28A | Elecciones generales

PP: una campaña "dura" y con fichajes polémicos para no perder el liderazgo de la derecha

El candidato a la presidencia del Gobierno por el PP, Pablo Casado, junto al resto de candidatos, durante el acto de cierre de campaña.

"Valor Seguro. ¡Vente a decirle adiós a Sánchez por todo lo alto! Cierre de campaña. Viernes 26.04.2019. WiZinkCenter 20:15. Música en directo. Dj. Sorteo de chalecos. Muchas sorpresas más. ¡No olvides traer tu bandera de España!". Con este mensaje, distribuido en los grupos de whatsApp creados para mantener al día a los militantes y simpatizantes del PP, el partido liderado por Pablo Casado animaba a los suyos a acudir a un cierre de campaña a lo grande para un partido más pequeño que en otras ocasiones si nos atenemos a lo que dicen las encuestas.

El WiZinkCenter es el antiguo Palacio de los Deportes de Madrid. El recinto que en anteriores ocasiones los conservadores llenaban hasta la bandera sin miedo a que quedasen gradas vacías. Un talismán para el PPPP en el que se ha aplaudido a rabiar, entre otros, a Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz-Gallardón, independientemente de que entre ellos volasen los cuchillos. A pesos pesados para las filas conservadores que ya no están en primera línea.

Pablo Casado, 38 años, era uno de esos dirigentes que aplaudía a los mayores de su partido desde las gradas de ese Palacio de los Deportes y este viernes se subió al escenario como líder del partido para pedir el voto. Sus fieles llevaban años susurrándole al oído que tenía madera de líder y que iba a ser un futuro Rajoy. O mejor, un futuro José María Aznar, por eso de sentirse más identificado con él en lo ideológico. Pero nadie imaginaba que fuese a ser tan pronto. La moción de censura lo precipitó todo. Tampoco él, por mucho que presumiese de que estaba preparado, imaginaba que iba a tener que enfrentarse a unas elecciones generales nueve meses después de haber ganado el congreso extraordinario de sucesión de Rajoy.

Por debajo del peor resultado de Aznar

Casado ganó a Soraya Sáenz de Santamaría con la promesa del devolver al PP a sus principios y valores tradicionales y a las grandes mayorías absolutas. Pero este último compromiso tendrá que esperar. Pablo Casado se prepara para empeorar el peor resultado de la historia del PP: los 107 escaños de Aznar en las generales de 1989. Ninguna encuesta le da por encima de los cien escaños, una cifra por la que firman en Génova.

Este batacazo –parten de 137 escaños– sólo sería digerible para el PP si se cumple el lema extraoficial de campaña, el que no es 'Valor seguro': "Perder votos como nunca, pero ganar más poder que nunca", resume un dirigente conservador. Casado ha cerrado campaña convencido de que puede ser presidente del Gobierno con Ciudadanos y Vox, combinando el mensaje de la llamada al voto útil con la oferta a Albert Rivera (Cs) y Santiago Abascal (Vox) para que entren en un futuro Ejecutivo liderado por él. A perder el "miedo" al "trifachito" de la derecha, como se ha bautizado a PP, Cs y Vox desde Unidas Podemos, dijo este viernes con ironía en un acto en Valencia previo al de Madrid.

El resultado, desvinculado del futuro de Casado

Casado acudirá este domingo a las 12.00 a votar al Colegio Nuestra Señora del Pilar, en Madrid, convencido de que puede ser presidente del Gobierno de la misma forma que Juanma Moreno logró la Presidencia de la Junta de Andalucía: sumando los votos del partido naranja y los de los ultraderechistas de Vox. Si no da la suma, en su equipo han intentado curarse en salud asegurando que, pase lo que pase, Casado tiene su futuro al frente del PP hasta el siguiente congreso, una cita que se celebraría en poco más de tres años.

La proximidad de las autonómicas y municipales del 26 de mayo hace casi impensable una revuelta de barones. Pero nadie en el PP se atreve a pronosticar qué pasará si Vox o Cs se ponen por delante del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso. Porque el eje de la campaña de Casado, mucho más dura en lo ideológico que las de Rajoy, ha sido la llamada al voto útil. Con la división del espacio de la derecha en tres partidos, los conservadores han alertado del peligro de apostar por la papeleta de sus compañeros de la foto de Colón, sobre todo en las circunscripciones que reparten cuatro o menos escaños. En estas circunscripciones, han alertado, votar a las candidaturas que lideran Rivera o Abascal puede ser desperdiciar el voto porque lo más posible es que acabasen traduciendo en cero escaños. El gran beneficiado, entonces, sería el socialista Pedro Sánchez que para los conservadores es, por extensión, el protector de los independentistas catalanes y Otegi.

Sin motivos para que se vote a Vox

Todos los mensajes de campaña y el grueso de sus fichajes para las listas, algunos de ellos muy polémicos, hay que entenderlos en el contexto de la dura competición del PP con Vox, el partido que nació para intentar conquistar a aquellos votantes tradicionales del PP que se habían desenamorado del PP de Rajoy por haber abandonado "los principios y valores". Casado cree que esos principios ya han regresado con su ascenso en el PP y que quienes pensaban votar a Vox ya no tienen motivos para no volver a la casa común de la derecha.

