10N | Elecciones Generales

Cs se encamina hacia una de las mayores debacles en la historia electoral de España

Albert Rivera atiende a los medios de comunicación tras llegar en moto este jueves a la localidad vallisoletana de Herrera de Duero.

Todas las encuestas pronostican lo mismo: Ciudadanos será el gran perdedor de las elecciones generales de este domingo. La que en el último mes ha augurado un mejor resultado para los de Albert Rivera otorga 30 escaños a la formación naranja, es decir, 27 menos de los que consiguió en las urnas el pasado 28 de abril. Pero esta predicción es muy optimista: la mayoría de sondeos realizados en el último mes vaticina que Ciudadanos perderá más de 30 diputados y se quedará con entre 13 y 20 asientos en el Congreso de los Diputados.

La previsible debacle electoral llama especialmente la atención porque se ha producido en apenas seis meses. El pasado 28 de abril, los de Rivera salieron de las urnas muy fortalecidos: pasaron de tener 32 escaños a 57, un 78,1% más. ¿Qué ha ocurrido desde entonces? Dos cosas: Ciudadanos aceleró su viaje a la derecha y renunció a un posible pacto con el PSOE que acabase con el bloqueo político. A medida que las encuestas iban pronosticando su hundimiento, Rivera intentó otra pirueta en apenas 24 horas: pasar del radical "no es no" a Sánchez a intentar pactar con él en el último momento antes de la disolución automática de las Cortes.

A nivel interno, el partido sufrió varias fugas. Altos cargos como el economista Francisco de la Torre, los eurodiputados Luis Garicano y Javier Nart, el portavoz en Baleares, Xavier Pericay, y el portavoz de Economía en el Congreso, Toni Roldán, abandonaron el partido este verano por el desacuerdo con el acercamiento de la dirección a la derecha más radical. Este domingo las urnas dirán cuál es el nivel de castigo de sus votantes, pero lo que parece claro, a la luz de las encuestas, es que será una de las mayores debacles electorales de la historia de España: una pérdida de más de 30 escaños es algo que, en 42 años de elecciones democráticas, sólo ha ocurrido en cinco ocasiones.

UCD en 1982, PSOE en 2011 y PP en 2004, 2015 y 2019

La mayor sangría de votos de la historia de España la protagonizó Unión de Centro Democrático (UCD) en 1982. En esas elecciones, el partido liderado por Adolfo Suárez, que contaba con 168 asientos en el Congreso, se quedó en 11 escaños. Se dejaron por el camino 157 escaños, es decir, perdieron el 93,5% de sus diputados y, a la vez, el Gobierno. Así comenzó el fin del partido que había liderado la Transición y el Ejecutivo desde las primeras elecciones tras la dictadura, celebradas en 1977. ¿A qué pudo deberse? Por un lado, al golpe de Estado protagonizado por Antonio Tejero el 23 de febrero de 1981, durante la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno tras la dimisión de Suárez, lo que llevó a muchos ciudadanos a apostar por el PSOE de Felipe González. Por otro, UCD comenzó como una coalición política en la que se unieron distintas familias: había socialdemócratas, democristianos y liberales. Las tensiones entre ellas fueron múltiples.

La segunda gran fuga de votos se produjo en abril de 2019 y estuvo protagonizada por el Partido Popular. Los de Pablo Casado llegaron a las urnas con 137 diputados y amanecieron el día 29 de abril con 66, es decir, con 71 asientos menos en la Cámara Baja. Perdieron, de este modo, algo más de la mitad de sus escaños, el 51,8%. La debacle tiene una fácil interpretación numérica: la extrema derecha de Vox irrumpió con fuerza en la escena política y consiguió 24 escaños y Ciudadanos, por su parte, creció desde los 32 hasta los 57 diputados. La aparición y el crecimiento de estos dos partidos provocó que el PP perdiese votos por el centro y por su ala más extremista. 

