La XIV Legislatura

Seis claves que marcarán el funcionamiento del nuevo Congreso

Meritxell Batet es aplaudida en el Congreso tras su elección como presidenta de la Cámara para la XIV Legislatura.

La XIV Legislaturaechó a andar el pasado martes con la constitución de las Cortes. Si el proceso se completa con la investidura de un presidente del Gobierno y el Ejecutivo y el Legislativo empiezan a funcionar con normalidad, el Congreso será el más plural de la historia. De las candidaturas que concurrieron a las urnas el 10N, 19 obtuvieron representación parlamentaria. Y entre ellas, destaca la fuerza de la extrema derecha (Vox, 52 diputados), la de los partidos independentistas y también la de los regionalistas. 

Si la sesión constitutiva del martes puede servir de aperitivo de lo que está por llegar, la polarización será una de las señas de identidad del Congreso que acaba de estrenarse. No obstante, también se intuyen peleas internas dentro del bloque de la izquierda y del de la derecha, sobre todo en este último por la rivalidad entre PP y Vox y el empeño de Santiago Abascal en disputarle a Pablo Casado el liderazgo de este espacio político.

La foto fija que queda tras la composición de la Mesa del Congreso es la de un bloque de derechas que en pocas ocasiones podrá recabar más apoyos de los 153 diputados que suman PP, Vox, Cs y Navarra Suma, frente a otro bloque de izquierdas en el que PSOE y Unidas Podemos parecen haber limado ya sus diferencias y, además, no se cierran a pactos con independentistas y regionalistas. De hecho, el plan en el que trabajan Pedro Sánchez y Pablo Iglesias desde prácticamente después de la noche electoral es el de un Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos que logre el aval, mediante una abstención, de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC).

infoLibre analiza los principales elementos que condicionarán la XIV Legislatura si se cumple el guion sobre el que trabaja ahora el Partido Socialista para que el presidente del Gobierno en funciones sea investido.

  1. La derecha, sin opciones de bloqueo en la Mesa

El órgano de gobierno de la Cámara se constituyó el martes tras semanas de tensiones por la composición de la Mesa, especialmente entre las tres derechas. Al final, PSOE y Unidas Podemos sumaron seis puestos, mientras que PP y Vox se quedaron con tres. Ciudadanos no logró asiento. 

El PP evitó que Vox se hiciera con el mismo número de asientos en la Mesa que ellos. "Era inconcebible que acabásemos teniendo el mismo número de puestos cuando tenemos 37 escaños más", resume un diputado conservador en conversación con infoLibre.

El reparto de fuerzas deja a PP y Vox sin ninguna capacidad de bloqueo en el órgano de gobierno de la Cámara, el encargado de fijar el calendario de sesiones y de administrar las iniciativas que los grupos registran. Porque en la Mesa las decisiones se toman por mayoría.

¿Cabe la posibilidad de que PP y PSOE lleguen a entendimientos en este plano? Los conservadores insisten en que siempre van a estar ahí para cuestiones de Estado en las que Unidas Podemos "puede dar la espalda" al PSOE. Pero también cabe la posibilidad de que Vox utilice su presencia en estas reuniones para insistir en sus postulados de extrema derecha y esto puede poner en más de un aprieto a un PP que no acaba de definir su relación con Vox. Porque sin mayorías la cosa para la derecha ya no va de ganar o de imponer, sino de retratarse.

De momento, los conservadores ya han avisado al PSOE —así lo hicieron fuentes de la dirección nacional del PP en el acto con motivo del 41 aniversario de la Constitución— que, incluso antes de que haya investidura, ellos ya están dispuestos a hablar sobre una reforma de la ley electoral que permita que gobierne la lista más votada. Serviría en el caso de que se celebren nuevas elecciones generales. También están dispuestos a hablar sobre la aplicación del artículo 155 en Cataluña.

Las únicas iniciativas parlamentarias que pueden ser bloqueadas independientemente del número de escaños son las declaraciones institucionales. Para que salgan adelante es necesaria unanimidad de la Cámara.

  2. PSOE y Unidas Podemos: obligados a entenderse

De forma paralela a las negociaciones entre el Partido Socialista y ERC —el próximo martes celebrarán su tercera reunión en Barcelona—, Sánchez y Pablo Iglesias (Unidas Podemos) avanzan en sus conversaciones sobre el programa de Gobierno que pretenden desarrollar, un asunto que permitirá después cerrar de forma definitiva el reparto de carteras.

La actitud de Sánchez y la de Iglesias no es la misma que la que pusieron en práctica tras las generales del 28 de abril, cuando cualquier intento de entendimiento saltó p0r los aires. Ahora, ni el líder del PSOE ha vuelto a decir aquello de que tener a miembros del partido morado en el determinadas carteras del Gobierno le va a quitar el sueño, ni Iglesias está centrado en las líneas rojas. Por parte de ambos se ha trasladado la voluntad de ceder para lograr un buen acuerdo y no obligar a los españoles a acudir de nuevo a las urnas.

Para que el programa que pacten ambos líderes políticos acabe siendo una realidad, el bloque PSOE-Unidas Podemos debe mantenerse sólido en el Congreso y después mirar a independentistas y a regionalistas para articular mayorías. Si son "asuntos de Estado", al PP también se le puede esperar, según ha reiterado Pablo Casado.

En buena medida, para que dure la legislatura que PSOE y UP quieren iniciar de la mano, será necesario que ambas formaciones sincronicen sus posturas en las iniciativas parlamentarias.

