La situación en el PP

La "influencia" de Aznar y su entorno sobre Casado despierta recelos en el PP

Pablo Casado y José María Aznar en un foro del Instituto Atlántico de Gobierno (IADG).

"Obviamente él es mi jefe político". El pronombre "él" hace alusión al líder del Partido Popular, Pablo Casado. Y el autor de la frase es José María Aznar, expresidente del Gobierno y exjefe de los conservadores. No es una frase vacía de contenido. Va más allá de la obviedad que en circunstancias normales supone que un militante de un partido reconozca al líder de su formación. Porque en la etapa de Aznar como expresidente del Gobierno hay dos fases muy bien diferenciadas: la fase en la que el partido estaba en manos de Mariano Rajoy y la fase en la que el partido pasó a manos de Pablo Casado.

En la etapa de Rajoy, las relaciones entre el ya expresidente y el hombre que lo escogió para liderar el PP fueron cada vez más tensas. Hasta terminar en una ruptura total. Aznar desvinculó a Faes, su fundación, de las siglas del partido y renunció al título de presidente de honor. Incluso llegó a asegurar en una entrevista que no recordaba si pagaba la cuota de militante. En la etapa de Casado, el giro fue de 180 grados. Empezó pidiendo el voto para el PP poco después de que ganara el congreso y ahora le reconoce como "jefe político".

Este proceso de transformación de Aznar ha coincidido con el aterrizaje de personas vinculadas a su etapa en el PP y en el Gobierno en cargos destacados de la formación y de los grupos parlamentarios. Esta "influencia" despierta recelos puertas adentro.

Pesos pesados del aznarismo están ascendiendo o encontrando acomodo en la formación conservadora mientras cada vez más fieles a Rajoy, generalmente perfiles más moderados, dan un paso atrás o son apartados.

En la dirección nacional del partido siempre defienden que Casado cuenta "con todo el partido" y que todo aquel que quiere aportar tiene su espacio. Ponen el ejemplo de Ana Pastor, exministra, expresidenta del Congreso de los Diputados y amiga íntima de Rajoy. Pero, sobre el papel, sobre la estructura del partido, el caso de Pastor es una excepción.

Casado ha desaprovechado las oportunidades de hacer cambios

La sensación que cunde en un sector del PP es que haber ocupado puestos destacados en la etapa de Rajoy resta. Y que Casado ha desaprovechado todas las oportunidades que ha tenido de invertir esta situación. No lo hizo en las listas de las generales del 28 de abril. No lo hizo en las del 10 de noviembre y tampoco ha introducido cambios significativos en los grupos parlamentarios para esta XIV Legislatura. De hecho, la apuesta para la portavocía en la Cámara Baja ha seguido siendo Cayetana Álvarez de Toledo, cuyo nombramiento tras las generales de abril despertó fuertes críticas, sobre todo de los barones territoriales.

Álvarez de Toledo nunca ha ocultado estar más cerca de Aznar, con quien trabajó en Faes como directora del Área Internacional, que de Rajoy, con quien fue muy crítica. Llegó a decir que en sus cuatro años de mayoría absoluta la democracia ni se había "regenerado" ni se había "defendido".

Pese a que ha habido roces entre Génova y la dirección del grupo en el Congreso, Casado cree que ella sigue siendo el perfil adecuado que requiere el PP en la oposición. En un principio, desde el partido se llegó a vender la idea de que el líder y su portavoz en el Congreso iban a repartirse los papeles en plan "poli bueno-poli malo"poli poli. Ahora, tras el tono tan duro al que recurrió Casado en el debate de investidura del socialista Pedro Sánchez, hay dudas de que esta estrategia siga vigente.

La portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, acapara gran parte de las críticas.

Lasquetty, Benjumea, Elorriaga, Aragonés...

Antes que Álvarez de Toledo llegara al Congreso, Casado ya había incorporado a su equipo de asesores de la sede nacional a Javier Fernández-Lasquetty, exconsejero en los Gobiernos de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, e Isabel Benjumea. Procedente de la red Floridablanca, un think tank muy crítico con Rajoy, Benjumea también pasó por Faes.

