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26M | 'Superdomingo' electoral

La opción de que Colau sea alcaldesa con los votos de Valls divide a Barcelona en Comú

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

El fragmentado escenario que han dejado las elecciones municipales en Barcelona ha abierto un complicado proceso de negociaciones entre partidos para escoger al próximo alcalde, y aunque nadie se atreve a descartar ninguna combinación, solo parece haber dos opciones para alcanzar el bastón de mando: la del candidato de ERC, Ernest Maragall, o la de la alcaldesa en funciones, Ada Colau. No obstante, la líder de Barcelona en Comú fue segunda en las elecciones, así que para revalidar su mandato necesitaría reunir una mayoría absoluta que, hoy por hoy, solo podría darle un pacto con PSC y la plataforma de Manuel Valls, apoyada por Ciudadanos. El partido naranja no ha cerrado la puerta a esta posibilidad, pero la formación comandada por Colau se encuentra dividida sobre una opción que, en cualquier caso, se encuentra aún en una fase muy embrionaria.

La ley establece que, en el acaso de los ayuntamientos, siempre gobernará la lista más votada salvo en el caso de que un pacto dé a otro candidato el número mínimo de concejales para ser elegido por mayoría absoluta. Y el pasado domingo, aunque empataron a diez escaños, Maragall consiguió un 21,35% de los votos por el 20,71% que obtuvo Colau, por lo que la única forma para que la alcaldesa se mantenga en el cargo es reunir 21 ediles que apoyen su elección. Barcelona en Comú tiene diez, e incluso contando con los ocho del PSC estaría a tres actas de lograr la mitad más uno de los sillones del ayuntamiento.

Solo hay otras dos fuerzas en el consistorio barcelonés que podrían proporcionar a un eventual pacto Colau-PSC los tres ediles que le harían falta para llegar a la mayoría absoluta: Junts per Catalunya y Barcelona pel Canvi-Ciutadans, que cuentan con cinco y seis escaños, respectivamente. No obstante, que los independentistas apoyen a Colau en lugar de a Maragall es una quimera, por lo que Valls sería el único dirigente con poder suficiente como para arrebatar el bastón de mando a ERC y dárselo a Barcelona en Comú, siempre y cuando el PSC apoyase la operación.

Las negociaciones entre partidos aún no han comenzado, pero las diferentes formaciones ya se encuentran tomando posiciones. El lunes, el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, dejó claro que su formación hará "lo que haga falta para que Barcelona no tenga un alcalde independentista", y aunque no mencionó ninguna opción en concreto, señaló que "hay que ver cuál es la fórmula de estabilidad para la ciudad" y se mostró convencido de que "los comuns estarán de acuerdo". Y, por su parte, este martes la portavoz parlamentaria de Ciudadanos, Inés Arrimadas, se mostraba partidaria de que Valls presione "hasta el último momento" para elegir el candidato "menos malo para el gobierno de Barcelona", siempre teniendo en la cabeza que para el partido naranja es clave "frenar el separatismo".

Por ahora no son más que declaraciones y gestos, pero todos apuntan en una misma dirección: tratar de evitar que Maragall convierta la Alcaldía de Barcelona en la punta de lanza del independentismo. Pero Colau, por el momento, ha eludido entrar en este cruce y ya ha marcado su posición inicial en el complejo proceso de negociación proponiendo abrir conversaciones con "las fuerzas progresistas", es decir, con ERC y el PSC, a pesar de que ambos se han vetado mutuamente para alcanzar cualquier acuerdo. En esta línea, no obstante, el pasado lunes Colau marcó distancias con el independentismo: "Somos 28 concejales progresistas, pero si hacemos una lectura en clave independentista o antiindependentista las cifras son mucho menores", señaló la alcaldesa en funciones.

Barcelona en Comú no ve claro el apoyo de Valls

En su comparecencia del lunes, Colau evitó responder sobre si aceptaría los votos de Valls para hacerse con la alcaldía y se limitó a señalar que "durante la campaña" habló "clarísimamente de abrir conversaciones con fuerzas progresistas" y no con Ciudadanos, aunque también dejó caer que no tiene intención de precipitarse "con ningún escenario". Y es que, si la líder de Barcelona en Comú decidiera presentarse como candidata a la investidura, la pelota estaría en el tejado de Valls, que tendría que decidir con sus votos si prefiere un alcalde independentista o una de izquierdas.

No obstante, la situación tampoco es cómoda para Barcelona en Comú, que si quiere que Colau sea alcaldesa se vería obligada a aceptar los votos de una fuerza en sus antípodas ideológicas. Y esa posibilidad, según explican las fuentes consultadas, divide a la cúpula de la formación. "No se puede descartar que se exploren todas las opciones, pero la organización está totalmente dividida con respecto a eso", apuntan estas fuentes, que señalan que sería muy complicado de explicar ante el electorado que Colau acepte los votos de Valls incluso aunque ni siquiera se siente a negociar con él ni le ofrezca ninguna contrapartida. "Ese argumento es como el que utilizaron PP y Ciudadanos en Andalucía con Vox" y no caló, recuerdan.

La oposición dentro de Barcelona en Comú a esta posible maniobra, plantea un dirigente consultado, es "transversal", es decir, está extendida entre una parte de cada uno de los diferentes sectores que componen la formación. Una de las principales pegas del plan, para los críticos con él, es que ser investida con los votos del PSC y de Valls "desacreditaría mucho el carácter alternativo de Colau". Pero las negociaciones aún ni siquiera han comenzado y, por tanto, nadie quiere descartar ningún escenario, habida cuenta además de que el ex primer ministro francés ha resaltado repetidamente su independencia de Ciudadanos y ha criticado su disposición a pactar con Vox, asegurando que romperá con el partido naranja si este acuerdo cristaliza.

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Colau podría exigir entrar al Gobierno de ERC

Las opciones de ERC para hacerse con la alcaldía, por tanto, pasan por que las diferencias entre estos partidos terminen frustrando un eventual pacto para investir a Colau. Pero, incluso así, Maragall no tendría por delante un camino de rosas si fuera elegido regidor, ya que a sus diez ediles solo podría sumar como apoyo estable, previsiblemente, a los cinco de Junts per Catalunya, por lo que se quedaría a seis de la mayoría absoluta y tendría enfrente una amplísima oposición conformada por Barcelona en Comú, PSC, Ciudadanos y PP.

Gobernar en minoría es una opción para Maragall, pero la propia Colau ha experimentado en sus carnes durante la última legislatura lo precario de este escenario al ver frustrada su mayoría para sacar adelante muchas de sus propuestas. Por lo tanto, otra opción para ERC sería pactar con Barcelona en Comú, ya que las fuerzas de ambos grupos combinadas sumarían 20 concejales, a uno de la mayoría absoluta. No obstante, las fuentes de la lista de Colau consultadas advierten de que este apoyo no sería gratis y de que la alcaldesa exigiría entrar en el Gobierno municipal, que en cualquier caso seguiría en minoría.

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