La crisis del coronavirus

El Gobierno confía en reabrir la economía después de Semana Santa si logra salvar las UCI del colapso

Vista parcial del nudo de carreteras de la Trinitat, en Barcelona.

El Gobierno no se resigna. Y tampoco piensa cambiar de rumbo por mucho que la oposición, algunos presidentes autonómicos, la patronal y gran parte de los medios de comunicación cuestionen las medidas adoptadas hasta la fecha. El presidente Pedro Sánchez lleva desde el primer momento adaptando sus decisiones a los consejos que le dan los técnicos en salud pública y expertos en epidemiología que, encabezados por el doctor Fernando Simón, le asesoran para afrontar los efectos de la pandemia del Covid-19 en España. Y, al menos de momento, no tiene intención de cambiar. El éxito en la batalla contra el virus, insisten en el Gobierno, depende de que seamos capaces de “perseverar” en las medidas adoptadas y asegurar su cumplimiento, especialmente en lo que hace referencia a la limitación de movimientos.

Y menos ahora, cuando los datos empiezan a dar un respiro y cada día que pasa refuerza la idea de que estamos a punto de alcanzar el pico en crecimiento de los contagios. La progresión en el crecimiento de nuevos casos se ha ido debilitando desde hace días —Sanidad atribuye el ligero repunte registrado este martes a la contabilización de contagios pendientes del fin de semana—. “Los datos, con todas las dosis de prudencia, indican que caminamos en la buena dirección; nos encontramos en un momento de estabilización”, subrayó la ministra portavoz, María Jesús Montero, tras el Consejo de Ministro, y confirmó más tarde el titular de Sanidad, Salvador Illa.

Una tendencia sostenida en el tiempo que en pocos días se traduzca en una reducción es exactamente lo que el Gobierno ya espera hacer realidad para que confirme la estrategia de confinamiento que puso en marcha con el fin de controlar la expansión de la enfermedad. Consolidada esa tendencia, lo que más preocupa en Moncloa, sino el riesgo de colapso que amenaza a los servicios de cuidados intensivos del sistema sanitario español. Porque en los próximos días esperan que aumente la presión sobre el sistema sanitario.

Salvar la atención hospitalaria de los pacientes más graves, los que necesitan respiradores, es lo que movió al Gobierno a decretar la hibernación de la economía no esencial el pasado fin de semana. Sánchez tomó la decisión el sábado por la mañana —así lo confirmó este martes la ministra Portavoz, María Jesús Montero— después de que los técnicos examinasen los datos de movilidad de la población del fin de semana anterior facilitados por las operadoras de móviles y llegasen a la conclusión de que decretar ese grado de confinamiento era imprescindible para salvar las UCI del colapso. “Lo que el gobierno descubrió”, explicó el vicepresidente Pablo Iglesias, “es que los fines de semana la paralización de la actividad hace que podamos dominar un poco mejor la curva. Y dominar la curva supone salvar vidas. Por eso es fundamental que todo el mundo entienda que salvar nuestro sistema sanitario es la condición para recuperar lo antes posible la vida económica”.

En busca de certezas

Según Montero, conforme pasan los días “se tienes más certezas sobre el virus” y aumenta la “capacidad de predecir” la evolución de la situación. “Tenemos que ver, cuando se aproxime el fin de la Semana Santa, cómo se ha ido comportando [la curva], y atender las recomendaciones de los técnicos”.

Lo que sí es seguro es que, cuando llegue el momento, “el restablecimiento de la vida cotidiana y de la actividad” se llevará a cabo de “forma progresiva”, adelantó la ministra, el único modo de“consolidar que las actuaciones que ya tuvieron efecto no pierdan efectividad”. “Ojalá cuando llegue el fin de Semana Santa estemos en condiciones de ir adoptando esas medidas”, señaló.

Mientras tanto, el Gobierno se empeña en describir el confinamiento dictado el domingo como una “hibernación” de la actividad económica no esencial muy parecida a la que tiene lugar en las empresas los fines de semana. Subraya también que durará muy pocos días, apenas ocho jornadas laborables de las cuales dos ya se han superado. Y añade que, si todo sale como el Ejecutivo espera, concluirá el lunes de Pascua, justo después de la Semana Santa. “De lo que se trata es de tener en una suerte de sistema basal a la economía, de manera que, cuando pasen estos días, cuando terminen también las vacaciones de Semana Santa, podamos recuperar la normalidad”, añadió.

Con estas dos semanas de movilidad reducida al mínimo imprescindible, el Gobierno espera haber conseguido “el tiempo” que el presidente Sánchez reclamó la semana pasada en el Congreso cuando solicitó y consiguió de los partidos apoyo para prorrogar el estado de alarma y la adopción de medida excepcionales. Después de Semana Santa Moncloa confía en que la curva ya sea descendente y que los servicios de cuidados intensivos hayan superado su momento de mayor presión.

Cuanto menos dure, mejor

Fue la vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, a la que los agentes sociales y los partidos de la oposición consideran la principal opositora a la paralización de la actividad económica, la que asumió la defensa de la estrategia de hibernación hasta después de Semana Santa. Gracias a ella, subrayó Calviño, la economía española estará en disposición de iniciar la recuperación cuando la pandemia retroceda, porque “recuperar la economía exige atajar primero la emergencia sanitaria”.

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“La duración de las medidas de restricción de la actividad económica es clave para la recuperación, pero no tiene un impacto lineal”, explicó la ministra. Y “cuanto menos dure esta situación excepcional, antes podremos recuperar paulatinamente nuestra economía y recuperar la normalidad”.

Esta es la razón de las medidas tomadas, remarcó. “Se trata de adelantar el fin de esta situación desde el punto de vista económico, evitando una situación estacionaria” que prolongue “la situación de ralentí de la economía y que el daño sea más largo, más profundo y más duradero”.

Frente a las quejas de la patronal, Calviño recordó “que se ha dado margen a las empresas para mantener un mínimo de actividad que les facilite reanudar la producción rápidamente”, de manera que sigan en marcha actividades tales como la gestión de pedidos y de stock y la atención a los clientes fuera de España, indispensables “para evitar un impacto estructural en el futuro”. Por eso, añadió, “espero que muy pronto podamos empezar a hablar de planes de actividad para recuperar el impulso que nuestra economía tenía en febrero”.

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