No obstante, y a pesar de que ese fue el mayor descalabro de los conservadores, estos ya tenían experiencia en batacazos electorales. También protagonizaron, de hecho, el tercero más importante de la historia democrática. Tuvo lugar en 2015, cuando Mariano Rajoy pasó de una mayoría absoluta de 186 escaños a 123. Perdieron 63 diputados, el 33,9%. Fue justo el año en el que irrumpieron Podemos y Ciudadanos en el tablero político con el objetivo de romper un bipartidismo al que acusaban de haber protagonizado los casos de corrupción más escandolosos. Sobre todo los conservadores, que estaban enfangados en el caso Púnica, la trama Gürtel y un largo etcétecera. 

Las elecciones del 20 de noviembre de 2011 son la mancha negra en el historial del PSOE. Fueron los comicios en los que más perdieron. Concretamente, 59 diputados: pasaron de la casi mayoría absoluta de 169 escaños a 110. Fue un castigo de los españoles a la gestión que José Luis Rodríguez Zapatero había hecho de la crisis económica que, en un primer momento, se negó a reconocer. El candidato a la Moncloa de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba, elegido por Zapatero, intentó sin éxito frenar la debacle que se anunciaba. 

El PP protagonizó otro gran hundimiento: el del año 2004, cuando descenció de los 183 diputados que José María Aznar obtuvo en 2000 a 148 actas, un 19% menos. Esta vez, la explicación fue clarísima: las elecciones se celebraron el 14 de marzo, tres días después de los atentados del 11M en Madrid. El ataque, que tuvo lugar tras la participación de España en la guerra de Irak, fue atribuido falsamente desde el primer momento por los miembros del Gobierno conservador a la banda terrorista ETA. Y a pesar de que esa posibilidad se descartó el mismo día, algunos líderes del partido insistieron. Los españoles castigaron al PP que encabezaba Rajoy con dureza en las urnas por esa manipulación. 

CDS en 1993 y UPyD e IU en 2015

Aunque no son comparables en número de escaños, algunos partidos minoritarios también sufrieron debacles sonoras. 

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El CDS fue fundado en 1982 por el expresidente Suárez, recién dimitido de UCD. Se presentó a las elecciones de ese año y sólo obtuvo dos escaños. Cuatro años después, en 1986, creció hasta los 19, pero los disgustos en las urnas no tardaron en llegar. En 1989 perdieron cinco diputados y mantuvieron 14 para la legislatura que finalizó en 1993. Y ese año desaparecieron al no conseguir mantener ni un sólo asiento en el Congreso. ¿El motivo? Que muchos de los votos apostaron por el PP que, en aquel momento, parecía el voto útil para desbancar al PSOE de Felipe González del Gobierno. La victoria de Aznar en las urnas no llegó, pero la oposición al socialismo ya se concentró en el partido conservador.  

Algo similar le ocurrió a UPyD en 2015, cuando se presentó con Andrés Herzog como candidato a la Moncloa. El partido fundado por Rosa Díez se presentó a la cita con las urnas del 20 de diciembre con cinco escaños, pero los perdió todos. Su electorado apostó por Ciudadanos, que dio entonces su salto a la política nacional. De hecho, la formación renunció a presentarse a las elecciones del pasado 28A, cuando decidió apoyar la candidatura liderada por Rivera. Díez, que comenzó siendo diputada por el PSOE, ha pedido ahora el voto para Casado. 

IU no perdió el 100% de sus escaños, pero casi. Le ocurrió en 2015, cuando la aparición de Podemos, que le robó gran parte de su electorado, le dejó con dos de los 11 escaños que obtuvo en 2011. Perdió por el camino, por tanto, el 82% de sus diputados. Fue la última ocasión en la que la formación liderada por Alberto Garzón se presentó a unas elecciones de manera independiente. Desde entonces ha concurrido en coalición con Podemos.

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