La crisis del coronavirus

Ayuso y Torra irritan a Sánchez a las puertas de los días más duros del coronavirus

El Gobierno quiere preservar a toda costa la unidad de acción y la lealtad institucional con las Comunidades Autónomas. Pero la extensión de la epidemia y el temor a la situación extrema que se avecina ponen a prueba cada día el buen funcionamiento de los mecanismos de coordinación puestos en marcha desde que comenzó la emergencia sanitaria y el riesgo de los contagios se fue aproximando a nuestras fronteras.

Esa es la razón por la que el Ejecutivo lleva días rehuyendo el enfrentamiento con los gobiernos autonómicos que han decidido incorporar el coronavirus a la batalla política: el Govern de la Generalitat, que preside el independentista Quim Torra, y el Ejecutivo de la Comunidad de Madrid, que lidera Isabel Díaz Ayuso (PP).

La actitud de Torra, aseguran fuentes de Moncloa, era predecible. De algún modo, en el Gobierno dan por descontado este tipo de comportamiento por parte del president, al que consideran un político aficionado a los pronunciamientos altisonantes y a utilizar cualquier oportunidad para buscar el enfrentamiento con la administración central. Lo lleva haciendo desde que tomó posesión y Pedro Sánchez se ha resignado a que esa vaya a seguir siendo su seña de identidad de aquí a que se celebren las anunciadas elecciones anticipadas en Cataluña, a las que no tiene previsto presentarse.

El mandatario catalán lleva días insistiendo en que el Gobierno confine específicamente toda Cataluña insistiendoal margen de las medidas de restricción de la movilidad que ya rigen para el conjunto de España, algo a lo que Sanidad se ha negado reiteradamente. Las criticas del Govern a la gestión de la crisis que está llevando a cabo la administración de Pedro Sánchez han sido constantes, pero el Ejecutivo de coalición ha preferido dejarlas sin respuesta en aras de preservar la imprescindible colaboración sanitaria en un país en el que las competencias en la materia están en manos de las Comunidades Autónomas.

Torra fue también el más crítico de los presidentes autonómicos con la decisión de Sánchez de someter a la disciplina del Gobierno central, en virtud del decreto de alarma dictado hace una semana, la sanidad pública catalana y los Mossos d’Esquadra. Tampoco ahí hubo réplica por parte de Moncloa.

Pero lo que ha terminado por obligar a responder han sido las declaraciones que el president hizo a la BBC asegurando que en España no se estaban tomando medidas contra el coronavirus y las cartas que envió a diversos dirigentes europeos acusando a Sánchez de negarse a seguir las recomendaciones de los expertos. La única manera de parar la pandemia, sigue sosteniendo Torra, es con el confinamiento total.

La consellera de Presidencia y portavoz del Govern, Meritxell Budó, trató de reconducir las discrepancias a un asunto sanitario y no “ideológico”. “No es un rifirrafe político, no va ni de banderas ni de territorios. Va de preservar y garantizar la salud de los ciudadanos. Tenemos diferentes maneras de entender la salud”, explicó en una rueda de prensa telemática en la que insistió en reclamar un confinamiento total.

Respuesta por cuadriplicado

Hasta cuatro ministros respondieron este viernes al president. El primero fue el de Sanidad, Salvador Illa, que volvió a rechazar por inútil la petición de Torra. Las medidas implantadas en el Real Decreto de declaración del estado de alarma, subrayó, si se cumplen “a rajatabla”, servirán para vencer al virus.

La más contundente, de nuevo, la titular de Defensa, Margarita Robles, que le exigió dejar de “sembrar discordia” en busca únicamente de su “beneficio personal” en vez de pensar en la salud de los ciudadanos. Es momento de “unidad”, subrayó Robles, y no de una actitud “irresponsable”.

