Covid-19, una crisis global

La crisis del coronavirus impone una tregua a la crispación política

Vista del hemiciclo del Congreso después de que la Mesa y la Junta de Portavoces hayan acordado la suspensión temporal de su actividad.

A rastras, movido por la gravedad de una crisis sanitaria sin precedentes en España, el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, compareció este viernes en la sede de su formación después de escuchar a Pedro Sánchez anunciar la inminente declaración del estado de alarma para adelantar su apoyo al Gobierno. A rastras porque solo un día antes había acusado al Ejecutivo de adoptar medidas insuficientes, nada adecuadas para una crisis de tal magnitud. El jefe de los conservadores hizo malabarismos para lanzar ese mensaje de apoyo a Sánchez y, al mismo tiempo, mantener la esencia de su critiquísimo discurso del día anterior. Y lo solucionó trazando una especie de línea entre lo delicado de la situación y la asunción de responsabilidades políticas, dibujando una especie de tregua

"A lo largo de estas semanas se han cometido por parte del Gobierno graves negligencias, como alentar a una manifestación multitudinaria, con miles de personas el pasado domingo. Y se ha ido a remolque de los acontecimientos. Pero tiempo habrá para dilucidar las responsabilidades", expuso el líder del PP. Porque sabe que lo que toca, siendo muy optimistas, es ir de la mano del Gobierno en los 15 días que, como mínimo, durará ese estado de alerta. Y, en el caso de que sean necesarias prorrogas, el Ejecutivo también podrá contar con los votos del PP en el Congreso de los Diputados, una institución que, como el Senado, también viven situaciones excepcionales con sus respectivas actividades ordinarias reducidas al mínimo.

La crisis del coronavirus ha asestado un fuerte revolcón a la política española. Cuando no se intuía la gravedad de lo que estaba por venir —4.209 afectados y 120 fallecidos, según los últimos datos facilitados por el Ministerio de Sanidad este viernes—, los partidos de la derecha planeaban plenos casi monográficos con preguntas al Gobierno sobre el virus e iniciativas encaminadas a indagar en la agenda catalana de Sánchez o en el bautizado como caso Ábalos. Ahora, el estado de alarma va a imponer un paréntesis obligatorio en el que determinadas cuestiones van a quedar enterradas o aplazadas.

"Los ciudadanos tienen miedo y nosotros no podemos contribuir más a ese miedo. En pocos meses, cuando todo esto se pase, a los políticos se nos medirá por la forma en la que hemos actuado estos días. E incluso puede que esto marque un antes y un después", reflexiona un veterano dirigente conservador en conversación con infoLibre. "Casado debería verlo así porque tiene una amplia responsabilidad como líder del principal partido de la oposición", añade.

Quien no ha dudado desde el primer minuto en cuál debía ser la postura de su partido ante esta crisis ha sido la recién elegida presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas. Señalada por el sector crítico de su partido —el perdedor del congreso— por haberse echado en manos del Partido Popular de cara a las autonómicas vascas y gallegas abriéndose a candidaturas de coalición, su primer gran anuncio tras el cónclave fue ofrecer a los partidos unos presupuestos de "emergencia nacional" para paliar los efectos de la pandemia.

Su gesto irritó al Partido Popular porque les ponía a ellos en la tesitura de pronunciarse. Pero el presidente del Gobierno no dudó en coger el guante y en hacer un llamamiento a los partidos a aprobar estas cuentas que calificó de "extra sociales". Ni un mes hace de que Casado se ofreciera a apoyar las cuentas públicas si Sánchez accedía a firmar con él una serie de pactos de Estado y a asegurarle que rompía con los independentistas de Esquerra, que por esas fechas negociaban con el Gobierno una agenda para el diálogo entre el Ejecutivo y el Govern.

Arrimadas fue uno de los primeros dirigentes políticos que este viernes, horas antes de la declaración institucional de Sánchez, demandaba la declaración del estado de alarma Y, una vez que el anuncio fue efectivo, mostró desde su perfil de Twitter el apoyo al Gobierno y la, a su juicio, necesidad de que sea "contundente" e incluya "medidas urgentes y eficaces que garanticen frenar la propagación del Covid-19".

Pese a que considera que la medida llega tarde, el líder del Vox, Santiago Abascal, tampoco pudo criticar la esencia de la decisión de decretar el estado de alarma. "72 horas después que Vox exigiera el estado de alarma, Sánchez sigue dejándolo para mañana [por el sábado]. Es una actuación irresponsable. En cualquier caso, apoyamos sin reservas a nuestros sanitarios y a los Cuerpos y Fuerza de seguridad. Máxima colaboración con ellos, por favor", escribió en su perfil de Twitter.

Torra y Sánchez aparcan la mesa de negociación

Otro de los focos políticos que ahora queda opacado por la crisis es el catalán. Pedro Sánchez y el presidente de la Generalitat, Quim Torra, acordaron este viernes "aplazar la mesa de negociación hasta que la situación sanitaria esté en otra fase".

Fuentes de Presidencia de la Generalitat citadas por Europa Press detallaron que ambos líderes lo acordaron en una conversación en la que Sánchez le ha comunicado a Torra la decisión de declarar el estado de alarma por el coronavirus.

Precisamente Torra no estará ausente en esta ocasión en un encuentro entre el Estado y los presidentes de comunidades autónomas para abordar, por videoconferencia, medidas conjuntas que hagan frente al coronavirus.

"Hoy no hay colores políticos, no hay disputas personales, ni intereses electorales. Hoy necesitamos responsabilidad, generosidad, solidaridad, comprensión y liderazgos sociales, que ya hemos sabido demostrar en nuestro país", justificó su presencia. "Es por esto que este sábado participaré en la conferencia de presidentes dejando aparcada temporalmente la decisión de no asistir a las reuniones multilaterales", insistió.

Autonómicas en el aire

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Si el estado de alarma comienza a partir de este domingo, los quince días iniciales culminarán el 28 de marzo, y después el plazo puede ser prorrogado por el Congreso. Esto borra de un plumazo la concepción tradicional de campaña electoral en las autonómicas gallegas y vascas previstas para el 5 de abril. Esa campaña tendría que arrancar el viernes de la semana que viene. Hasta este punto llega la tregua política.

Tanto el lehendakari, Iñigo Urkullu, como el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, han insistido en que en este momento la salud pública debe imponerse a lo político. En sus entornos dan prácticamente por hecho que vascos y gallegos no acudirán a las urnas ese día, pero hay muchos flecos por cerrar. El principal problema es que no hay vía legal habilitada para un aplazamiento de unos comicios ya convocados. En todo caso, las fuentes jurídicas consultadas aseguran que el estado de alarma que aprobará este sábado el Consejo de Ministros abre una posibilidad. "Se trata de buscar soluciones excepcionales a situaciones excepcionales", exponen.

La situación de estas dos comunidades podría ser abordada en la reunión de este sábado de Sánchez con los presidentes autonómicos.

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