Informe Pisa

El informe PISA evidencia de nuevo el peso del contexto socioeconómico y cultural en la educación

Imagen de archivo de un grupo de alumnos en un aula.

El informe del Programa para la Evaluación Integral de Alumnos (PISA) ha aterrizado este martes para evaluar el rendimiento del alumnado. Cada tres años, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publica las conclusiones del mayor examen internacional de competencias educativas. Los datos relativos a 2018 revelan cierto retroceso en el caso español: el alumnado obtiene 481 puntos en matemáticas y 483 puntos en ciencias, lo que supone cinco y diez puntos menos que hace tres años.

El documento recoge los resultados de 600.000 estudiantes al finalizar la educación secundaria en un total de 79 países, entre los que España se sitúa ligeramente por debajo de la media. El promedio de la OCDE en ambas especialidades es de 489 puntos. ¿Lanzan los resultados un mensaje negativo para la educación española?

Rafael Feito, profesor de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), resta hierro a la debacle. "Desde que empezamos con los informes PISA, España obtiene más o menos los mismos resultados", por lo que "el problema es que estamos estancados", sostiene en conversación con infoLibre. El docente considera que "convendría quitarse dosis de alarmismo" y recuerda que, a nivel mundial, sólo siete de los países que participan en la prueba han mejorado resultados.

Coincide con él Enrique P. Mesa, presidente de la Asociación de Profesores de Filosofía de Madrid (APFM). "Yo no creo que los resultados sean tan malos", afirma al otro lado del teléfono. Y propone una visión alternativa: los resultados son de hecho "asombrosos dadas las condiciones del sistema educativo español". Según el último informe sobre el Panorama de la educación, en 2016 el gasto público educativo supuso un 4,3% del PIB en suelo estatal, por debajo del 4,5% de media en la UE y del 5% en la OCDE. El mismo análisis muestra que, en 2017, el número de alumnos por aula se situó en 25 para secundaria, frente a los 23 de la OCDE y los 21 de la UE. Lo mismo, recuerda Mesa, respecto al número de horas del profesorado. El tiempo de docencia ascendió en 2018 a las 713 horas en la primera etapa de secundaria y a las 693 en la segunda, frente a las 709 y 667 de la OCDE, respectivamente, y a las 673 y 643 de la UE. "Cuantas más horas lectivas, menos tiempo tiene el profesorado para preparar las clases", incide el docente. En tales circunstancias, reflexiona, "lo que hay que hacer es felicitar al profesorado, a las familias y a los propios alumnos".

También Saturnino Martínez, profesor de Sociología en la Universidad de la Laguna (ULL), coincide en que "si uno mira el histórico, el país se está moviendo en la misma franja", por lo que "casi destacaría más la estabilidad".

Aunque la caída no ha sido drástica, lo cierto es que sí se produce un descenso respecto a los resultados anteriores. Una bajada que Paco García, responsable de Enseñanza de CCOO, atribuye a dos fenómenos: la actual ley educativa y los recortes. "Recortes y educación se llevan mal", explica en conversación con este diario. "A partir del año 2010 se empiezan a producir" los tijeretazos "más duros, que difícilmente estamos empezando a atemperar", comenta. Como resultado, hay "menos profesores, menos tiempo de tutorías, menos recursos o menos fondos para los programas de atención a la diversidad". Todo ello, abunda, "acaba pasando factura y ocasiona pérdidas". Pero además "la propia ley educativa empieza a mostrar sus deficiencias". Para el sindicalista, la Lomce expresa una "enorme manía por los contenidos curriculares", dándole "prioridad a las cuestiones memorísticas en lugar de a las competenciales". A la hora de demostrar sus habilidades, los alumnos formados mediante la actual norma obtienen, por tanto, peores resultados.

Brecha norte-sur: el contexto socioeconómico y cultural

Es habitual que los resultados del informe pongan la lupa sobre las diferencias entre unas y otras comunidades. Una vez más, el análisis muestra el cisma que existe entre el norte y el sur del país. De esta manera, Galicia lidera la clasificación en ciencias (510 puntos), seguida de Castilla y León (501), Asturias (496), Cantabria (495) y Aragón (493). Al otro lado de la balanza en ciencias quedan comunidades como Ceuta (415), Melilla (439), Canarias (470), Andalucía (471) y Extremadura (473).

