Precariedad laboral

Deliveroo se sienta en el banquillo en el segundo macrojuicio por las condiciones laborales de sus 'riders'

Imagen de un repartidor de Deliveroo.

Deliveroo y la Tesorería General de la Seguridad Social se enfrentan este viernes. Lo hacen en el Juzgado de lo Social número 29 de Madrid, donde se dirimirá la eterna polémica que persigue a la empresa: los repartidores —bautizados como riders— que trabajan para ellos, ¿lo hacen como trabajadores autónomos o como empleados por cuenta ajena? La última respuesta la tiene que tener la justicia porque las versiones de empresa y sindicatos siempre han sido completamente antagónicas. Desde Deliveroo la postura está clara: los riders tienen completa libertad a la hora de trabajar para ellos, por lo que son autónomos; desde organizaciones como UGT, en cambio, aseguran —y lo han hecho en múltiples ocasiones— que la realidad es muy diferente: los trabajadores están sujetos a lo que la empresa dicte. Más de 500 trabajadores tendrán que acudir este viernes a los juzgados como parte codemandada y principal beneficiada o afectada por la sentencia que se dicte. 

No obstante, esta es una historia repetida. A Deliveroo no le llega este juicio por sorpresa. Más bien, se podría decir que la empresa llega entrenada. Y es que ya tuvo que presentarse ante los juzgados en otro juicio colectivo. Fue en València el pasado mes de febrero. En esta ocasión, por la situación de 97 repartidores. Pero todavía no ha habido sentencia. Esta de Madrid será la segunda macrocausa con una gran cantidad de trabajadores implicados. Próximamente se espera que haya otro juicio en Barcelona y otro en Zaragoza. En cualquier caso, la justicia ya habló en otras ocasiones, pero sólo en causas que enfrentaban a la empresa con un repartidor. Uno de esos fallos fue el emitido por el Juzgado de lo Social número 6 de València, que determinó que los riders no trabajan por cuenta propia a pesar de que pongan su vehículo y móvilriders personal para su cometido, sino que mantienen una relación laboral con la compañía. Pero no todas las sentencias han sido así. 

Rubén Ranz, coordinador de Tu Respuesta Sindical de UGT, espera que, en este caso, sí lo sea. Y se muestra, además, optimista. "A priori, el juicio se plantea bien", dice. El motivo: el acta de Inspección de Trabajo con la que cuentan los repartidores. Todo comenzó con sus propias denuncias. Fueron ellos los que consiguieron que la Inspección de Trabajo investigara la situación de multitud de riders. Y la conclusión fue sencilla: "Dijo que éramos falsos autónomos", explica en conversación con infoLibre Felipe Diez, miembro de Riders por Derechos Madrid. Tras ello, "la Tesorería General de la Seguridad Social actuó de oficio y exigió abonar las cotizaciones" correspondientes, añade. Pero Deliveroo recurrió y, ahora, la empresa y la institución se sentarán frente a la justicia. Diez, junto a otros 531 trabajadores, también acudirá. "Estamos citados todos los repartidores que estábamos trabajando en el momento de la inspección", aclara. 

"El acta de la Inspección de Trabajo está muy bien fundamentada. Son alrededor de 200 folios donde se explica con detalle cómo funciona Deliveroo", dice Ranz. Y este instrumento es muy importante porque, según explica Esther Comas, abogada del Colectivo Ronda, que defenderá a algunos de los riders, el documento tiene "presunción de veracidad". ¿Y qué implica esto? Que se invierte la carga de la prueba. En este caso, explica Comas, "es la empresa la que tiene que demostrar que no existe una relación laboral", dice. 

No hay flexibilidad horaria: dependencia total de una aplicación

Pero sí existe. Es, al menos, la idea en la que insisten los sindicatos, los trabajadores y sus abogados. Sostienen esta tajante afirmación en un sencillo argumento: para que se pueda considerar que no hay relación laboral y que un trabajador lo es por cuenta propia —es decir, autónomo—, éste tiene que tener la posibilidad de trabajar con sus propios medios y total libertad. Y esto es algo que no ocurre en Deliveroo. Sin su aplicación, el rider no puede trabajar. No hay manera de realizar esos repartos. "No existen jefes que organicen el trabajo porque ya lo hace la aplicación", explica Ranz. "Organiza el trabajo, así que la dependencia sigue existiendo porque sin la aplicación es imposible trabajar. Eso sólo ya es un elemento que determina que existe una relación laboral", insiste.

