8M

El movimiento feminista hace balance tras años de "hegemonía" y encara los retos del futuro

El 8 de marzo de 2017 las calles se tiñeron de un morado que exigía igualdad real. Aquel revulsivo sirvió además de aprendizaje para todo lo que sucedería más tarde. Tras un año de preparativos, el Día Internacional de la Mujer reeditó su éxito, esta vez también en forma de huelga general. La misma fórmula se recuperó en 2019, momento en que la marea violeta dejó claro una vez más que su oleaje era imparable. Con un nuevo 8M a las puertas, el paisaje ha experimentado cambios: la idea de una cuarta ola feminista se ha consolidado, el feminismo ha comenzado a ganar calado en las instituciones pero la reacción también se ha hecho fuerte.

"Hemos constatado en los últimos tres o cuatro años que estamos en un momento de hegemonía del feminismo". Habla Fefa Vila, profesora de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). A su juicio, los últimos años han demostrado un "cambio cuantitativo y cualitativo en relación a los escenarios, prácticos y simbólicos, que ocupaba el movimiento feminista", pero sobre todo se ha desarrollado una "pedagogía que ha cambiado las formas de hacer, de pensar, de relacionarnos y de construir esferas públicas y políticas diferentes".

Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujeres, reflexiona en torno a la ola feminista y la fase en la que se encuentra en la actualidad. Cada una de las olas que ha desencadenado el feminismo han derivado en "resultados que con el tiempo no se han revertido". Ahora, desliza Soleto, "es el momento de resultados" y eso es precisamente "lo que nos va a quedar de esta ola, que está en pleno auge".

Justa Montero relativiza la importancia del concepto ola, que al fin y al cabo responde a un "planteamiento académico", pero sí defiende que estos años han supuesto un "proceso". La histórica activista cree "evidente" que el actual es un momento "álgido para el movimiento", que bebe de todo "un proceso de acumulación de fuerzas con un punto de inflexión muy importante en el 15M". Montero echa la vista hacia el movimiento indignado y sobre todo hacia el feminismo que germinó en su seno. "Supuso una impugnación del sistema, poner en la agenda la crítica de los procesos democráticos y económicos del momento" pero además fue fundamental "cómo el feminismo se situó" en todo el proceso y el "análisis desde el momento de la crisis".

Aquello construye movimiento renovado, protagonizado especialmente por las mujeres más jóvenes. "El liderazgo de una nueva generación de feministas en un nuevo contexto económico y político" que redundaría en el éxito de las movilizaciones. La etapa que se inicia entonces supone además "una ampliación del foco feminista", especialmente en los últimos tres años. El feminismo gana "capacidad para confeccionar un mapa claro de los conflictos que atraviesan la vida de las mujeres". En ese sentido, "el éxito de la expresión del feminismo tiene que ver con la idea de un feminismo inclusivo, donde se construye ese sujeto 'nosotras' de forma amplia y no oculta voces de mujeres que están en situación de vulnerabilidad".

Contradicciones y debate interno

El auge, la hegemonía, ha derivado inevitablemente en la exteriorización de debates internos. "El movimiento siempre ha tenido contradicciones", razona Soleto, pero ocurre que el interés creciente de los medios de comunicación ha contribuido además a que "se magnifiquen las diferencias, los debates internos, las disidencias que han sido la tónica habitual" durante años de batalla por la igualdad.

Vila coincide también respecto a lo importante de tomar nota y cabalgar las contradicciones internas. "Se evidencian contradicciones muy complejas, algunas en el propio fuero interno del feminismo y otras en las derivas del desarrollo social y económico propias del sistema capitalista". El conflicto, agrega, no resulta un obstáculo insalvable. "Otra cosa es cómo se gestiona ese conflicto", matiza, pero "eso no es algo nuevo, siempre ha existido debate en el feminismo, opiniones diferentes que expresan la diversidad absoluta en las posiciones".