En matemáticas, Navarra (503) se sitúa a la cabeza, junto a Castilla y León (502). De cerca le siguen Euskadi (499), Cantabria (499) y Galicia (498). En el extremo opuesto, Ceuta (411), Melilla (432), Canarias (460), Andalucía (467) y Extremadura (470) obtienen los resultados más bajos.

El informe PISA mide un indicador imposible de obviar. Se trata del llamado índice social, económico y cultural (ISEC), de drástica influencia en los resultados. El ISEC incluye información relacionada con la ocupación profesional y el nivel educativo de los padres, así como con los recursos disponibles en el hogar. Oscila, según el informe publicado este martes, entre el 0,15 de la Comunidad de Madrid y el -0,61 de Melilla. Un mayor valor se correspondería con mejores resultados. En la cima, además de Madrid, se encuentran Cataluña (0,09), Euskadi (0,08) y Navarra (0,01), las únicas con índice positivo. Al fondo, se quedan también Ceuta (-0,60), Murcia (-0,41), Canarias (-0,39), Extremadura (-0,36) y Andalucía (-0,35).

Mesa recuerda que el índice que mide el contexto socioeconómico y cultural "es fundamental", esencialmente "porque la administración no cumple con su parte, que es destinar más gasto y mejores leyes". El sistema educativo, por tanto, "no consigue superar" las carencias que dejan "esas condiciones de base", que dan paso a efectos demoledores para la equidad entre el alumnado.

Martínez también repara en que el índice ISEC es uno de los que "más efectos tiene sobre el rendimiento educativo", explicando las diferencias entre comunidades. En ese sentido, coincide, otro elemento que no mide PISA tiene que ver con la labor de las administraciones locales, como por ejemplo las tasas de alfabetización. "Donde hay buenos ambientes educativos habrá mejores resultados", explica.

La misma teoría la secunda García. El sindicalista entiende que la evidente desigualdad, fruto de las condiciones socioeconómicas y culturales, debe ser compensada por el sistema educativo. La Comunidad de Madrid, dibuja a modo de ejemplo, "se desploma pese a ser la más rica" y eso ocurre sencillamente "porque la comunidad es la que más maltrata a la educación pública y a sus profesores".

Pública y privada

En cuanto a la titularidad de los centros, la media de la OCDE revela que el 84% del alumnado está matriculado en centros de titularidad pública. El porcentaje desciente al 81% en el total de la UE. España, por el contrario, se estanca en el 69%. Comunidades como Extremadura (80%), Andalucía (80%) y Castilla-La Mancha (82%) tienen las proporciones más altas de alumnado en centros públicos, mientras que otras como Euskadi (51%) y la Comunidad de Madrid (57%) siguen la tendencia contraria.

A estos datos hay que sumar que "aún hoy la elección de centro educativo depende más de los recursos económicos familiares que de las necesidades educativas del alumnado". Como resultado, los alumnos que cursan sus estudios en centros privados suelen obtener mejores resultados que los usuarios de la pública.

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A Martínez no le sorprenden las conclusiones. "Cuando uno mira los datos brutos, los centros privados tienden a conseguir mejores resultados que los públicos, pero cuando uno tiene en cuenta la composición socioeconómica y cultural del alumnado que asiste a los centros, el efecto desaparece", desarrolla el docente. Esto significa que "la titularidad del centro no tiene ningún efecto sobre el rendimiento", sino que, por el contrario, "lo que tiene rendimiento es el nivel socioeconómico y cultural de las familias que asisten a los centros". En esencia, lo que "hace la privada y la concertada mejor que la pública es seleccionar al alumnado, pero no le ofrece una educación de mayor calidad".

El propio informe PISA dice: "En general, cuando se tiene en cuenta el efecto del ISEC, se puede ver que las diferencias entre las puntuaciones medias estimadas de centros públicos y privados se reducen en todos los casos". De hecho, añade, si se tiene en cuenta el ISEC de los estudiantes y el de los centros educativos, "se puede ver que en algunos casos las puntuaciones medias estimadas de los estudiantes de centros públicos son más altas que las de los estudiantes de los centros privados".

En la misma dirección se mueve Feito, quien lo resume afirmando que "si te quedas con los mejores, sacarán mejores resultados". El diagnóstico lo completa Mesa al señalar que "la pública está abandonada por parte de la administración". Como consecuencia, el sistema público queda relegado a una suerte de "enseñanza subsidiaria", que "no puede funcionar porque reproduce desigualdades, cuenta con menos recursos y por tanto tiene menos nivel".

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