Feminismo

Activistas responden a Calvo: "El feminismo no admite que ningún partido lo patrimonialice"

Manifestación del 8M.

El movimiento feminista se fraguó en el seno del socialismo y su patrimonio no es de todas. Así lo aseguró la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, este domingo. "Ha aflorado que el feminismo es de todas. No bonita, nos lo hemos currado en la genealogía del pensamiento progresista, del pensamiento socialista", subrayó la también ministra de Igualdad. Las palabras no han tardado en levantar polémica, especialmente entre las filas de los partidos de derechas. Tanto PP como Ciudadanos han criticado el discurso de Calvo y han coincidido en denunciar el "monopolio" que los socialistas pretenden tener sobre el feminismo. Así lo señaló el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, mientras que José Manuel Villegas tachó la afirmación de "sectarista y rancia". Este lunes, la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, salió en defensa de Calvo al entender que "puso el dedo en la llaga" y que "uno no puede de alguna forma vincularse a movimientos transformadores, como es el feminista, porque esté de moda sin creer realmente en la igualdad efectiva".

Fuentes de Ciudadanos relatan en declaraciones a infoLibre que la reivindicación de la igualdad entre el hombre y la mujer "es una lucha que tiene que ver con algo que trasciende las siglas, la izquierda o la derecha". Por tanto, interpretan, "cuando Carmen Calvo afirma que el feminismo no es de todas está excluyendo de la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres a millones de ciudadanos por el mero hecho de no tener el carnet del PSOE". Un "despropósito", añaden, " y una muestra de cómo parte de la izquierda sectaria pretende apropiarse de causas que deberían ser transversales".

La socióloga y activista Fefa Vila entrevé un punto positivo en la discusión. "Que haya esta disputa política e ideológica en torno al feminismo es indicador de que ha hecho pedagogía, que ha contaminado mayoritariamente el tejido social y los discursos políticos" y es, por tanto, "un buen síntoma" de su arraigo. La nueva ola feminista, en opinión de la socióloga, "es transversal y es hegemónica como expresión política: hoy en día todo el mundo se reivindica como feminista". El escenario, sin embargo, plantea interrogantes mucho más profundos: "Qué es el feminismo, cuáles son sus bases políticas, su genealogía y cuál es el proyecto político que propone".

Lo cierto es que los orígenes del movimiento feminista sí guardan una relación indisoluble con la izquierda, pero también con las élites. La burguesía consolidó una fuerte organización en torno a la lucha de las mujeres, con la batalla por el voto como máxima expresión. "En tres siglos de historia, el feminismo se ha desarrollado" en campos muy diversos, explica a este diario Henar Sastre, portavoz de la Plataforma 7N. "Hay un feminismo socialista con muchísimo poder, pero ha habido y hay otras formas de feminismo", indica, porque se trata "de una teoría política y ha habido diferentes formas de relato". 

Acotar el análisis al territorio español evidencia igualmente una gran heterogeneidad. "El feminismo actual surge en los años finales de la dictadura y es un feminismo que se expresa con ideas de izquierda, de lucha por una democracia, por un cambio de sistema y de sociedad". Así lo explica Justa Montero, activista feminista. El movimiento que echa raíces entonces es "particularmente crítico y radical", pero su militancia es diversa: "Muchas vienen de partidos, también de sindicatos o de organizaciones vecinales", pero en ningún caso el feminismo "surge y viene de la mano de un único partido". Es un movimiento, insiste Montero, que "se expresa como autónomo, que pelea por su autonomía".

Tal y como afirma Vila, el feminismo en España "forma parte de esa genealogía progresista, e incluso de izquierda radical, que tiene una representación institucional a partir de la segunda ola". En ese momento, explica la socióloga, el PSOE "no es que abandere el feminismo, que como partido en el Gobierno no lo hace, sino que se suma a lo que en ese momento la Unión Europea establece como marco institucional y de progreso".

