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26M | 'Superdomingo' electoral

El PSOE suma 30 años de travesía del desierto en el Ayuntamiento de Madrid sin opciones para disputar la Alcaldía

El secretario general del PSOE-Madrid, José Manuel Franco, en un acto electoral en Fuenlabrada.

Fernando Varela

La última vez que los socialistas se hicieron con el bastón de mando del Ayuntamiento de Madrid corría el año 1987. El muro de Berlín seguía en pie, Gorbachov, Reagan y Thatcher eran las referencias internacionales y Felipe González acababa de iniciar su segunda legislatura como presidente del Gobierno.

Juan Barranco, el último alcalde socialista de la capital, perdió el cargo dos años después, el 29 de junio de 1989, en una moción de censura pactada por la Alianza Popular de Manuel Fraga y el CDS, la formación heredera de la desaparecida UCD. Desde entonces y durante 30 años el PSOE no ha hecho otra cosa que estrellarse una y otra vez en las elecciones al ayuntamiento más importante del país.

Como cabeza de cartel se han ido sucediendo, después de Barranco (que en dos intentos sucesivos, 1991 y 1995, fue incapaz de recuperar la Alcaldía), los nombres de Fernando Morán (1999), Trinidad Jiménez (2003), Miguel Sebastián (2007), Jaime Lissavetzky (2011) y Antonio Miguel Carmona (2015). Todos nombres elegidos por su proximidad o sintonía con el secretario general del PSOE de la época, con la única excepción del último, que ni siquiera contaba con el respaldo de Pedro Sánchez, ya entonces secretario general del partido.

De todos ellos fue Jiménez, aupada a la candidatura por Jose Luis Rodríguez Zapatero, la que más cerca estuvo de conseguirlo: su lista rozó el 36,7% de los votos y se alzó con 21 escaños, una cifra elevada pero insuficiente para batir al PP de Alberto Ruiz-Gallardón, que ese año ganó son contemplaciones al sumar el 51,3% de los votos (30 ediles).

La historia del PSOE de Madrid desde 1987 es la de un fracaso que, lejos de atenuarse, se amplifica elección tras elección. De hecho, la pérdida de votos y de escaños ha sido constante desde hace 16 años: menos del 31% en 2007, por debajo del 24% en 2011 y apenas un 15,27% en 2015. En las últimas elecciones los socialistas fueron por primera vez terceros, por detrás del PP y de Ahora Madrid, la candidatura de la alcaldesa, Manuel Carmena. Y, antes de la eclosión del fenómeno Vox, las encuestas ya situaban al PSOE-M en el cuarto puesto, por detrás también de Ciudadanos. Todos los datos indican que, tres décadas después de perder la alcaldía, los socialistas madrileños estan más lejos que nunca de tener alguna opción de recuperarla.

Un declive electoral que ha ido en paralelo a las guerras intestinas que históricamente han desangrado a la federación socialista madrileña. El último episodio tuvo lugar precisamente en vísperas de las elecciones autonómicas y locales de 2015: Sánchez decidió destituir por sorpresa al líder del partido en Madrid y candidato a la Presidencia de la Comunidad, Tomás Gómez, y sustituir su Ejecutiva por una comisión gestora.

El lugar de Gómez fue ocupado en julio de 2015, tras el correspondiente congreso extraordinario, por la alcaldesa de Getafe, Sara Hernández. Pero su escasa sintonía con Sánchez —se sumó a la coalición de cargos orgánicos y exdirigentes que se unieron para derribarle— acabó costándole el cargo: en el congreso de octubre de 2017 fue relevada por el diputado autonómico José Manuel Franco, esta vez sí un sanchista de absoluta confianza.

En su intento de batir a los sucesivos alcaldes del PP (José María Álvarez del Manzano, Alberto Ruiz-Gallardón y Ana Botella) los socialistas han ido cambiando sucesivamente de portavoz municipal —alguno de ellos, como Miguel Sebastián, ni siquiera llegó a recoger su acta como concejal y el último, Antonio Miguel Carmona, fue rápidamente desplazado del puesto—.

