La XIV Legislatura

La preocupación por no "rentabilizar" su postura ante la investidura ni la sentencia de los ERE invade al PP

El Partido Popularvive una situación extraña desde el 10N que no hace más que acrecentarse con el paso de los días. Incómoda. Pablo Casado pasó de los 66 escaños del 28A a los 89, un avance importante que, pese a ser el segundo peor resultado de la historia de la formación conservadora, le permitió que no se abriese ningún tipo de debate interno sobre su liderazgo. También, erigirse de forma clara como líder de la oposición. Pero lo complicado de las negociaciones de Pedro Sánchez para ser investido presidente del Gobierno ha hecho que, casi desde la noche electoral, muchas de las miradas se dirijan a Génova, sede de los conservadores como pieza clave del desbloqueo.

No sólo se mira a Casado desde el Partido Socialista Partido Socialistay desde el empresariado. También, desde sectores de su propio partido que creen que una formación de Gobierno como el PP tiene que anteponer el sentido de Estado a cualquier otro interés. Y existe el temor de que las presiones aumenten y que se cree el "caldo de cultivo" para que se les ubique como "responsables" de unas hipotéticas terceras elecciones.

Todas estas presiones han disparado el malestar en la dirección nacional del partido. En el PP no entienden por qué el foco político y mediático está puesto en ellos cuando "nunca han ido de farol" y pueden someterse a la "prueba del algodón".

"Pablo [Casado] nunca ha mentido. Ni tras las elecciones de abril ni en esta pasada campaña hay una sola declaración en la que haya dicho que nuestros votos iban a servir para hacer presidente a Sánchez", relata un diputado electo el 10N. A día de hoy la posición es inamovible. "Es un 'no' hasta el final", mantienen las fuentes consultadas.

A esta sensación se une la de la preocupación por el hecho de que el partido no está logrando "rentabilizar" que Pedro Sánchez se haya "abrazado" a los "comunistas" de Unidas Podemos y esté dispuesto a hacer "todo tipo de cesiones" a los independentistas de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) para seguir en la Moncloa, siempre según su relato. Tampoco, la "demoledora" sentencia de los ERE.Sin "rendir cuentas"

Sin "rendir cuentas"

En el Partido Popular, tan golpeado por los escándalos de corrupción en los últimos años, esperaban con ganas de revancha el fallo sobre este caso que afecta al pasado del PSOE andaluz, la columna vertebral de los socialistas. "No entendemos cómo todo se ha olvidado una semana después, cómo los medios de comunicación no han sido tan insistentes como con Gürtel o Púnica. Y menos entendemos que Pedro Sánchez no convoque a la prensa para rendir cuentas", subraya un dirigente regional.

La misma fuente recuerda que el presidente del Gobierno en funciones no ha explicado sus negociaciones con Unidas Podemos y con ERC mientras Casado "no deja de comparecer y de responder preguntas". "Todavía estamos esperando que el presidente responda a una llamada de teléfono de la noche electoral y tenemos que ser nosotros los que arreglemos la invesidura. No deja de sorprendernos", lamenta.

La presión de la extrema derecha

Gran parte de la culpa de esta estrategia trazada por Pablo Casado con la principal resistencia de barones territoriales la tiene Vox. La extrema derecha se sentará ahora en el Congreso con 52 diputados, frente a los 24 de abril y en el PP inquieta que esa responsabilidad y ese sentido de Estado que le piden algunos de sus compañeros para desbloquear la gobernabilidad se tradujese en entregar a Santiago Abascal en bandeja de plata el liderazgo de la oposición.

El líder del PP parece dispuesto a darle una de cal y otra de arena a la extrema derecha. Cuando en julio de 2018 llegó a la Presidencia del Partido Populartras la moción de censura, avanzó que una de sus prioridades iba a ser unificar a todas las formaciones que estaban a la derecha del Partido Socialista. Con diez escaños, Ciudadanos ha dejado de ser un problema importante para Casado. Con Vox la relación es más complicada y está plagada de aristas. ¿Debe Casado marcar claras distancias y "aislar" a Vox como piden dirigentes territoriales o debe normalizarlos? El debate está abierto en el seno del PP. Pero el presidente, que es el que tiene la última palabra, no parece dispuesto a poner en marcha ese "cordón sanitario". Y opta por intentar mantener un difícil equilibrio.Así, en las últimas semanas se le ha escuchado criticar a Vox: "Frente al populismo no hay que disfrazarse de populista.

 Frente a las soluciones fáciles para problemas complejos, no podemos doblar la apuesta. Tenemos que decirles que son inaceptables con los valores y principios que construyeron Europa", subrayó hace una semana en una reunión del PP Europeo en Zagreb (Croacia). Pero también se le ha escuchado asegurar que el partido de Santiago Abascal es "constitucionalista" y que, por tanto, el Partido Socialista no va a encontrar en el PP un socio para practicar un "cordón sanitario" a Vox.

El debate en el PP sobre cómo hacer frente a Vox existe desde la campaña de las elecciones de abril. Y tiene una prueba de fuego la semana que viene. El próximo día 3 se constituyen las Cortes y Casado tiene que elegir si sus votos sirven para garantizar que la extrema derecha se siente en la Mesa del Congreso, el órgano de gobierno de la Cámara. 

El lunes, Casado presidirá una reunión conjunta de sus diputados y senadores en la que los parlamentarios esperan que su jefe de filas aclare cuáles van a ser los criterios de votación para configurar la Mesa. Hasta la fecha, el líder del PP no se ha movido del "no vamos a hacer un cordón sanitario" a Vox. Pero se resiste a aclarar si van a ceder diputados para que la extrema derecha se siente por primera vez en el órgano de gobierno del Congreso. Este jueves, tras acreditarse como diputado de la XIV Legislatura, atendió a los medios de comunicación y se le vio muy incómodo contestando a los periodistas preguntas sobre la futura Mesa del Congreso.

"Lo que he dicho es que no vamos a tejer ningún cordón sanitario frente a partidos constitucionalistas como Vox. A mi lo me gustaría es que las preguntas fueran si el PSOE va a tejer cordones sanitarios con ERC, con Bildu o con JxCAT", respondió ante la insistencia de los informadores.

Vox aprieta con los Presupuestos autonómicos

Frente a quienes en el PP creen que Vox no debe estar en la Mesa se ubican quienes consideran que Abascal y los suyos están buscando precisamente ser excluidos porque les interesa "explotar el victimismo"

Pero más allá de opiniones hay algo que pesa mucho en el cuartel general de los conservadores y con lo que aprietan en Vox. Los votos de la extrema derecha han sido fundamentales para que el Ayuntamiento de Madrid tenga un alcalde del PP. También para que en Andalucía, Madrid y Murcia haya gobiernos de coalición PP-Cs. Y la colaboración sigue siendo necesaria para aprobar los Presupuestos.

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