El movimiento feminista, reitera Montero, está lejos de ser una "organización apéndice de un partido" y por tanto "no admite que ninguno lo patrimonialice". El motor del feminismo, de hecho, "surge antes de que los partidos se declarasen feministas". El mismo PSOE "ha gobernado durante muchos años y experimentó confrontación con el feminismo, en 1985 con su ley del aborto o más tarde con las reformas laborales". A su juicio, "pretender patrimonializar el feminismo es no atender a la realidad y quitarle todo el carácter de contrapoder que debe tener un movimiento".

La hegemonía como aspiración

La intervención de Carmen Calvo este domingo dibuja una pregunta: ¿es el feminismo un movimiento de toda la ciudadanía? La respuesta se presume compleja y esquiva conclusiones sólidas. Las activistas creen que el feminismo debe ser hegemónico pero tachan de "trampa" el discurso de partidos como Ciudadanos, que en su manifiesto por un "feminismo liberal" define al movimiento como "una causa de todos" que "no es patrimonio de nadie". "Su defensa la abandera cada ciudadano comprometido con la igualdad entre hombres y mujeres".

En respuesta a las preguntas formuladas por este diario, fuentes de Ciudadanos indican que "lo que no puede ser de ninguna manera el feminismo es una herramienta de exclusión o de señalamiento a las mujeres por sus ideas". Por eso, dicen, el objetivo de transversalidad pasa por mantenerlo "como una causa abierta e integradora a la que sumar, no solo a todas las mujeres al margen de su ideología, sino también a los hombres". 

Las activistas consultadas aspiran a la hegemonía pero sin vaciar de contenido al movimiento. Sastre insiste en que el feminismo es "una teoría crítica que siempre va a ser molesta" y que, mientras no consiga la igualdad como objetivo prioritario, estará "en la protesta y la propuesta". Para la activista, "nunca va a haber un feminismo amable, aunque haya corrientes liberales. Siempre ha tenido y tendrá vocación de ser molesto, porque enseña las vergüenzas a la humanidad". Y aunque aspira a "llegar a toda la sociedad", recuerda que la defensa de "los derechos humanos y la democracia hay que concretarla con hechos". Por eso el feminismo estará siempre, añade, vigilante.

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Es ahí, en esa tarea no sólo de vigilancia sino también de transformación, donde el feminismo entra en juego como "un movimiento que debe confrontar este sistema, origen de todas las desigualdades". Así lo expresa Montero, quien además sostiene que "como proyecto de cambio social radical, tiene que aspirar a ser hegemónico". Pero, advierte, "la transversalidad no quiere decir que se convierta en algo etéreo donde no entren propuestas". Por eso entiende el feminismo del partido naranja como una "trampa", porque propone "una salida liberal que profundiza en las desigualdades". Para que el feminismo "afecte al 99% se requieren medidas que vayan a las raíces del problema" y la alternativa de Ciudadanos, dice, "está dirigida a una élite de mujeres". Montero cita en este punto cuestiones irrenunciables como derogar la reforma laboral o situar a los cuidados en el centro de las políticas públicas. Todo eso, dice, "no se aborda porque cuestiona otras muchas cosas".

Comparte diagnóstico Vila. El feminismo, dice, "es hegemónico en tanto que debate político", pero no lo es, todavía, "en tanto que proyecto que traiga consigo un nuevo orden social". Esa búsqueda de la hegemonía no pasa por "vaciarlo de sentido político, sino de experimentar socialmente su radicalidad" y por eso "no se puede ser feminista y defender el capitalismo, porque un proyecto como el capitalista, donde triunfa la desigualdad, no puede alumbrar un escenario social feminista".

El feminismo, agrega la socióloga, es "una teoría política creativa, viva, potente" y, por tanto, es de aquellos que "apuesten por una transformación radical y quienes defiendan una crítica hacia los sistemas que producen desigualdad social". Ciudadanos, sentencia, "se encuentra en el extremo opuesto. Pero también el PSOE, porque no hace una crítica de economía feminista al capitalismo o a estructuras como la Iglesia católica".

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