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10N | Elecciones Generales

La campaña de Casado: del objetivo de los 100 escaños al miedo por la subida de Vox

Seguidores del PP con imágenes del líder de la formación, Pablo Casado, al inicio del mitin de cierre de la campaña electoral para los comicios del 10 de noviembre, que el partido celebra este viernes en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid.

Una idea en la que coinciden todos los políticos, militen donde militen, es que en política todo es posible. Todo transcurre tan rápido que en un solo mes, el presidente de un partido es capaz de hacer una oferta de pacto a una formación de su mismo espectro ideológico y de hacérsela también a quienes opinan lo contrario. Si el tiempo transcurrido es más de seis meses, como ha pasado entre las elecciones del 28 de abril y las de este domingo, las posibilidades de cambio de contexto se multiplican. Que se lo pregunten a Pablo Casado.

El presidente del Partido Popular tuvo que desgañitarse tras el 28A para decirle a Albert Rivera (Ciudadanos) eso de que el liderato de la oposición lo dan los escaños en el Congreso. Que no es una medalla que se cuelga uno porque así lo considere. Pero ahora no es Cs quién le quita el sueño. Las encuestas no dibujan a un partido naranja al que el PP deba temer. El problema es Vox. Porque a Casado, su intención de aglutinar bajo el paraguas de las siglas conservadoras a todas las formaciones de la derecha se le resiste por la extrema derecha. Las urnas dirán. Pero los 50 escaños para Vox, que parte de los 24, son una posibilidad incluso en los sondeos internos del PP.

El Pablo Casado de esta campaña electoral se ha parecido poco al de la campaña de abril, su primera como líder del PP. Hasta en lo físico, porque se ha dejado barba y lo que fue vendido como un despiste de verano ya parece una decisión muy estudiada de sus asesores. Salvo algunas cuestiones puntuales, sobre todo en lo que tiene que ver con la sentencia del procés, el tono y las palabras del líder del PP han perdido dureza. 

Voto útil, gestión y Cataluña

Tres han sido las ideas fuerza de la campaña electoral de los conservadores. Una: los españoles deben unir en las urnas lo que Ciudadanos no ha querido unir en España Suma. Dos: España está al borde de una crisis y el PP, a diferencia de Pedro Sánchez, tiene todas las recetas para frenarla. Y tres: la situación en Cataluña requiere de un presidente del Gobierno al que "no le tiemblen las piernas". Como cemento de estas ideas, en el principal partido de la oposición se ha recurrido a la advertencia a Sánchez de que tras el 10N tampoco podrá contar con ellos si pretende que una abstención le facilite la permanencia en el Palacio de la Moncloa.

Con estos mensajes y altas dosis de optimismo, Casado ha pasado la semana de campaña. Las altas dosis de optimismo tienen que ver con la ya famosa barrera de los cien escaños. Es verdad que en los primeros sondeos publicados el PP daba un salto espectacular, teniendo en cuenta los 66 asientos en el Congreso que logró el 28A. Pero también es verdad que hay dirigentes en el círculo más próximo al jefe de los conservadores que no se han apeado de esa cifra ni cuando sus encuestas internas se lo dejaban claro. Hasta el punto de que hay sectores del PP muy preocupados por el hecho de que se les vaya a medir más por las cien actas que por el punto de partido de las 66 del pasado 28A, el peor resultado histórico del PP. ¿Ha sido peligroso este discurso? ¿Ha sido peligroso asegurar que el bloque de la izquierda y el de la derecha llegan al 10N en "empate técnico"? La respuesta, el domingo.

Con el "milagro andaluz" en la mente

No hay encuesta en la que el PP dé por delante en intención de voto. Pero los más optimistas en el partido creen que si una vez se produjo "el milagro", por qué ha de ocurrir sólo una vez. El "milagro" es lo que ocurrió en las elecciones andaluzas, cuando PP y Ciudadanos, con el concurso de la extrema derecha, lograron desalojar a la socialista Susana Díaz de la Presidencia de la Junta de Andalucía.