Este viernes, en los actos por el 41 aniversario de la Constitución, Iglesias ya puso deberes el posible futuro Ejecutivo. Insistió en que su formación defenderá que el Gobierno que aspira a conformar con Sánchez regule el mercado de los alquileres para "limitar" los precios "abusivos", así como la actualización de las pensiones con el IPC. Y se mostró convencido de que "el mejor antídoto contra la ultraderecha son los artículos sociales de la Constitución".

  3. Independentistas y regionalistas como árbitros

Cuando se pregunta a dirigentes del PP por su impresión sobre la XIV Legislatura coinciden en que, si Sánchez logra la investidura, su duración va a ser muy incierta por dos cuestiones: primero, las dificultades intrínsecas a un Gobierno con ministros de dos partidos y, segundo, por la dificultad de que logren sacar adelante las políticas que se han propuesto. PSOE y Unidas Podemos, como están haciendo para la investidura, van a necesitar de apoyos parlamentarios para desarrollar su programa.

En ocasiones podrán contar con los 10 escaños de Ciudadanos, para cuestiones muy puntuales a lo mejor Casado (89 escaños) da su brazo a torcer, con Vox (52) lo van a tener muy complicado... Así las cosas, los partidos independentistas y los regionalistas se convertirán en árbitros en el Congreso.

Excluyendo a Navarra Suma (dos escaños), que lo lógico es que vaya de la mano de PP y Cs, 39 escaños de la Cámara están en manos de estas formaciones: ERC (13), JxCat (8), PNV (6), EH Bildu (5), CUP (2), Coalición Canaria (2), BNG (1), PRC (1) y Teruel Existe (1).

  4. Un PP que dice buscar "el centro"... pese a Vox

En el Partido Popular sostienen que están deseando que el Congreso empiece a funcionar del todo, con la constitución de las comisiones, para plantear las iniciativas que llevaban en su programa electoral. La primera, ya lo anunció Casado esta misma semana, será la de que en el Código Penal se contemple la convocatoria de referéndum ilegal. No es una medida cualquiera.

Es una medida que está en el ADN del Partido Popular y que Casado y su equipo no quieren que se la arrebaten Cs o Vox. Pero también pretende erosionar al bloque de la izquierda y generar roces entre ellos. El PP quiere que Sánchez se retrate y explique qué ha pasado para haberse comprometido a plantear una iniciativa similar en el debate televisado previo a las elecciones generales y haberse "olvidado tan pronto".

Además de buscar liderar de forma clara el bloque de la derecha, el PP tiene que escoger el tono que va a mantener en la Cámara. Sectores del partido coinciden en que no pueden "centrar" sus mensajes y aspirar a cautivar a los electores más moderados tras el fracaso de Ciudadanos el 10N y mantener como principal voz en el Congreso a Cayetana Álvarez de Toledo. Pero también hay dirigentes que consideran que al partido le viene bien que haya dos voces, la de ella y la de Casado, y que se repartan los papeles.

  5. Vox: ¿Contra todos?

La negativa de la extrema derecha a sentarse a hablar con PP y Cs para la composición de la Mesa y la reacción posterior del partido de Abascal permite imaginar que Vox va a hacer esfuerzos para desmarcarse del PP, para quitarse esa imagen de filial de los conservadores o de partido a ser absorbido por la formación de Pablo Casado en su pretensión de unificar bajo las siglas del PP a todas las formaciones ubicadas a las derecha del PSOE.

A diferencia del PP, que lleva a gala ser "el único partido" que cree en la plena vigencia de la Constitución, en Vox aspiran a hacer batalla política de dos de sus banderas electorales que requieren cambios en la Carta Magna: la "simplificación" del Estado de las autonomías y la recuperación de competencias por parte del Gobierno central. Una cuestión que quedará en la esfera de lo político y del discurso porque es muy complicado que vaya a encontrar apoyos.

Como ocurrió en la corta XIII Legislatura, se espera una batalla entre Vox, Cs y PP a la hora de adelantarse en la presentación de iniciativas relacionadas, por ejemplo, con la unidad de España o la defensa del castellano en la escuela y las instituciones.

  6. Ciudadanos busca su sitio

El partido naranja intenta recomponerse del fracaso electoral mientras Inés Arrimadas se prepara para ocupar la vacante dejada por Albert Rivera, ya fuera de la política. Pero lo que nada ni nadie va a cambiar hasta que haya una nueva convocatoria electoral es que Ciudadanos tenga solo diez escaños y haya dejado de ser el tercer grupo en número de diputados. Su lugar ahora lo ocupa Vox. 

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Ciudadanos tiene el reto de buscar perfil propio en la Cámara, pese a su escasa representación, de distanciarse de PP y de Vox, dos formaciones con las que se entiende en comunidades autónomas y ayuntamientos.

En este sentido, el PP considera que ellos y Ciudadanos pueden funcionar en el Congreso como una especie de grupo uniforme. Los votos del partido naranja ayudarían, dicen, a que sus iniciativas tuviesen mayor respaldo en la Cámara. Pero, como complemento, el PP también estaría dispuesto a echar una mano a Ciudadanos. Sería, mantienen, una especie de ensayo de España Suma, ese proyecto de fusión de ambas candidaturas que Rivera rechazó y con el que Pablo Casado creía poder ganar las elecciones.

En Ciudadanos no quieren ni oír hablar de una fusión con el PP, máxime ahora que el partido se prepara para vivir una especie de refundación en la que una de las preocupaciones va a estar en cómo distanciarse de los conservadores para evitar ese "abrazo del oso" que parecen pretender sus socios de gobiernos autonómicos y municipales.

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