El ritmo de deterioro electoral del PSOE en la capital en los últimos 16 años ha sido constante y muy acusado: entre seis y ocho puntos porcentuales menos cada cuatro años. La consecuencia directa es que por el camino los socialistas se han dejado más de la mitad de los concejales que tenían en 2003. De mantener esta tendencia, los socialistas corren el riesgo de quedarse por debajo del 10% de los votos y no pasar de la media docena de ediles.

A pesar de esta grave situación, tres décadas después de la pérdida de la Alcaldía y a sólo cuatro meses de las elecciones municipales, el PSOE sigue sin aspirante. Y sus expectativas electorales en la capital, una plaza emblemática, no pueden ser peores.

Desprovistos de liderazgo y condicionados por el apoyo prestado durante cuatro años a la alcaldesa de Ahora Madrid —aunque sin entrar en el gobierno municipal—, el PSOE ha dejado pasar 20 meses desde que Pedro Sánchez, una vez reelegido secretario general del PSOE, tomó la decisión de buscar un nombre para la candidatura a la Alcaldía, preferentemente una mujer, que tuviera posibilidades de disputar a Manuela Carmena el mando de la izquierda en la capital.

El tiempo disponible se ha ido consumiendo y Sánchez se ha ido quedado sin opciones. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, declinó el ofrecimiento, como también —según algunas fuentes— la titular de Justicia, Dolores Delgado, en el ojo del huracán por el caso Villarejo. El último en rechazar la oferta de Sánchez —que se sepa— ha sido su antecesor en el cargo, Alfredo Pérez Rubalcaba, adversario suyo y fuera de la primera línea de la política desde que en 2014 cedió la secretaría general.

Golpe de efecto

A estas alturas, todavía hay quien espera que Sánchez dé un golpe de efecto y se saque de la manga un candidato sorpresa. Pero si el presidente del Gobierno no convence a última hora a alguien de renombre, que no necesite darse a conocer, tendrá que aplicar el plan B y rebuscar entre los altos cargos de su administración.

En estos momentos son varios los nombres que se barajan en los mentideros de la política madrileña, todos desconocidos para el gran público. Entre ellos el que más está sonando es el de la actual ministra de Industria, Reyes Maroto, una economista y profesora universitaria a la que Sánchez incorporó al Gobierno procedente precisamente de las filas del grupo socialista en la Asamblea de Madrid.

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Maroto, a pesar de su responsabilidad, sigue siendo a día de hoy uno de los miembros del Ejecutivo menos conocidos. Aunque sus hipotéticos rivales internos no le ganan en proyección pública: la juez y actual delegada del Gobierno contra la violencia de genero, Pilar Llop —a la que algunos restan posibilidades porque la campaña electoral coincidirá con la fase final de su embarazo—; el delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Rodríguez Uribes; el secretario general de la Presidencia, Félix Bolaños, o la exministra de Vivienda con José Luis Rodríguez Zapatero Beatriz Corredor.

En esta situación de incertidumbre y con las expectativas electorales tan bajas —lo que hace muy poco atractiva la oferta para encabezar la candidatura— las hipótesis que circulan en el partido no descartan que, en última instancia, Sánchez se vea obligado a elegir a alguna de las actuales concejalas del partido en el ayuntamiento, entre las que que destacan Mar Espinar y Mercedes González, además de la actual portavoz, Purificación Causapié.

Sea quien sea el elegido o la elegida por Sánchez —o por la dirección del PSOE-M, si el presidente opta finalmente por lavarse las manos con el fin de poner distancia con un mal resultado electoral— tendrá que someterse formalmente al procedimiento de primarias previsto en los reglamentos internos del partido y que el PSOE de Madrid prevé activar este miércoles aprobando el calendario de presentación de candidaturas. Si nadie disputa la candidatura al aspirante oficial, el proceso de designación habría acabado este mismo mes. Sin embargo, en caso de haber varios candidatos, la designación puede demorarse hasta finales de febrero o comienzis de marzo, a sólo tres meses de las elecciones.

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