Derechos laborales

La agenda feminista se extiende al 1 de Mayo

Manifestación del Primero de Mayo en Madrid.

Las banderas rojas compartieron escenario este Primero de Mayo con sus hermanas moradas. El movimiento feminista entiende la tradicional movilización con motivo del Día Internacional de los Trabajadores como territorio de batalla también para las mujeres. Y por eso las organizaciones que el pasado 8M tejieron la protesta feminista han llamado a la participación activa este miércoles, aunque no han organizado marchas conjuntas. "No faltéis a las manifestaciones por el 1 de Mayo de vuestros territorios. Estamos luchando por una vida plena y digna", lanzaban desde el 8M de Zaragoza. "Nosotras cuidamos, nosotras trabajamos… Nosotras volvemos a la calle", decían las feministas toledanas. En Cartagena, se sumaban a la convocatoria "para reivindicar un trabajo y un futuro digno". También los sindicatos mayoritarios apuntaron al peso de la lucha feminista. Elena Blasco, secretaria de Mujeres e Igualdad de CCOO, señalaba el propio miércoles en redes sociales: "Hoy las mujeres estamos presentes en las manifestaciones del 1 de Mayo. La revolución violeta debe continuar. Somos más, somos más fuertes".

Ya durante la movilización que se extendió por todas las ciudades, pueblos y barrios el pasado 8 de marzo, los colectivos feministas llevaban en su agenda importantes reivindicaciones en materia laboral. La derogación de las dos últimas reformas laborales, la abolición del trabajo interno y la ratificación por fin del Convenio 189 de la OIT sobre el trabajo doméstico eran algunas de las demandas que ponían sobre la mesa.

Este Primero de Mayo, el movimiento feminista se suma al grito de los sindicatos y recuerda, una vez más, el matiz de género que atraviesa a las relaciones laborales.

Terminar con la brecha salarial

La brecha salarial es una de las principales heridas de las mujeres en materia laboral. La Plataforma 7N demanda, en este Primero de Mayo, "eliminar la brecha de género en salarios, pensiones y cobertura por desempleo". La situación lo pide a gritos. De acuerdo al último análisis de CCOO, las mujeres "siguen percibiendo por el mismo trabajo una retribución inferior en un 22,3% a la que reciben los hombres".

Una cifra, dice el sindicato, superior a la registrada al inicio de la crisis –21,9% en 2008–, "lo cual indica que la recuperación económica registrada en los últimos ejercicios no ha cambiado las circunstancias productivas que conducen a la existencia de esa desigualdad económica entre mujeres y hombres".

En términos de ganancia media anual, completa CCOO, las mujeres reciben algo más de 20.000 euros al año en su puesto de trabajo, mientras que los hombres perciben casi 26.000 euros.

Feminización de la precariedad

"Hoy es 1 de Mayo y queremos señalar que la precariedad laboral está feminizada. Ser mujer y de clase trabajadora significa enfrentarse a una doble discriminación", señalaban el miércoles las activistas de la Assemblea Feminista 8M de València, poniendo como ejemplo a las trabajadoras del calzado, que denuncian "condiciones de semiesclavitud".

Las condiciones de las mujeres en terreno laboral adolecen de una precariedad hoy predominante en el empleo. Un ejemplo es la rotunda feminización del tiempo parcial. Según la última Encuesta de Población Activa (EPA), relativa al primer trimestre de 2019, del total de 2,9 millones de contratos a tiempo parcial, 2,1 están firmados por mujeres. Es decir, el 74,5% del empleo parcial está protagonizado por ellas.

Pero el paro también está fuertemente feminizado. En este primer trimestre, el número de hombres en paro disminuyó en 3.700, situándose en 1,5 millones. El femenino, por el contrario, se incrementó en 53.600 y alcanzó 1,7 millones.

Trabajo doméstico

Una de las victorias indiscutibles del movimiento feminista fue la de situar al trabajo doméstico en el centro del tablero, tanto el remunerado como las labores de cuidados en el hogar.

De las 628.200 personas empleadas del hogar, el 89,3% son mujeres –561.500–, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) relativos al primer trimestre de 2019. Sólo 410.634 están afiliadas a la Seguridad Social, de acuerdo con los datos del Ministerio de Trabajo al cierre de 2018.

En ese contexto, el movimiento cree fundamental "equiparar en derechos a las trabajadoras del hogar", mediante la integración de las mismas en el Estatuto de los Trabajadores, el Régimen General de la Seguridad Social, la prevención de los riesgos laborales, el reconocimiento de las enfermedades profesionales, la Inspección de Trabajo o la negociación colectiva. Para ello, es obligada la ratificación del Convenio 189 de la OIT sobre trabajo doméstico, de manera que las empleadas tengan acceso a los mismos derechos que el resto de trabajadores.

La Plataforma 7N reclama además que la Ley de Dependencia garantice "el derecho a un cuidado digno y condiciones dignas de trabajo a sus profesionales".

Por una conciliación real

Conciliar la vida laboral y familiar es una de las principales aspiraciones de hombres y mujeres. El movimiento feminista batalla de manera incansable por hacer del objetivo una realidad. Sin embargo, una vez más, la precariedad en el empleo y la carga de trabajo dentro de las paredes del hogar suponen un lastre para las trabajadoras.

"No es posible racionalizar horarios cuando más del 25% del empleo es temporal", señala UGT, "cuando tres de cada cuatro empleos a tiempo parcial están ocupados por mujeres, y la mitad es involuntario o cuando se realizan un total de 330 millones de horas extraordinarias al año, la mitad de las cuales no se pagan".

Los sindicatos y las organizaciones feministas reclaman políticas públicas que apuesten por la estabilidad laboral, un sistema de protección social suficiente e igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. La plataformas de mujeres piden además avanzar en "la reducción general de la jornada laboral" y que "el pleno empleo, digno e igualitariamente repartido entre mujeres y hombres, y no en el integrismo del déficit, sean el centro de la una nueva política económica".

Contra el acoso y la violencia

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Durante la última Conferencia del Trabajo celebrada por la OIT en junio del pasado año, la organización internacional aprobó una resolución para luchar contra el acoso y la violencia en el trabajo. El paso, aunque tardío, señalaba con contundencia la prioridad de abordar las situaciones de violencia contra las mujeres.

Esa resolución, recuerda UGT en su página web, "incluye en su preámbulo el derecho de toda persona a un mundo del trabajo libre de violencia y acoso, incluidos la violencia y el acoso por razón de género", recordando que la violencia y el acoso en la esfera laboral "constituyen una forma de violación de los derechos humanos, una amenaza para la igualdad de oportunidades, y son inaceptables e incompatibles con el trabajo decente".

Entre 2008 y 2015, un total de 2.484 mujeres denunciaron haber sufrido acoso sexual en sus puestos de trabajo, según datos de UGT. No obstante, el acoso por razón de género sigue estando hoy día invisibilizado y estigmatizado, de manera que el paso de interponer una denuncia y asumir las posibles consecuencias se antoja complicado para las mujeres. Las organizaciones feministas exigen, por ello, que las empresas cumplan a rajatabla con la Ley de Igualdad y emplazan a los "poderes públicos a garantizar su ejecución ante las resistencias de sectores empresariales y judiciales".

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