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Violencia género

El entorno de la víctima, pieza clave (que aún falla) para derrotar la violencia machista

Concentración de tres minutos de silencio a las puertas de Les Corts Valencianes, para condenar el último asesinato machista en Moraira (Alicante).

La batalla contra la violencia de género se encuentra atravesada por numerosos obstáculos a la hora de interponer una denuncia. La conclusión brota tras décadas de experiencia y el consenso no admite debate entre las expertas. Los datos tienen mucho que decir. En lo que va de año, sólo uno de los agresores que terminó con la vida de su pareja arrastraba una denuncia previa. El último de los feminicidios confirmados sucedió en Moraira (Alicante) y la denuncia que pesaba sobre el agresor había quedado en un cajón. La víctima, de 36 años y con un hijo menor, se ha convertido en la undécima del año y en la número 1.044 desde que en 2003 se iniciara el recuento oficial.

La denuncia, según ha confirmado la delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Gloria Calero, fue interpuesta por el entorno de la víctima. "Parece ser", explicó la delegada, que "los vecinos denunciaron" tras presenciar el "escándalo" en la vivienda que compartía la pareja. Fuentes oficiales de la Delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana confirmaron a infoLibre que la denuncia provino de un tercero. El autor de los hechos fue absuelto, informa Europa Press, después de que la víctima rechazara declarar en su contra.

El entorno se entreteje como un factor clave a la hora de combatir la violencia machista. Los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), correspondientes al tercer trimestre del año pasado, descubren que el 71,97% de las denuncias partieron de la propia iniciativa de la víctima, mientras que únicamente el 2,77% fueron producto del entorno. Esta última cifra, el número de denuncias por parte de los familiares de las víctimas, continúa anclada bajo mínimos y sin embargo presenta un aumento en comparación con el mismo trimestre de 2018, cuando los familiares fueron responsables del 1,4% de las denuncias. El otro 25% de denuncias procede de intervenciones policiales directas (13,3%), partes de lesiones recibidos en el juzgado (9,7%) o servicios asistenciales (2,2%).

Precisamente el trimestre analizado por el CGPJ se abría con un aviso del Tribunal Supremo: advertía a principios de julio de la gravedad que constituye el "silencio cómplice" del entorno de la víctima de violencia machista, además del "acoso cómplice" del entorno del agresor. Esta suerte de aislamiento o falta de red de apoyo tiene consecuencias claras para la víctima: le lleva a sentir "soledad" y se convierte en "una losa" para ella "cuando quiere denunciar y no encuentra ayuda", en palabras de los magistrados.

Un vistazo a los años completos revela que el entorno sólo fue responsable del 2,09% de las denuncias en 2018; del 2,05% en 2017; del 1,44% en 2016 y del 2,25% en 2015.

Impacto psicológico

El calado del entorno no se circunscribe en exclusiva a la interposición de denuncia, sino que echa raíces en todo el proceso previo. Empezando por la esfera psicológica. El entorno "tiene un papel fundamental en la percepción de la violencia", porque en ocasiones es el primero en "darse cuenta de que algo está pasando". Habla Bárbara Zorrilla, psicóloga especializada en casos de violencia machista. Por este motivo, resulta primordial poner en valor todas las herramientas que ayudan a sensibilizar a la ciudadanía. Sólo de esta manera, entiende la experta, el entorno podrá identificar los indicadores que sugieren la existencia de situaciones de violencia.

"De la respuesta del entorno también va a depender la salida de la violencia", abunda la psicóloga. La red social es, insiste, "un factor de protección" y muchas mujeres "han salido por el impulso de los mensajes de su entorno o del acompañamiento a la hora de interponer una denuncia".

Pero el camino no siempre es fácil, tampoco para las terceras personas. "Otras veces no saben cómo reaccionar y hay familias que no entienden" que la víctima decline abandonar la espiral de violencia, comenta Zorrilla, quien insiste en la idea de ahondar en la "psicoeducación y explicar por qué a las mujeres les cuesta tanto romper con esas relaciones". Es importante ofrecer pautas a las familias para que "respeten sus ritmos"; lo contrario puede derivar en que la víctima quede "mucho más aislada". Además, agrega la psicóloga, "es normal que la víctima proteja a su pareja e incluso engañe al entorno", por diversas razones, como el sentimiento de vergüenza o la voluntad de esquivar cualquier conflicto.