Cuentan las fuentes consultadas que ninguno de los dos encajó del todo bien en el núcleo de fieles de Casado en Génova. Pero se les buscó nuevos destinos. Fernández-Lasquetty, patrono de Faes, es consejero de Hacienda y Función Pública de la Comunidad de Madrid. Benjumea obtuvo acta en Bruselas tras las últimas elecciones al Parlamento Europeo.

El Congreso de los Diputados va ser esta legislatura uno de los principales refugios de aznaristas y dirigentes con vínculos con Faes. A la portavoz se suman Gabriel Elorriaga, que ocupará el escaño que deje vacante Isabel García Tejerina por su vuelta al sector privado, y Carlos Aragonés.

Elorriaga fue un hombre clave en la etapa de Aznar en la Moncloa, pero también trabajó junto a Rajoy en sus años en la oposición. En 2008, en la etapa precongresual, se distanció el expresidente tras publicar un duro artículo en El Mundo en el que concluía que no era el hombre que necesitaba el proyecto del PP. 

Antes de ser incluido en las listas para las generales del 10N, fue designado jefe de la asesoría parlamentaria de los conservadores. Inspector tributario y auditor del Estado, Elorriaga fue miembro del gabinete de Gobierno de Aznar desde 1996, cuando fue nombrado subdirector del mismo hasta el año 2000, cuando pasó a ser secretario de Estado de Organización Territorial. Ahora compartirá grupo con Aragonés, director de Gabinete de la Presidencia del Gobierno en la etapa del ahora líder de Faes.

Ayuso 'asciende' a Miguel Ángel Rodríguez

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, fue una apuesta personal de Pablo Casado. Ahora, el escaparate político y mediático que acompaña a todo lo que ocurre en la capital pretende ser explotado por los conservadores para hacer de Madrid uno de los principales focos de oposición del Gobierno central. "Lo mismo que hacía Esperanza Aguirre en los años del socialista José Luis Rodríguez Zapatero", mantienen.

Ayuso no sólo tiene en su gobierno a Fernández-Lasquetty, recientemente ha incorporado como jefe de gabinete a Miguel Ángel Rodríguez. Puertas adentro del Gobierno autonómico interpretaron este gesto como la forma de "poner nombre" a una función que el exsecretario de Estado de Comunicación del expresidente José María Aznar ya venía desempeñando. Rodríguez fue el principal asesor de la campaña electoral de Díaz Ayuso. Fue un hombre clave en la preparación de su discurso de investidura y ha seguido siendo un hombre clave a la hora de preparar con la dirigente conservadora las respuestas a la oposición en las sesiones de control al Gobierno regional en la Asamblea de Madrid.

El nombramiento de Rodríguez ha supuesto una fricción entre PP y Cs, socios de Gobierno en la Puerta del Sol, sede del Ejecutivo regional. En todo caso, tanto Ayuso como el vicepresidente, Ignacio Aguado (Cs), intentaron quitar hierro a la polémica en la rueda de prensa que ambos ofrecieron tras la reunión del Consejo de Gobierno.

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Esta misma semana, Ayuso fue preguntada por los motivos que hay detrás de este nombramiento: "Tengo criterio suficiente como presidenta de la comunidad para nombrar a mis asesores sin que me los dicte Aznar. Lo hago porque yo decido que es el mejor; yo sola". Lo decía antes de escuchar a Aznar y Casado en ese acto en el que el expresidente definió a líder del PP como su "jefe político".

En ese mismo encuentro, el líder de Faes aconsejó a su excolaborador que confrontara con el Gobierno como si Vox no existiera y que, al mismo tiempo, confrontara con Vox como si el Gobierno no existiera. "Con estas recomendaciones y con todos sus fieles de vuelta a la primera línea, cabe preguntarse si le reconoce como jefe o si se sigue viendo como su jefe", sostiene un veterano dirigente del PP. 

 

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