la política en España va a tender hacia el pragmatismo", expone Gutiérrez-Rubí. Está por ver si el centro sociológico se identifica con el diálogo que propone el PSOE como solución para Cataluña. Y también está por ver si entre los dos partidos más próximos al centro, el PSOE y Cs, podría haber entendimientos postelectorales que rompiesen la división en bloques izquierda-derecha.

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  Bloque y zona templada

Por su ubicación en el centro-izquierda, por su control de la decisión de la convocatoria electoral, por su hipotética capacidad para trabar pactos a izquierda y derecha, Pedro Sánchez dispone a priori de opciones para sostenerse en el poder. Las urnas dirán, cuando toque. En la era de la volatilidad, los mapas demoscópicos alteran fronteras a toda velocidad y los pronósticos sucumben a la primera prueba. Hay muchos factores desestabilizadores que restan vigencia al modelo de Hotelling-Downs, que explica la tendencia de los procesos electorales a centrar la política y premiar el centrismo: Cataluña, temas como la llamada "economía colaborativa" o la gestación subrogada –que causan divisiones a izquierda y derecha–, el envejecimiento progresivo de la población...

El sociólogo Ignacio Urquizu, diputado del PSOE, revisa una afirmación repetida durante décadas hasta la saciedad: "Las elecciones se ganan en el centro". ¿Sigue siendo cierta? "No, ya no se ganan las elecciones en el centro. Pero sin un buen resultado en el centro, no vas a ser una fuerza relevante", señala Urquizu. Incluso si se solidificaran los bloques a izquierda y derecha, Urquizu ve clave el centro, porque un buen resultado en la zona templada multiplica las opciones de ser el más votado de tu bloque. Un buen resumen de qué debe hacer un partido con aspiraciones de poder sería "tener fuerza en tu bloque y recibir a la vez voto moderado", afirma el sociólogo, que recuerda que no es lo mismo ser el más votado que gobernar. Los pactos son y serán obligados. En cambio, el bramido de las redes sociales –y de no pocos medios– se dirige contra el pactista. Al igual que Alemania, España mantiene la campana de Gauss. Pero, a diferencia de Alemania, aún no ha desarrollado su cultura del acuerdo entre partidos de distintos bloques. Quizás ocurra en el próximo ciclo electoral.  

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