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La negociación de Gobierno

Sánchez e Iglesias asumen que la investidura de julio será fallida

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hace unos días en Bruselas.

Pintan bastos de cara a la primera votación de investidura, que previsiblemente tendrá lugar en julio y en la que Pedro Sánchez intentará revalidar su puesto de presidente del Gobierno. La reunión que mantuvieron el pasado martes Sánchez y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, no sirvió más que para constatar el fuerte desencuentro que existe actualmente entre las pretensiones de ambos dirigentes, y ante ese panorama en la Moncloa cunde el pesimismo. Sánchez ya se prepara para que su candidatura sea rechazada en esta primera votación, tras la que se abrirá un periodo de dos meses para que el líder socialista trate de alcanzar un entendimiento que, hoy por hoy, parece lejano.

El encuentro del martes entre los líderes del PSOE y Unidas Podemos supuso un fiasco evidente. En apenas una hora, Sánchez e Iglesias despacharon una reunión que, básicamente, sirvió para volver a constatar sus diferencias. Según fuentes del PSOE, el líder socialista propuso al de Unidas Podemos "un Gobierno de cooperación" en los ámbitos "programático, parlamentario e institucional", pero Iglesias insistió en la necesidad de que el Ejecutivo sea de coalición. El partido morado, según su versión, transmitió a Sánchez que "debe decidirse y que España necesita un gobierno estable y de izquierdas", e insistió en que su modelo es el de los "acuerdos claros" suscritos entre el PSOE y Unidas Podemos "en varias comunidades" para formar gobiernos conjuntos.

Si los argumentos suenan repetitivos es porque, en realidad, la negociación prácticamente no ha avanzado nada desde que se celebraron las elecciones, hace casi dos meses. Iglesias y Sánchez han expresado públicamente su disposición a alcanzar un acuerdo. Pero ese es su único punto de coincidencia, ya que la discrepancia entre ambos sobre qué estructura debe tener el Gobierno ha bloqueado cualquier avance y ha impedido que comiencen las conversaciones sobre las medidas programáticas que debería poner en marcha el próximo Ejecutivo.

Pese a ello, y tal y como informaron fuentes del PSOE tras la reunión, Sánchez le trasladó a Iglesias en su encuentro que "con o sin apoyos" se presentará a una votación de investidura en el mes de julio. Y este mismo miércoles, el líder socialista concertó una cita con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, el próximo 2 de julio para definir la fecha en la que se celebrará dicho pleno. No obstante, la Moncloa no tiene demasiadas esperanzas puestas en que esa votación salga adelante, ya que en el Gobierno consideran que la reunión del martes dejó claro que llegar a un acuerdo con Unidas Podemos en julio va a ser imposible. Y eso ha influido, sostienen fuentes del Ejecutivo y el propio afectado, en la decisión del ministro de Exteriores, Josep Borrell, de renunciar a su acta de eurodiputado, ya que se prevé que el Gobierno esté en funciones algunos meses más. Y Exteriores es una de las carteras de Estado que difícilmente se pueden adjudicar de forma provisional a otro ministro.

PSOE y Unidas Podemos se culpan mutuamente

No obstante, celebrar esta votación de investidura aún sin posibilidades de éxito servirá para para activar la cuenta atrás de dos meses tras la que, si no se alcanza un acuerdo, se convocarán automáticamente unas nuevas elecciones. Precisamente para eso cree Unidas Podemos que Sánchez ha tomado la decisión de someterse al veredicto de la Cámara sin tener los apoyos asegurados: para que comience a correr el tiempo y traspasar así la presión a la coalición morada y, de paso, a Ciudadanos, que por el momento sigue cerrando la puerta a facilitar la investidura pese a su crisis interna.

Los principales dirigentes morados, de hecho, ya dan por hecho públicamente que la investidura de Sánchez se retrasará y que, desde luego, no saldrá adelante en la primera votación. Este miércoles, el propio Iglesias se mostraba convencido de que poner en marcha un Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos "está mucho más cerca de lo que podría parecer", pero se mostraba resignado a que "haya que esperar dos meses y medio para que eso ocurra" porque antes, sostuvo, los socialistas intentarán "doblarle el brazo a Rivera".

Ambas formaciones, de hecho, han entrado ya en la dinámica de culparse la una a la otra del previsible fracaso de la primera votación de investidura. La portavoz parlamentaria de la Unidas Podemos, Irene Montero, iba más lejos que Iglesias y sostenía que Sánchez había "comunicado" a Unidas Podemos "que quiere buscar el apoyo de la derecha para sacar adelante la investidura", una afirmación que fue desmentida horas después por su homóloga socialista, Adriana Lastra, que aseguró no entender las declaraciones de Montero porque "no es esa la realidad". Pero Lastra también aprovechó para poner a la coalición morada entre la espada y la pared y pidió a Iglesias que "aclare si lo que está diciendo es que va a volver a votar en contra de la investidura de un presidente de izquierdas de la mano del PP, Ciudadanos y Vox".

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Sánchez no está obligado a negociar

De no salir adelante, como parece, la votación de investidura de Sánchez, el líder socialista se convertiría en el primer candidato desde la restauración de la democracia en haber sido rechazado en dos ocasiones diferentes por el Congreso, que en 2016 ya le negó su confianza tras el pacto PSOE-Ciudadanos que evitó respaldar Podemos. No obstante, según explican los juristas, el candidato no tiene obligación legal de negociar con otras formaciones hasta el último momento para intentar que lo apoyen: la Constitución únicamente establece que su deber es presentar su programa ante el Congreso y solicitar su confianza.

"La Constitución en ningún caso dice que al candidato se le nomine para buscar apoyos, y la Constitución no le obliga a negociar nada, ni siquiera de manera implícita", explica a este respecto Joaquín Urías, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla. Y con él coincide Miguel Presno, también profesor de Derecho Constitucional, en su caso en la Universidad de Oviedo, que apunta que es el rey la única figura que debe valorar si el candidato puede contar con los apoyos necesarios para ser elegido tras la ronda de consultas que hace con todos los grupos. "Aunque Sánchez no negocie sus apoyos, no estaría vulnerando el espíritu de la norma, porque si va a la investidura es porque el rey considera que hay opciones de que los consiga", plantea Presno.

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