Pero es que hay más elementos. Porque la aplicación es la prueba de que el principio de flexibilidad horaria del que presume Deliveroo es, según Ranz, un "mito". "El 85% de los riders en España nos han dicho que lo que más valoran de trabajar con Deliveroo es la flexibilidad. Por ejemplo, esta nueva forma de trabajar es especialmente útil para los estudiantes y para las personas que necesitan cuidar a sus dependientes. En promedio, los riders en España trabajan de 20 a 25 horas por semana. Esto no es un reemplazo para el empleo tradicional", sostiene la empresa a preguntas de infoLibre. 

Diez lo desmiente. Según recuerda, cada repartidor es puntuado por la aplicación en función de unos parámetros establecidos por la misma. "Uno de ellos es trabajar los fines de semana por la noche y en horas punta, pero también se valora el tiempo que se demora en entregar cada pedido, coger todos los pedidos posibles, no tener malos tratos con el cliente, etc.", afirma. Así, a través de la aplicación, la empresa controla toda la actividad de los ridersriders, algo que no sucede en el caso de trabajadores por cuenta propia. "Deliveroo controla dónde está cada repartidor, qué pedido está realizando, cómo se tiene que dirigir a los clientes o cómo tiene que colocar la comida en la bici o en la moto", critica Comas. 

Cuanto mayor sea la puntuación por cumplir estos requisitos, más trabajos se asignarán al repartidor en cuestión y, por tanto, más dinero ganará. Pero el sueldo también viene especificado por la empresa. "De media, nuestros riders están cobrando alrededor de 10 euros a la hora + IVA, lo cual está muy por encima del salario mínimo. De hecho, para un rider prototipo que trabaja 25 horas a la semana, significa un ingreso mensual de más de 1.200 euros brutos al mes", sostiene la empresa a este diario. Pero, claro, percibir ese salario está supeditado a trabajar siempre que lo marque la aplicación. Disponibilidad total. 

Un importante precedente

Esto es lo que ha visto Inspección de Trabajo, pero lo importante y realmente relevante es que lo vea la justicia. Y es que si lo hace, apunta Ranz, se "anularía el modelo de trabajo" de Deliveroo, empleado también por la empresa de reparto Glovo. Pero no va a ser tan sencillo. Tanto él como Comas advierten que Deliveroo peleará hasta el final por defenderse, por lo que si la sentencia resultante del juicio de este viernes da la razón a los trabajadores, lo esperable es que recurra. En ese caso, el proceso pasaría al Tribunal Superior de Justicia de Madrid y, más adelante, al Tribunal Supremo, que si diera la razón a los riders provocaría "un mazazo muy importante" para Deliveroo, afirma Comas. 

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Y es que aunque sería un fallo referido a la situación de unos repartidores concretos en un intervalo de tiempo determinado, se pondría en cuestión la forma de proceder de la empresa. Por tanto, es "fundamental que el Tribunal Supremo dé la razón a los riders, "porque vendrían en cascada todos los demás casos y se anularía el modelo de trabajo abusivo" que implica toda la actividad de Deliveroo, dice Ranz. 

De Deliveroo, de Glovo, de Uber Eats... De todas esas start ups que trabajan de forma similar, matiza. De hecho, este juicio se produce en un momento clave para este tipo de empresas. El pasado fin de semana, un joven de 22 años que trabajaba como rider de Glovo murió atropellado en Barcelona. Tras multitud de protestas, la compañía, que afirmaba que el fallecido no era colaborador suyo, aseguró que asumirá "todos los gastos equivalentes a los que hubiera cubierto el seguro privado con el que cuentan los repartidores de la plataforma". Más allá de ello, la noticia puso sobre la mesa el modelo de precariedad laboral que han instalado estas empresas. Un modelo sobre el que, en última instancia, decidirá la justicia. 

 

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