“No es momento de hablar de la esfera pequeña sino de mostrar la mayor generosidad y amplitud miras”. Torra “está faltando a la verdad” cuando acusa al Ejecutivo de falta de medidas. Y “no está a la altura de las circunstancias”. “No es aceptable” su actitud porque “olvida de que la prioridad es evitar la propagación del virus”.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, le respondió que España ha tomado las medidas “más drásticas de Europa” y una de más severas también “a nivel mundial” para el confinamiento de la sociedad por el Covid-19. Y acusó a Torra de “deslealtad institucional”.

También la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, replicó al president. “Las cartas, francamente, no sirven de mucho, sirven las acciones para responder y para aplanar la curva de contagio con medidas concretas”. Los líderes de la UE, señaló, “no esperan cartas, lo que esperan son respuestas” como las que está dando el Gobierno: “47 millones de ciudadanos están en sus casas para evitar el contacto físico y el contagio”.

Algunos analistas consideran que el coronavirus se ha cruzado en la estrategia independentista de internacionalizar el conflicto y de mantener en el centro de la vida política española la reivindicación de un referéndum de autodeterminación, piedra angular de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat que ahora, por culpa de la infección, ha quedado apartada de la actualidad en todos los informativos.

Torra está solo en la estrategia de usar la crisis para alimentar su discurso independentista. Esquerra Republicana, su socio de Gobierno y principal impulsor de la mesa de diálogo, no le ha seguido en ese camino. Las declaraciones de sus dirigentes en los últimos días subrayan que la prioridad ahora es la lucha contra la pandemia. La secretaria general adjunta y portavoz de ERC, Marta Vilalta, pidió este viernes no hacer “una batalla política o partidista” para sacar rédito de la crisis sanitaria.

Lo hizo en una entrevista en Ràdio 4 al ser preguntada por las declaraciones de Torra a la BBC. “Nos equivocaríamos si hiciéramos una batalla política o partidista, de politiquería, de intentar sacar un rédito en esta situación de crisis. Todos los esfuerzos deben ir a aliarnos para luchar contra este virus, que está afectando a demasiada gente”, defendió. “Hago este llamamiento en general; quien se siente interpelado ya se sentirá interpelado”, afirmó sin precisar que se refería al president.

También la secretaria general de Esquerra, Marta Rovira, huida de la justicia en Suiza, dejó clara la posición de los republicanos. “Ahora mismo”, escribió en Twitter, “lo que se espera de la política es que se concentre en salvar vidas. Que dedique toda la imaginación, recursos y cooperación a encontrar las mejores medidas para detener la pandemia como reto global. ¿Tanto cuesta entender que estamos ante un crisis humanitaria?”, se preguntó.

La deslealtad de Madrid

A diferencia de la actitud de Torra, lo que sí ha sorprendido en Moncloa, según fuentes consultadas por infoLibre, es la agresividad del Gobierno de la Comunidad de Madrid, especialmente la de su presidenta, Isabel Díaz Ayuso (PP), que lleva días acusando a Sánchez de no atender las necesidades sanitarias de su territorio, el más afectado en España por la infección del coronavirus.

En este caso el Gobierno ha evitado escrupulosamente polemizar con ella. Todas y cada una de las acusaciones y reproches que han salido del Gobierno madrileño se han topado con una defensa cerrada de la ejemplar colaboración entre administraciones que se está produciendo desde comenzó la crisis.

El Ejecutivo de Sánchez quiere a toda costa preservar la unidad de acción. La administración sanitaria española es una maquinaria eficaz por compleja, subrayan las mismas fuentes, porque se trata de una competencia transferida a 17 territorios. Y la situación en la Comunidad de Madrid es lo suficientemente grave —concentra la mayoría de los contagios y de las defunciones— como para dar prioridad a la cooperación y pasar por alto el enfrentamiento políticas.

Lo cual no significa que no hayan provocado irritación en Moncloa. Todo lo contrario. Especialmente porque se supone que Ayuso se debe a la disciplina de su partido, cuyo líder, Pablo Casado, prometió en el pleno de esta semana unidad de acción para luchar contra el virus. Y también porque las acusaciones se producen a las puertas de la peor fase de la epidemia, justo cuando se avecinan los días más duros y más necesario va a ser, aseguran en Moncloa, que todos remen en la misma dirección.

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