En ese análisis de las dinámicas, comportamientos y relaciones internas se interpone además un riesgo: que la naturaleza subversiva del feminismo se diluya. "Se suben al carro personas, partidos o instituciones que se denominan feministas y que difícilmente, atendiendo a su carrera, tienen algo que ver" con sus bases, opina Vila citando al Partido Popular o a "grupos que representan intereses económicos". Si bien es cierto que "nadie puede repartir carnés de feminista", el desafío pasa por "debatir los principios que han alumbrado el pensamiento y la política feminista" para determinar si estas incorporaciones "contribuyen al proceso de emancipación o utilizan el feminismo como un concepto vacío de esa genealogía política".

Y en medio del debate, las feministas lidian con un enemigo que no ha optado por adaptarse, sino por reforzar su discurso misógino, especialmente duro contra las políticas de igualdad. "El compromiso con los derechos de las personas en general y las mujeres en particular es un cinturón democrático para prevenir el fascismo", opina Soleto. Por ese motivo cree importante "tener instituciones que no tengan dudas sobre cuál es su misión y cuál es la exigencia normativa internacional con las mujeres y la infancia". En este momento, añade, eso significa "no dejar sin respuesta a las posiciones negacionistas" de la violencia machista "que en muchas ocasiones son contrarias a la ley".

Lidiar con las instituciones

El estreno de 2020 quedó marcado por la formación de un Gobierno de coalición entre Unidas Podemos y PSOE. Un pacto que dio pie además al relanzamiento del Ministerio de Igualdad, tras más de una década sin gozar de autonomía. "Que haya un Ministerio de Igualdad me parece fantástico", reconoce Vila, pero la lucha feminista "ni empieza ni termina ahí". Para la académica y activista, es importante tener claro que "a la institución se le pide que dote de recursos y que gestione políticas con valentía para las mujeres que de verdad lo necesitan, las que están atrapadas en el suelo pegajoso".

No obstante, se reconoce optimista. "Tenemos los primeros indicadores de que existe un gobierno feminista, que está ahí gracias a esa hegemonía", pero conviene no cejar en las exigencias propias del movimiento, subraya. "Que a corto plazo notemos que están produciendo efectos" en cuestiones como la violencia machista o la reforma laboral. "Es inaplazable", concluye la socióloga.

Al mismo extremo llega Soleto tras reflexionar sobre los retos por delante. "Estamos en un momento en que se está exigiendo efectividad en las medidas", comenta. Las feministas han explicado sobradamente "la diferencia entre igualdad formal e igualdad real", pero en este punto "las generaciones más jóvenes son ya perfectamente capaces de identificar la discriminación y también de reivindicar la necesidad de cambio". Eso, añade, "eleva el nivel de exigencia con el activismo, pero especial y particularmente en relación al contenido de las políticas públicas". Aunque Soleto coincide en la "buena noticia", advierte de que también "tiene su reverso". El movimiento feminista, analiza, "debe aprender a interlocutar con gobiernos, pero también las instituciones tienen que aprender a ser instituciones y no parte del activismo social". Cada una, zanja, tiene su lugar.

La experiencia de Montero le obliga a extremar la precaución. "Tenemos que mirar con cautela siempre el ejercicio de los gobiernos", lanza la activista, si bien entiende que el signo político de cada uno marca diferencias importantes en la puesta en marcha de políticas públicas. "Aunque no es lo mismo un gobierno que otro, siempre miramos con cautela, analizamos y valoramos en función de hechos concretos", agrega. Resulta fundamental "lo que se lleva a la práctica, no sólo la retórica".

Y en ese punto es donde Montero introduce las limitaciones de los gobiernos. "Lo que nos preocupa es que se adapten con facilidad a los límites que plantea la propia institución", advierte, y garantiza que el movimiento feminista no será tibio. "Apuntamos a una transformación y a un cambio radical del sistema porque es la única solución", pero resulta "relevante en qué sentido se plantean las políticas públicas, qué apuntalan y qué cuestionan". En ese margen, agrega, las feministas pelearán por "hacer que lo posible sea lo necesario, lo urgente para las mujeres".

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