Los resultados de este domingo dirán si ese mensaje, la omnipresencia del líder, el endurecimiento del discurso, las exageraciones y su política de captación de candidatos ha funcionado. También, si ha funcionado el regreso de Aznar como valor a explotar por el nuevo PP, un protagonismo que no ha gustado en un sector del PP convencido de que servía más para movilizar a la izquierda que para robar votantes a Voxmás para movilizar a la izquierda.

En sus actos e intervenciones, Casado ha combinado la presentación de iniativas plasmadas en su programa electoral con los duros ataques, sobre todo a la izquierda y a los independentistas. Uno de los más graves tuvo lugar cuando acusó a Sánchez de preferir pactar con aquellos que tienen "las manos manchadas de sangre", en alusión a Otegi.

El "catalán" de Cayetana, la polémica del aborto de Suárez Illana...

Sus fichajes estrella no se han quedado atrás a la hora de subir de decibelios la campaña electoral. Optó por Cayetana Álvarez de Toledo como número uno al Congreso por Barcelona y la candidata se estrenó destacando que no sabía catalán. Unas declaraciones que no gustaron ni en el PP por el posible efecto desincentivador del voto en una comunidad en la que sus votantes sí hablan catalán. También polémicas fueron sus palabras sobre la violencia sexual: "Garantizaremos con el Código Penal que todo lo que no sea un sí es un no. ¿De verdad van a garantizar eso?, ¿un silencio es un no? Ustedes dicen que un silencio es un no. Y una duda, ¿de verdad van diciendo ustedes sí, sí, sí hasta el final?", dijo en el debate de TVE, interpelando a la ministra socialista María Jesús Montero.

Y si Casado, aconsejado por su equipo, decidió dar marcha atrás a su intención de volver a la ley del aborto de 1985, su número dos por Madrid, Adolfo Suárez Illana, se metió en un buen charco justo el día que Casado presentaba su lista por Madrid. Preguntado en una entrevista en Onda Cero por su postura sobre la interrupción voluntaria del embarazo espetó que "eso también lo hacían los neandertales". "Pero ellos esperaban a que naciera para cortarles la cabeza", añadiría.

Pero Suárez fue aún más allá: "En Nueva York, ahora, se acaba de aprobar una ley por la cual se permite el aborto después del nacimiento, que es curioso", añadiría. Una información que acompañó de la reflexión de que "hay embarazos no deseados que son felizmente personas andando por la calle tranquilamente". La dirección nacional del partido se vio obligada a pedirle que rectificara de forma inmediata y, desde aquel momento, el presidente de la nueva fundación del PP, Concordia y Libertad, ha tenido menor protagonismo en la campaña.

'Moderación' en los debates

Los estrategas de campaña de Casado le recomendaron bajar el tono en los debates televisados para trasladar un mensaje de "única alternativa a Pedro Sánchez" e intentar "desinflar" las opciones de Rivera. En el primero de los debates, el de TVE, se vio de forma clara que el presidente del PP había optado por huir de la polémica y esquivar los temas más espinosos. Pero se encontró a un líder de Cs que sacudió con saña al PP hasta el punto de que tuvo que advertirle de que, a su juicio, se estaba equivocando de rival. Ya para el segundo debate, el de Atresmedia, Casado no rehuyó del cuerpo a cuerpo con Rivera. 

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Al salir del segundo de estos duelos televisados, los conservadores declaraban a su jefe de filas como gran vencedor de la noche. Dos puntos había subido en los sondeos internos, señalaban. Pero poco les duró la alegría. Porque Ciudadanos les tenía reservado un misil. A cuatro días del 28A, el expresidente de la Comunidad de Madrid Ángel Garrido anunciaba que se pasaba al partido de Rivera. Cambiaba el número cuatro al Parlamento Europeo por el 13 a la Asamblea de Madrid

Esta fuga, unida a la de otros cargos del PP de Madrid a Vox, preocupó en sectores del PP. No porque fuesen políticos clave en la estructura del partido, sino por la sensación de "desbandada"que se traslada a unos electores que se identifican con la derecha y que ya no tienen sólo al PP para elegir.

Como el partido de Casado, Cs y Vox compiten en materia de nacionalismo español, recentralizaciones, defensa de los símbolos, defensa del castellano y mano dura en Cataluña. Los electores decidirán este domingo qué partido se merece el primer puesto en el podio. Y, con ello, se comprobará si la estrategia de Casado de entrar en competición con Vox ha sido rentable. Muchos de sus compañeros llevan meses advirtiendo de que el PP sólo ha sido grande cuando se ha propuesto crecer "por el centro" y que los ciudadanos siempre prefieren "el original a la copia". Casado tendrá que rendir cuenta de sus resultados ante la plana mayor del PP la próxima semana.

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