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Educación

El libro de texto asfixia a familias, librerías... y editores

Libros de texto de secundaria en la Librería Gaztambide (Madrid), donde todo está preparado para la vuelta al cole.

Las aulas se vuelven a llenar los primeros días de septiembre. Y rebrota una vez más la inquietud de las familias ante la dificultad de asumir el elevado precio de la vuelta al cole. Una carga que se materializa en un elemento muy concreto: el libro de texto.

Pero las quejas no sólo vienen de padres y madres, sino también de pequeños libreros y de las propias editoriales, y los motivos sobre las que se construyen son bien diversos. Este miércoles, la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza (Anele) hizo público su informe sobre el libro educativo y su presidente, José Moyano, señaló los principales lastres a los que se enfrenta. Critican, en primer lugar, una suerte de currículos "cada vez más diferenciados" en las diferentes comunidades. "Estas diferencias dificultan notablemente la edición escolar que se ve obligada a dividir y multiplicar su oferta, con ediciones cada vez más limitadas al territorio y el consiguiente encarecimiento de los costos", argumenta el gremio de editores, que en mayo del presente año fue sancionada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) con 33,88 millones de euros "por crear mecanismos para restringir políticas y condiciones comerciales".

Desde una perspectiva económica, el colectivo de editores lamenta estar "lejos de las cifras anteriores a la crisis" y destaca que, con relación al año 2008, se han vendido "unos 67 millones de ejemplares menos". Los editores sostienen que "la crisis de la edición se debe, sin duda, a la crisis económica, pero sobre todo a una crisis cultural, en la que han predominado las políticas claramente negativas hacia la cultura". Y en el marco de esas políticas, tampoco los programas de gratuidad se ajustan a las demandas de quienes se encargan de la edición. "Cada año se producen cambios o nuevos planteamientos peculiares en cada comunidad autónoma que, en muchos casos, se hacen de espaldas a la comunidad escolar, lo que genera contestación en padres, profesores y, además, ponen en riesgo al sector del libro", lamentan.

Las pequeñas librerías y el ejemplo de Madrid

Una de esas especificidades anida en la Comunidad de Madrid a través de su reciente Ley de Gratuidad de los Libros, "que ha servido de ejemplo para el desarrollo de las leyes de La Rioja y Murcia, normativas que no sólo dificultan la adquisición por parte de los alumnos, sino que impiden una mínima planificación de las ediciones y ponen en peligro al conjunto de la cadena del libro".

En la batalla contra la norma autonómica tienen un papel reservado las pequeñas librerías. El problema para los dueños de los establecimientos de barrio parte de las condiciones para optar a la licitación de los libros de texto, que en la práctica deja fuera a las librerías de proximidad en favor de las grandes empresas. El modelo suscrito por la Comunidad de Madrid, que estará vigente durante el presente curso, deja en manos de los centros la gestión para adquirir los libros. Los colegios deben escoger a tres empresas de entre aquellas que se presenten al concurso y, más tarde, barajar presupuestos y quedarse con un proveedor definitivo.

En este procedimiento, las pequeñas librerías, denuncian, no pueden competir con sus rivales. "Nuestro objetivo es tumbar el acuerdo marco o acabará con en torno al 50% de las pequeñas librerías de Madrid", critica Marisa Aldea, miembro de la Asociación de Pequeñas Librerías de Madrid. Y advierte que, en lo que va de año, ya han cerrado alrededor de 48 establecimientos, según ha podido saber.

El problema es que "los centros tienen la obligación de elegir a un solo proveedor" y las librerías están "tirando a la baja con precios imposibles para mantener los negocios". Marisa Aldea matiza la postura de su colectivo y afirma sin titubeos estar "a favor de un sistema de préstamo de libros", porque los libreros son "también ciudadanos" y "la cultura es un bien que hay que proteger y cuidar. Nadie debe quedarse fuera porque los medios no le lleguen". Pero no tal y como se está planteando en la comunidad madrileña, agrega. "A nosotros no nos quiere la comunidad de proveedores, nos tienen de ofertadores", denuncia.

Y pese a ser el eslabón más débil, las librerías de proximidad celebran el compromiso de los colegios: "El 90% de los centros públicos han optado por pedir presupuestos a librerías de proximidad", asegura Marisa Aldea, debido a su "larga tradición de trabajo conjunto" y a su amplio "conocimiento del mundo del libro".

"No creemos en el modelo actual"

Leticia Cardenal, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (Ceapa), se expresa de manera taxativa: "No creemos en el modelo actual". De acuerdo a los datos de Anele, el gasto medio por alumno en 2018 fue de 98,10 euros, aunque "hay que tener en cuenta que este gasto medio varía notablemente de unas comunidades a otras". Por encima de la media, territorios como Madrid, Galicia, País Vasco y Asturias. Para este año, estima la patronal de editores, se espera una subida del 1%, de manera que las familias pagarán en torno a cien euros. Cardenal cuestiona el cálculo y lo eleva a alrededor de los 200 euros. La cifra no es exclusiva de la confederación, sino que otras organizaciones como la OCU la comparten. Los consumidores estiman este curso un encarecimiento de los libros del 1,6% hasta alcanzar los 198 euros. Según la OCU, se trata de una subida de precio "moderada" en comparación con el incremento del curso anterior, que fue del 3,4%.

Ante este escenario, Cardenal pone en duda la idoneidad del sistema de gratuidad respecto a los libros de texto y denuncia que "al final el dinero si se invierte en los libros de texto se quita de otro sitio". La presidenta de la confederación apuesta, por contra, por un "cambio de mentalidad para poner en marcha una educación adaptada al siglo XXI" que se base en una premisa clara: "Los libros de texto no son necesarios cada año ni para cada alumno".

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¿Y cuál es la alternativa? Cardenal se inclina por cultivar "bibliotecas de aula con libros para los alumnos, incluso de varias editoriales". Material, dice, que "esté siempre" y que evite la multiplicidad de ejemplares en las aulas. Respecto al libro digital como opción, Cardenal recuerda que "así se evita comprar el libro en papel" pero no se esquiva la adquisición de las licencias digitales.

Otro de los caminos que señala Ceapa tiene que ver con la elaboración de material propio en los centros. Se trata de "temarios que hacen los propios docentes, quienes redactan las pautas de aprendizaje y se encargan de todo". Cardenal subraya que el modelo ya está en marcha en distintos colegios y "funciona muy bien", aunque supone un "esfuerzo extra". Una labor que, afirma, "hay que premiar".

Sobre este modelo, Marisa Aldea coincide en que se está llevando a cabo "sobre todo en Educación Infantil". La librera no lo juzga y de hecho se confiesa "detractora del libro de texto", pese a "comer de ello". Sin embargo, Aldea entrevé inconvenientes en la propuesta de los padres. "Para eso el profesor tiene que hacer un trabajo ímprobo", y si bien existen profesores "que son héroes", la librera no entiende la propuesta como modelo ideal.

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