¿Qué ocurre cuando el entorno es consciente de la situación? El paso de denunciar no siempre se teje como alternativa viable. "Depende de la gravedad de cada caso, pero no hay una respuesta común", reconoce la profesional. Una denuncia precipitada puede generar importantes secuelas: la víctima puede sentirse presionada, puede decidir no declarar o puede saltarse las órdenes de protección impuestas, reflexiona la psicóloga. Eso al final hará que el día de mañana "no pida ayuda o pierda toda su credibilidad". Otras muchas veces activar el mecanismo de denuncia es la única respuesta para cortar con una situación de violencia.

La complejidad de una denuncia no implica, sin embargo, instalarse en el inmovilismo ante la violencia machista. "Minimizar el maltrato, siendo consciente de su existencia, significa legitimar esa violencia", por lo que "ante cualquier atisbo hay que intervenir". Para Zorrilla, la solución recae de nuevo sobre la "sensibilización y educación para el entorno", que tampoco debe "cargar con toda la responsabilidad". Muchas veces, lamenta, "el sentimiento de culpa en los familiares de las víctimas es abrumador".

Problema público y colectivo

En junio de 2019, el Observatorio para la Violencia de Género del CGPJ hacía un llamamiento "a toda la sociedad". "El porcentaje de denuncias presentadas por familiares de la víctima o terceros en general se sitúa en cifras muy bajas", advertía. Y recordaba: "Nuestra contribución puede ser determinante para salvar vidas".

En la misma posición se alinea la fiscal Susana Gisbert, quien no titubea a la hora de fallar sobre el peso del entorno. Y sin embargo, lamenta, el porcentaje de denuncia "es bajísimo", exceptuando a aquellas registradas por "madres de niñas menores o jóvenes". El principal problema, interpreta, es que "la gente no se quiere meter", condicionados por un estereotipo que todavía pesa: el de la violencia machista como asunto privado. "Hay que pensar que se está salvando una vida", desliza la fiscal valenciana, quien recuerda la responsabilidad conjunta de "no dejarlo en manos de la víctima".

Coincide María Ángeles Jaime de Pablo, presidenta de Themis Mujeres Juristas. Es verdad, reflexiona, que el entorno puede percibir que "si la propia víctima no toma las riendas de su situación, es difícil hacer un buen pronóstico"; pero no es menos cierto que "cuando el entorno denuncia se le manda un mensaje de apoyo muy claro a la víctima" y una advertencia "al agresor también, que está en el foco". La práctica y la experiencia dictan que es precisamente la intervención del entorno la que determina que "empiece a controlarse la violencia".

Jaime de Pablo reconoce que la denuncia por parte de terceros también vendrá determinada por "las particularidades de cada caso", pero es importante consolidar la idea de que "la violencia de género no es una situación que afecte sólo a las víctimas, sino a todo el mundo". En esta línea, observa la jurista, urge "vencer la reticencia a inmiscuirse en los asuntos de otras personas" para terminar con el estereotipo de que "es un delito privado y tienen que denunciar las víctimas".

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Las dos juristas insisten además en la obligación legal de denunciar un posible hecho constitutivo de delito. "No es una opción, no hacerlo puede incurrir una responsabilidad", subrayan.

Gisbert cree importante recordar que denunciar implica poner en conocimiento de las autoridades la existencia de un delito, no necesariamente "querellarse, ni ser parte, ni ser acusación particular", aunque la declaración de terceras personas puede ser crucial. Y aunque es cierto que el artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, sobre la dispensa de declarar, permite que las víctimas se echen atrás, la ciudadanía "tiene que dar un paso más porque es su obligación", sostiene la fiscal. El extremo opuesto es, tal y como ya determinó el Tribunal Supremo, "silencio cómplice".

En ese sentido, las campañas de conciencia y sensibilización se constituyen como piezas clave. Hace tres años, el Observatorio de Violencia de Género del CGPJ ya demandó más herramientas divulgativas para incentivar la denuncia en el entorno. Jaime de Pablo cree fundamental recalcar, a través de cauces que lleguen a toda la ciudadanía, que "la situación de violencia no concierne sólo a quien sufre sus manifestaciones más graves, sino a toda la sociedad en su conjunto".

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