"No lo vamos a tener fácil. Porque no sólo nosotros tenemos que estar muy fuertes, también tiene que estarlo Ciudadanos. Y hay que ver en qué se queda el crecimiento de Vox. No nos olvidemos que en abril hubo encuestas que les daban 70 escaños y se quedó en 24", reflexiona un veterano dirigente regional.

En clave interna, el 10N se plantea más calmado para Casado. Sea cuál el crecimiento, podrá agarrarse al resultado pese a ese mencionado inconveniente de la barrera de los cien escaños. Y también podrá vender que moderó el discurso y que recurrió a dirigentes de la etapa de Rajoy, como la expresidenta del Congreso Ana Pastor, para puestos clave.

No obstante, si la fuerza de Vox es la que dibujan las encuestas, seguirá teniendo un problema en cuanto a líder de un partido que pretende aglutinar a todas las sensibilidades a la derecha del PSOE. Entre otras cuestiones, porque sigue necesitando a la extrema derecha para sostener sus gobiernos de coalición con Ciudadanos y ese es el escaparate perfecto para Abascal y los suyos.

En la Asamblea de Madrid... de la mano de Vox

Públicamente, el PP nunca ha admitido en esta campaña su preocupación por el ascenso de Vox. Ellos, aseguraban, estaban pescando bien en el caladero de votos de Ciudadanos y ya habían entonado el ni caso a Vox, nosotros a lo nuestro,ni caso a Vox, nosotros a lo nuestro, porque era evidente que su estrategia para el 28A no había funcionado del todo bien. Pero hay un hecho clave que ha dejado muy claro que la fuerza de Santiago Abascal en las encuestas sí inquieta a Casado. Ocurrió en la tarde del jueves en la Asamblea de Madrid. Asamblea de Madrid.

Partido Popular –también Ciudadanos– votaron a favor de una proposición no de ley de Vox que insta al Gobierno central a ilegalizar a los partidos políticos que atenten contra la unidad de España. En su turno de fijación de posición, el PP criticó el "electoralismo" de Rocío Monasterio al haber planteado esta iniciativa para que fuese debatida en la recta final de campaña. Pero los conservadores no tuvieron después problema en votar 'sí'. "No quisimos dejar a Vox solo", llegó a justificar este viernes la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Dirigentes del PP consultados por infoLibre admiten que sabían que la iniciativa iba a levantar ampollas y que iba a ser "aprovechada por la izquierda" para cargar contra Casado. Pero argumentan que la decisión fue complicada y que no podían permitirse el lujo de regalar a Vox, a horas del cierre de campaña, una excusa para criticarles. 

En este sentido, recuerdan que horas después de esa votación, Monasterio estaba convocada a un debate electoral en laSexta y les preocupaba que esta cuestión acabase monopolizándolo. Dio igual. Porque la dirigente ultraderechista no dejó pasar la oportunidad de agradecer a PP y Cs el apoyo a la iniciativa de Vox.

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El Gobierno, por cierto, estudia impugnar esta proposición no de ley de la Cámara madrileña ante el Tribunal Constitucional.

A lo que ocurrió el jueves en la Asamblea se sumaron las palabras de Casado en Palencia, antes de acudir a la madrileña plaza de toros de Ventas para el mitin de cierre de campaña. El líder del PP, que jugaba en casa –es palentino– cargó contra Vox por su posición a favor de suprimir el Estado Autonómico o sus críticas a la Unión Europea. Son las mismas dos cuestiones a las que recurrió la número dos por Madrid del PP, Ana Pastor, para marcar diferencias con la extrema derecha en el debate televisivo.

Este domingo, los conservadores comprobarán con la prueba de las urnas si sus apelaciones al voto útil y la tan vendida experiencia de gestión se han impuesto con claridad a una extrema derecha que ya ha logrado colar algunos de los elementos de su ideología radical en las instituciones.

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